La niñera

Feliz cumpleaños

—Val —Le hablaba a coco. —Val. — Esperé un segundo. — ¡Dí Val! — Comencé a desesperarme.

—¡Señorita Valeria! — Gritó coco.

—¡Por favor, señorita Valeria! Dejé en paz al pobre loro. — El señor Alexander pasaba al lado mío.

—Quiero que me diga Val. — Le expliqué. — Solo sabe gritar ¡Señorita Valeria! — Imité a coco.

—Es que es lo que más escucha decir. — Andrés se nos unió.

—Val —Volví a tratar.

—Ya déjelo descansar.— Me decía el señor Alexander.

—Pero me dijo el entrenador de coco que debo hablar mucho con él.

—¿Y le dijo que le contara sobre su familia? ¿Eso no es maltrato animal? — El señor Alexander se burló y él y Andrés se reían de mí.

—No, pero me dijo que nunca viera o escuchara algo producido por usted. — Le respondí al señor Alexander.

Andrés y yo reímos, después recordamos que es el jefe.

—Que graciosos, ¡Ahora, dentro de la jaula!— Ordenó molesto. — Vendrá alguien.

—Coco sabe comportarse — Lo defendí.

—Me refería a usted. — Se fue riéndose de mí.

Michelle y Adela entraron.


Adela fue corriendo a saludar a coco y después me saludó a mi.

—Val ¿Puedo hablar contigo?—Michelle me preguntó.

—Claro, linda ¿Qué pasa?

—Se acerca el cumpleaños de papá y la verdad es que no sé qué regalarle, hace un año hubiera optado por una corbata, un portafolios o una pluma. Pero ahora siento que debe ser algo más.

—¡Oh, linda! ¿Qué te parece si vamos de compras? Has ahorrado ¿Cierto? —Puse mis manos en la cintura.

—¡Claro que sí, Val! Quiero que sea sorpresa, él siempre se espera sus fiestas o sus regalos. Cada año es lo mismo, siempre estamos Adela, Andrés, Paula, él, yo y algunos socios que Paula invita. — Explicó. — Así que la fiesta de cumpleaños es una cena de negocios cada año. — Se quejó con pesar. 

—Linda, lo planearemos todo. Decoraremos la casa, compraremos obsequios y tu padre no tendrá ni idea.

 

~~~
 


Han pasado dos semanas desde que hemos planeado todo, le enseñé a Coco a cantar la canción de feliz cumpleaños. Invitamos a mi madre, a Oliver,a Lau, a Pedro (el sexi hombre de la tienda para mascotas con el cual he estado saliendo) y hasta iba a sacar a mi abuela del asilo unas horas.

Era tiempo de poner todo en marcha.

—Buenos días — Entré al comedor.

—Muy buenos días, señorita Valeria. — El señor Alexander estaba muy arreglado, estaba al teléfono. — ¡No, no! El foro no da para la escena que estás planteando. — Esperó respuesta. — Sí, esta vez sí contraté los efectos especiales que querías. —Seguía hablando.

—Señor, si entra otra llamada. Es para mí, estoy esperando una llamada de Lau, le sale más barato hablar a la casa. —Traté de decírselo bajo mientras me sentaba.

—Estoy hablando con Lau. — Me avisó y siguió en el teléfono. — Sí, la luz es la misma que usaron en Avatar...

Después de unos minutos me pasó el teléfono y Lau me llamaba para confirmarme su asistencia. Cuando colgué la llamada le presté más atención al señor Alexander.

—¿Saldrá? — Pregunté.

—Tengo una junta, pero trataré de regresar temprano. — Me informó.

—¿Cuál es la prisa? — Dije sin importancia tomando agua.

—¿No recuerda qué día es hoy?— Se rió por mi falta de memoria.

—Viernes. — Dije tratando de hacer memoria.

—Viernes, veinte.— Afirmó.

—¡Cierto! ¡Lo había olvidado!

—¡Sí! Y la verdad… — Estaba muy contento.

—¡Es el remate de mi tienda favorita! Lo estuvieron anunciando todo el mes. ¡Gracias por recordarme, señor Alexander! — Andrés me servía café y el señor Alexander parecía algo confundido.

—¡Ya te dije que no! — Michelle y Adela entraban al comedor y tomaban sus asientos.

—Hoy es el único día de visita. — Adela rogaba.

—Pero tengo cosas que hacer. — Discutían.

—¿Qué pasa, niñas? —El señor Alexander trataba de que dejaran de pelear.

—Quiero ir a visitar a la abuela de Val, pero Michelle no quiere llevarme.

—¿A la abuela de la señorita Valeria? — El señor Alexander parecía confundido.

—Sí, ella me cuenta la misma historia una y otra vez. Estoy intentando memorizarla. — Le explicaba.

—Linda, si quieres yo te llevo. — Le ofrecí, tal y como nuestro plan iba.

—¿Cuándo es eso? — Preguntó el señor Alexander.

—Hoy — Respondió Adela casualmente.

—¿Hoy? — Parecía un poco desilusionado.

—Señor. — Andrés se aclaró la garganta. —Sé que mi día libre es hasta mañana. Pero quería cambiarlo, tengo una reunión con mis amigos que no puede ser cambiada para otro día. —Andrés también estaba en el plan.

—¿Sus amigos que también son mayordomos? — Le pregunté.

—Sí, solo entre nosotros nos entendemos. — Me respondió.

—¿Hablan sobre cómo quitar manchas y hornear panques? — Pregunté interesada.

—Es más que eso, Val. — Me explicó. —A veces ponemos grabaciones de timbres y nadie abre la puerta.

—No puedo ni imaginarlo. — Le respondí irónica.

—Claro, Andrés. ¿Regresaras muy tarde?  — El señor Alexander estaba algo decaído.

—Tal vez sí, señor. ¿Se le ofrecía algo?

—No, no. —Tomaba su café.

—Val ¿A qué hora regresarás a la casa? Iré con Sam a hacer un trabajo que debemos entregar mañana ¿Puedes pasar a recogerme?

—¡Claro, linda! Llamame a mi teléfono.

—De acuerdo, terminaré un poco tarde porque es un gran proyecto. La maestra es una gran amargada que solo nos deja trabajo para molestarnos. — Michelle siguió contando sobre la maestra que la odia, después me platicó sobre su ruptura con Todd.

Michelle terminó con Todd porque hay un muchacho que le gusta, parece que es muy estudioso o al menos eso es lo que he entendido. Al señor Alexander le encantó la idea de que Michelle terminará con Todd, aunque se puso mal cuando se enteró por qué.

—El transporte no tarda en llegar, vayan a lavarse los dientes. — Me levanté de la mesa y el señor Alexander también, le acomodé la corbata.



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Editado: 30.09.2020

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