La niñera

Buena noche

—¡Es increíble! —El señor Alexander azotó la puerta de entrada.


—¿Qué? —No entendía.


—¡Casi nos roban!


—Pero no lo hicieron, hasta nos devolvieron las llantas. —Fui optimista.


—La próxima vez —Se estaba quitando el abrigo mojado y los zapatos.—Yo elegiré el lugar.


—¿Habrá próxima vez? — Dije insinuante.


—¡Sabe a lo que me refiero! — Yo también me quite los zapatos y el abrigo, los dejamos al lado de la puerta tirados. Andrés ya se hará cargo mañana.


—Solo un favor — Le daba la espalda al señor Alexander. — Desabotoneme, el cierre si puedo bajarmelo sola. —Mi vestido tenía un botón y a continuación el cierre.


Lo hizo y juntos subimos las escaleras.


—Que tenga buena noche —Decía algo cansado.


—Gracias. —Le dije algo melancólica.


—¿Por qué siento que no me agradece solo por las buenas noches?


—Porque no solo le agradecí eso. Gracias por hoy, aunque no haya sido perfecto como todo su mundo. —Me reí irónica —Gracias por no despedirme y gracias por cantar… Aunque no lo haya hecho mejor que Justin Bieber. —Le susurré. Me sonrió.—Buenas noches.


—Gracias. — Me respondió.


—¿Por qué siento que solo lo dice por las buenas noches? — me indigné.


—Me divertí —Fue lo único que dijo antes de entrar a su habitación. Yo seguí mi camino hacia la mía.

 

 

~~~

 

 

A la mañana siguiente me dolía la cabeza, me puse mi bata que hace juego con la pijama y bajé, las niñas y Andrés estaban en el comedor.


—Buenos días — Saludé pero hasta mi voz me molestó.


— Hola, Val. ¿Ayer a qué hora llegaron? —Preguntó Michelle.


—No lo recuerdo, tal vez a las cuatro.—Entró Paula al comedor mientras yo me sentaba— Solo hemos dormido tres horas más o menos.


—¡Oh, Valeria! ¿Por qué le cuentas a las niñas eso? — Paula me regaño.


—¿De qué habla? —Andrés me servía el desayuno.


—El que has dormido solo tres horas. Aunque ya sabiamos lo facil que eras.—Se burlaba Paula — ¡No me digas que es Joaquín! Ahora sí que me sorprendiste.


—Buenos días —Entró el señor Alexander fresco, bañado y perfumado. Bostezó.


—Buenos días señor —Andrés sonrió ampliamente —¿Cómo durmió? 


—Mal, solo dormí tres horas.—Se sentó en su silla.


—¡¿Qué?! —Al parecer Paula se imaginaba otra cosa. Lo que sea que se imagina… creo que me gusta.


—Paula ¿Tienes el contrato que te pedí redactar?  —El señor bebía café.


—Emmm… sí, sí lo tengo —Sacudió la cabeza. 


—De acuerdo —Se levantó de la mesa —Vamos.


—¿A dónde va sin desayunar? —Lo regañé.


—A una junta, debería haber salido hace cinco minutos. Por lo que pasó ayer se me olvidó.


— Sobre eso… —Andrés nos interrumpió —Ya he recogido la ropa y los zapatos que dejaron tirados por todas partes anoche. —Solo quería molestar a Paula.


— Señor Alexander, en el camino puede comer algo. —Le puse algo de comida en un pan y fui a dárselo. Él lo mordió de inmediato— ¿Dice que es importante su junta? —Le pregunté mientras arreglaba su corbata.


—Sí — Dijo con la boca llena.


—Entonces debería ponerse otra corbata—Le recomendé. Se pasó la comida.


—Señorita Valeria, la contraté de niñera, no de asesora de modas —Me miró mal y salió del comedor junto con Paula.


—Se la va a cambiar —Les dije a todos. Ellos rieron.


—¿Cómo se la pasaron anoche?—Michelle insistía.


—¿No se les hace tarde para la escuela? —Les recordé. Con mala cara se fueron. Michelle solo quería saber si terminamos en la cárcel.


— ¿Cómo se la pasaron? —Andrés se sentó en el lugar del señor Alexander y recargó su cara sobre sus manos poniéndome toda la atención.


—No terminamos en la cárcel, Andrés.


—¡Sí! — celebró —¡Gané! 


—¿Acabaste? — Tome de mi café.


—Ya, cuéntame — Se sirvió un café.


— Andrés, fue increíble —Comí mientras le platicaba a Andrés todos los detalles de la noche anterior, la cena, el cangrejo, el bar, las canciones y el asalto. Él se reía y sorprendía mientras pasaba mi historia.


—Es decir que casi pierdo la apuesta.


—Podría decirse.


—No puedo imaginarlo ¿El señor cantando? —Se burlaba.


—Odié mentirles a mis amigos, crecí prácticamente con ellos ¿Qué pasará si un día se dan cuenta que les mentí?


—No lo sabrán. —Dijo confiado.


—¿Cómo lo sabe? — dudé.


—Mi familia piensa que yo soy el gran productor.


—¿Qué? ¿Cómo?


—Les dije que mi nombre artístico es Alexander Maldonado y que tengo 2 hermosas hijas, si mis padres no han averiguado que es mentira todos estos años, sus amigos no lo sabrán.


—¿Cómo mantienes tu mentira? —Le pregunté sintiendo increíble lo que él me contaba.


—Mis padres viven en otro estado, prácticamente a siete u ocho horas en autobus, nunca querrían viajar tanto para verme.


—¿Pero solo se los dices? ¿No te piden fotos, pruebas o algo?


—Me ven en las revistas, en casi todas las fotos de revistas salgo yo junto con el señor Alexander, las revistas dicen “El famoso productor Alexander Maldonado y su mayordomo” —Hizo señas con sus manos mostrando un gran espectacular.


—Y supongo que su familia piensa que el señor Alexander es el mayordomo.


—Claro que sí. 


—Aunque admito que es un plan brillante, mis amigos no viven a más de una hora de aquí.


—No todos corremos con la misma suerte. —Se encogió de hombros, se levantó y comenzó a recoger los platos.


—No puedo creer que le hagas creer eso a tu familia —Lo ayudaba a recoger la mesa.


—Ellos no podrían aceptar que a mis cuarenta y cinco años sea un mayordomo.



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Editado: 30.09.2020

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