La niñera

Baguette

No dormí nada, estuve despierto con la mente en blanco. ¿Hoy llegará la señorita Valeria?

—¿Y Val? —Adela llegó al comedor extrañada de no ver a su niñera en la mesa.

—Ella tuvo que salir por un tiempo indefinido. —Le contesté.

—¿Por qué no nos dijo?

—Me pregunto lo mismo.— Le respondí.

—Anoche no pude dormir. —Nos contó Adela a Michelle y a mí.

—Su padre tampoco. —Andres se metía donde no lo llamaban.

—¿Por qué? —Michelle le preguntó.

—¡Tuve una pesadilla horrible!

—¡Alexander! — Paula entró al comedor y se situó en la silla de la señorita Valeria.

—¿Qué pasa?

—Tengo buenas noticias. —Lucia más alegre que cualquier otro día que la haya visto. —Falta algo. —Miraba alrededor. —Oh… no está la molesta niñera. —Sonreía más ampliamente.

—No, tuvo que salir. —Le informé.

—¿Y quién cuidará a tu hija y al hijo de Lombardo? —Preguntó un poco nerviosa.

—¡Cierto! No había pensado en eso. — Otra cosa en qué le pensar.

—Entonces… ¿Valeria ya se siente como en su casa y piensa que puede faltar cuando se le antoje hacerlo?

—Bueno, tuvo que hacerlo por una buena razón. —La justifiqué.

—Si sigue así… solo espero que las niñas no se encariñen tanto con ella.

—Paula… es su niñera —Le expliqué. —Y espero que siga siéndolo. —Terminé mi café y con un gesto le señale a Andrés que me diera más

—Pero si ella no está… ¡Esto era muy importante, Alexander! — golpeaba la mesa con nerviosismo.

—Lo siento, Paula. Pero tendrás que cancelarle a Lombardo y a su hijo. —Di solución a ese problema.

—¡Ya lo tengo! Yo cuidaré de ellos. — Paula se ofreció.

—¿Tú? —Se me hacía algo verdaderamente extraño.

—¡Claro!

—Pero a ti no te gustaban los niños. —Le recordé.

—¿Seguiremos viviendo en el pasado? — Sonreía. —Esto es importante para ambos y lo haré.

Adela me hacía señas en modo de negación.

—Esta bien pero ¿Estarás bien cuidándolos? Es mucha responsabilidad y paciencia, Paula.

—¡Claro que sí! Las mujeres tenemos ese instinto, es un don. Tenemos la naturaleza de cuidar a nuestro niños.

—No hay que confiarse, algunas hembras se comen a sus crías. —Andres hizo un mal chiste.

—¡Está bien! Adela, irás al parque con Paula. —Afirmé los hechos.

—Así comenzaba mi pesadilla. —Adela tenía una mala expresión en el rostro.

 

~~~
 


Paula fumaba en la terraza que hay afuera de la oficina.  Yo leía unos papeles que tenía que firmar para validar algunos contratos.
Andrés puso un horrible árbol, parecía que quería torturarme, ese arbol se lo regaló la señorita Valeria. Ella tiene un problema que al parecer la hace comprar cosas o inútiles u horrorosas.
Por ejemplo: ese árbol es artificial ¿Por qué alguien compraría algo así? Cualquier persona compra una planta artificial, pero ella compró un arbol.

Andrés entró a mi oficina.

—¡Andrés, quita esa horrible cosa de la terraza! —Le ordené.

—Paula, el señor Alexander quiere que te quites de la terraza.

Paula apagó su cigarro y entró.

—Andrés ¿Qué te he dicho?— Lo reprendí.

—Alexander ¿Por qué no puedo fumar dentro? — Paula se quejaba.

—Paula, si quieres envenenarte hazlo tú sola. Pero Andrés es alérgico. —Le expliqué.

—Owww, es muy triste que lo que usted tanto ama me de alergia y no pueda hacerlo cuantas veces quiera. —Andrés se disculpaba con Paula.

—Paula, de acuerdo a este contrato. ¿Nuestro siguiente guión estrella ha sido borrado de nuestros derechos?

—Sí, Navarro le ofreció un mejor negocio. Le pagará casi el doble de lo que nosotros podemos ofrecerle. Con mejores efectos, mejor instrumental y todo lo que quiera el escritor de la película.

—¡Paula! —Inicié a perder el control. Ella tomó una zanahoria de un plato que tenía en mi escritorio. —Yo descubrí ese guión primero y quiero producirla. ¡Solo por una vez quiero estar arriba de esa maldita…!

—Yo también te quiero arriba, Alex. —Paula me interrumpió.

—Oh, pero… —Andrés comenzó a hablar pero Paula metió la zanahoria que tenía en la mano en la boca de Andrés impidiendo que hablara.

—Alex, si la película que estrenaremos es un éxito. Él querrá volver y todo depende de la crítica.

—Creo que tienes razón, Paula. Necesitamos a Lombardo de nuestro lado.

 

~~~
 


—Dieciséis, diecisiete…

—¿Qué está haciendo, señor? —Andrés se acercó a mí, me encontraba en la sala con una agenda, contabilizando los días.

—Cuento 28 días desde que la señorita Valeria haya actuado tan raro como esta vez. La última vez me odió durante cuatro días, tuve que comprarle unos aretes de diamante.

—Si ese es el caso, este mes quiere la gargantilla que le haga a juego. —Comenzo a reír.

—Andres, no te burles. Necesito descartar cualquier cosa que pudo haber pasado, ella esta confundida.

—Señor, creo que esto le ha obsesionado. ¿No será que en el fondo usted quiere que eso pase?

—¡Claro que no! Si yo quisiera eso, ahora estaría saltando de gusto y no rompiéndome la cabeza. —Andrés comenzaba a molestarme. —Andrés, por cierto. Necesito mi cuaderno amarillo donde apunto todo ¿Lo has visto?

—No recientemente, señor ¿Dónde lo usó por última vez?

—¡Agh! ¿Por qué siempre preguntan eso? ¡Si recordara dónde lo usé por última vez iría por el y no te molestaría preguntándote! —En verdad que estaba molesto. De pronto se me iluminó la mente. —¡En el piano! —Me puse de pie. —Estaba anotando algo y después callé a Michelle que estaba tocando. —Fui al piano y justamente ahí estaba, lo tomé. — ¡Andrés, eres un genio!

—Es un honor ser el aire que mueve sus alas, señor. —Puso los ojos en blanco.

La puerta se abrió mostrando a Paula y a Adela entrar, habían llegado del parque y yo necesitan saber qué había pasado. ¿Su hijo le hablara bien de nosotros y después todo se resolvería? Porque ahora es lo único que necesito.



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Editado: 30.09.2020

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