La niñera

Bizarro universo

— Sí, de acuerdo… —Se escuchó la voz de Andrés, llegó a la sala solo. —Val, creo que estoy perdido. — Ni siquiera se había dado cuenta de las personas ahí.

—Ya somos dos — Dije en voz baja, solo había una salida a esto. — ¡Amoor! —Grité con alegría. — ¡Ya llegaste! Es que esta casa es tan grande que no te había visto. — Le pasé mis manos por su cuello. —Ellos son el tío Jack— Dije susurrando — La insoportable de Miranda , eres Alexander y estamos felizmente casados. — Él volteó a ver a los demás.

—¡Oh, hola! —Dijo simpáticamente —¿Ahora qué le decimos a mis padres? — Me susurró.

—Que no le habías dicho que nos casamos, que íbamos a ir a verlos. — Fue hasta el tío Jack muy sonriente.

—Alexander Maldonado, productor. — Se estrecharon la mano.

—Jack.— Se habían tragado la mentira.

—Miranda .— Se presentó cuando Andrés le dió la mano.


—Mucho, gusto —Andrés no dejaba de reír nervioso. —¿Y usted es…? — Estaba tan nervioso que no había reconocido ni a mí madre.

—Soy tu suegra —Le recordó.

—¡Oh, cierto! — Reia nervioso — Es que me embriagué en la boda —Explicó. Todos comenzamos a reír —¡Mamita, ven acá! —Abrazó a mi madre le dió un beso en la frente.

—Alex —El tío Jack llamaba a Andrés. —Alex —Repitió, le di un codazo para que reaccionara.

—Oh, sí. Soy yo. — Le puso atención.

—Mi hermana. — Señaló a mi madre. — Dice que eres muy bueno para los negocios…

—Oh, sí. Pero lo que más disfruto es el tiempo que paso con Val, mi amada esposa. El negocio me mantiene algo ocupado y maldigo cada segundo que no estoy a su lado. —Me abrazó.

—¡Oh, Alex mi amor! —Le di un beso en la mejilla.

—¿Qué? ¿Sales con ella?— Sus padres estaban llegando a la sala. Todo estaba perdido.

—Miren, dejen presentarles a mis suegros. — Fui a abrazarlos. — Son los padres de Alexander y han venido a visitarnos.

—No sabíamos que te habías vuelto a casar.— Sus padres estaban muy confundidos.

—Íbamos a visitarlos nosotros para darles la sorpresa. —Andres les explicó.

—De acuerdo y ¿Dónde están sus hijos? — Miranda volteó a ver todo el lugar buscándolos. — Quisiera conocerlos. — Se puso de pie. — O debería decir tus hijos, Alexander. Porque sabemos que no son fruto de tu vientre, Val. — Seguía con el veneno.

—Por eso este vientre. —La madre de Andrés señaló mi estómago —Todavía puede usar bikini, señora. — Apuntó las caderas anchas de mi prima.

La señora me defendió, era una buena suegra… ¿tal vez si tratara con otros ojos a Andrés...? ¡No, no! Él es como mi hermano.

— Bueno, desgraciadamente nuestras dos hijas que adoran a Val no están aquí, fueron al museo.—Andrés explicaba.

—Son niñas muy cultas. — Dijo mi madre.

—¿Y las niñas están solas en el museo?— El padre de Andrés preguntó.

—¡No, no! ¿Qué tipo de madre creen que soy? — Me reí — Ellos fueron con… ¿Con quién? —Le pregunté a Andrés.

—Con… —Lo pensó un segundo—  Max, el mayordomo.

—Sí, el mayordomo está con ellos. No hay nada de qué preocuparse.

Todo se estaba acomodando, tomamos asiento en el sofá y sólo debían fluir las cosas.
De pronto la puerta se abrió.

—¡No adivinaran qué pasó! —El señor Alexander entraba con las niñas. —Cerraron el museo porque ayer robaron una pintura muy valiosa ¿Pueden creer en qué mundo vivimos? Ya no respetan el arte. —Andres y yo corrimos hasta ellos, teníamos la atención de todos. El señor Alexander se quitó su abrigo y se lo aventó a Andrés. —Ten. —Andrés no tomó el abrigo y este cayó al suelo.—¿Qué pasa? —El señor Alexander miraba el abrigo en el suelo.

—¿Quién es él? —Mi tío Jack preguntó.

—Él es… —Comencé a hiperventilar— Él es Max, el mayordomo. —El señor Alexander me miró sorprendido y confundido. Estábamos muertos.

 

~~~
 


—Salgo de la casa por una hora y al regresar me encuentro con un bizarro universo paralelo donde yo soy tú—Señalo a Andrés— tú eres yo y ahora eres el esposo de ella —Me apuntaba el señor Alexander cuando nos estaba regañando a Andrés y a mí en su oficina.

Estábamos Andrés y yo parados frente su escritorio y él del otro lado de pie también, las niñas estaban sentadas en un pequeño sofá.

—Debe de admitir que podría ser peor —Me defendí.

—¡Señor! —Andres decía suplicante— Sabemos que las cosas están mal pero si la verdad se sabe, los familiares de Val no dejarán que olvide todo esté teatro.

—Y si los padres de Andrés se enteran de que toda su vida es una mentira, hasta podrían dejarlo sin apellido. —Lo pensé un segundo y fui hasta su lado, me senté en el escritorio. —¿Por qué no mira el lado amable de esto? Sus empleados se apoyan y se han unido ¿No es eso un lindo detalle? —Andrés fue a mi lado y me abrazó por los hombros.

—¡Claro que es lindo! — Nos contestó con ironía. —Quizá puedan conseguir trabajo juntos.

—Papá, creo que debemos hacerlo. Ellos hacen mucho por nosotros y podemos regresarles aunque sea un poco, es lo mínimo que podemos hacer —Michelle nos apoyaba.

—Esto es absurdo, no voy a hacerlo y se acabó.

—Pero papi, tú siempre nos has dicho que tenemos que hacer algunos sacrificios por los que queremos, por los amigos. —Adela le cuestionó al señor Alexander.

—Escuche a su presidenta de la clase — Recomendé.

—¿Lo que quieren que suceda allá afuera es que yo haga lo que ustedes me digan y comprometer mi integridad?

—¡Exacto! Solo eso. — Sé que está a punto de ceder.

—¿Quién vota que sí? —Adela preguntó.

Todos levantamos la mano, menos el señor Alexander que se dirigía a la salida.

—De acuerdo, si quieren salir de todo este enredo que han provocado… adelante, pero yo no participaré y tampoco las niñas. Nos iremos a nuestras habitaciones y ustedes podrán hacer lo que se les venga en gana.

—¡Pero papá! —Adela le suplicaba —¿Que los niños no tenemos derecho a elegir?

—¿Los niños? —Preguntó el señor Alexander —No, no pueden.



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Editado: 30.09.2020

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