La niñera

Mesa

Cuando Alexander salió de la reunión, habló conmigo en su oficina, tenía una terraza fuera de esta, dijo que debía responder algunas preguntas para llenar los datos del contrato.

Fueron datos básicos, como mi nombre completo, dirección, edad, padres, referencias, experiencia, antecedentes (Aunque omití esa vez que me encarcelaron porque creyeron que me iba a suicidar, me liberaron porque obviamente no era así, sólo estaba en la azotea de ese edificio porque el globo autografiado por Selena Stringes , mi actriz favorita se le fue de la manos a mi padre y quedó atorado en un cable de luz que casualmente podía rescatar subida en ese edificio, estirándome mucho), teléfono, e-mail y nivel académico.

Él me escuchaba al otro lado de su gran escritorio, había una pintura "noche estrellada" creo que se llama y un gran librero que aparte de libros contenía folders, carpetas y archivos.

Quedamos en silencio algunos segundos.

—Escuche —Trató de encontrar las palabras, en ese momento entró la mujer. — No creo que tenga la suficiente experiencia para tratar con niños. — Alexander me explicaba.

—Por supuesto que sí, estoy mentalizada desde esa vez que creí estar embarazada por tres meses, luego resultó ser que tenía colitis y lombrices en el estómago, fue muy lamentable... estaba a punto de casarme.

—Alexander, hablaron los socios, quieren que les confirmes si volaremos este fin de semana o no. — Me interrumpió la mujer, también me miró de una forma amenazante. Alexander lo pensó unos segundos, cuando por fin decidió hablar.

—Estará a prueba, quedan cuatro días para ese viaje. — Dijo en tono de advertencia hacia mi.

—¡Sí! —Salté de mi silla, estaba realmente feliz. El sueldo era lo que mas me traía loca.

—Deberá quedarse toda la semana que me iré, quedará a cargo de todo junto a Andrés y quiero ver si podrá, si no es el caso... lo lamento mucho pero ni usted tendrá el trabajo, ni yo viajaré.

—Tranquilo, para que vea mi compromiso con esto. —Tomé una pluma y firme el contrato  —Me mudaré aquí mañana mismo.

Giré hacia la puerta y salí casi corriendo con una gran sonrisa en la cara.

—¡Felicidades! — Andrés estaba en la puerta sacudiendo unos retratos.

—Deberás ayudarme, Andrés.

—Deberá traer más galletas para toda la semana, señorita Valeria.

—Dime Val — Lo abracé y seguí saltando alegre hasta la puerta.

Oliver me esperaba en el auto.

 

La despedida en mi casa fue muy alegre por parte de todos, hasta mi madre me ayudó a hacer la maleta. Las ronchas de la espalda de mi padre habían disminuido y no podía haber otro día mejor.

— Val —Dijo en tono de saludo Andrés. 

Entré a la casa y me quite el abrigo que traía, había llegado muy temprano, eran las siete de la mañana. No pude dormir en toda la noche, así que al primer indicio de ruido en la calle, me levanté y ahora estoy aquí.

—Hola, Andrés — Dije muy contenta. Él tomó mi abrigo y lo puso en un armario que estaba al lado de la puerta de entrada. También tomó ambas maletas que llevaba. —Tratalas bien o explotaran, están muy llenas. —Él miró mis maletas por un buen rato.

— En un momento bajarán todos a desayunar. Espere en la sala y después desayunamos juntos. — Pasé a la sala y estaba muy ansiosa, recordaba a Michelle. Pero a Adela no la conocía ¿ella sí se parecería a Alexander?

—Buenos días. — Una voz conocida saludó a mis espaldas. Cuando voltee, me encontré con los lindos ojos de Michelle.

—Hola, linda. — Ella se sorprendió al verme y se acercó de inmediato a darme un abrazo.

—¿Qué haces aquí? — Dijo asombrada.

—¿Tu padre no te lo dijo? — Negó.

—Oye, Val. Vamos a desayunar ¿Nos acompañas? — Michelle me invitó.

—Claro que sí. —Caminamos y pasamos de largo la oficina, toda la casa era bellísima y el comedor no se quedaba atrás por nada.

Había un comedor de ocho sillas. Me pregunto si tendrán siempre invitados o ¿Por qué tantas sillas?

—Val, el té que me dijiste redujo todas las molestias — Me comentó.

—Lo sé linda, todas las mujeres de mi familia lo toman, hasta cuando solo fingen estar enfermas.

Alexander entró al comedor y le dio un beso a Michelle en la frente.

—¿Señorita Valeria? No pensé que viniera tan temprano.

—Hay que ser comprometido.

—Papá ¿Tú la invitaste? — Michelle no terminaba de creerlo.

—¿No te lo contó Andrés? Eso sí que es noticia. — Michelle río por el comentario de su padre.

—¡Papá! Creo que me siento mal. —Entró una mini Michelle al comedor en bata y con la cara embarrada de algo viscoso y las manos de igual forma. —Es el virus que dijo el doctor que es muy contagioso.

Al acercarse me llego el olor a champiñones.

—Al parecer Andrés sí les dijo. — Alexander tomó asiento.

La mini Michelle se acercó a mi y me embarro en todo el pantalón lo que ella tenía embarrado.

—Creo que si no sales, morirás conmigo. — Y diciendo eso se tiró al suelo quedando "inconsciente"

Andrés entró con una mesa con ruedas donde estaba toda la comida.

—Andrés, ¿Servirás crema de champiñones? Porque tengo un antojo inmenso. —Le dije al reconocer lo que era lo que me había embarrado la mini Michelle.

—Eso lo comimos ayer, Val.

—¿Y no sobró nada? — Quité un poco de crema de mi pantalón y la probé. — Está buena.

Andrés se acercó al ver la escena dramática que había formado la mini Michelle.

—Al parecer ya no.

—¡Adela! ¡Levántate del suelo!— Alexander comenzó a limpiarle el rostro con una servilleta.

—Adela, fue una falsa alarma. Ella no es. — Michelle tomó asiento.

—¿No es quién? — Alexander siguió con las manos.

—La nueva niñera.

—Pues... — Se detuvo de limpiar a Adela. —Sí lo es.

—¿Qué?— Michelle se levantó de la silla con cara de asombro. — ¿Serás mi niñera? 

—Sí, linda. —No sabía cómo lo tomaría, creo que ella sí me vomitaría encima.

—¡Oh, por dios! ¡Será fantástico! — Me abrazó.



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Editado: 30.09.2020

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