La niñera

Terminamos

POV ALEXANDER

 

—Alexander, debemos tener esos contratos a más tardar mañana o las cosas se atrasarán. — Paula me recordaba.

—Lo sé, Daniela y yo nos reuniremos mañana con otros inversionistas.

—¿Por qué Daniela? — Me pedía una explicación. — ¿No te basta con Valeria? ¿Necesitas la clon también? — Parecía molesta.

—Paula ñ. — La miré a los ojos. — Creo dos cosas. Una es que no tienes porqué cuestionarme eso porque… dos, es mi vida privada. — Le dejaba muy en claro.

—Creo que tienes razón, Alexander. Lo siento. — Se sentó en el sofá, alguien tocó la puerta de la oficina. Cosa que no pasaba a menudo porque Andrés y la señorita Valeria entraban siempre interrumpiendo. Las niñas no se pasaban por aquí y aparte están en la escuela.

—Pase. — Dije y la puerta se abrió.

—Alex. — Daniela entró.

Todos estos días había aprendido a diferenciarlas, no fué difícil. La señorita Valeria usa faldas cortas y Daniela usa faldas mucho más cortas.
La señorita Valeria pasa sin avisar y Daniela toca.
La señorita Valeria usa diferentes peinados cada día, aunque lo que usa más frecuentemente es el cabello suelto y Daniela siempre usa el cabello amarrado en una perfecta coleta.
La señorita Valeria se maquilla de diferente forma los ojos, usa colores discretos y elegantes, mientras que Daniela no usa color en los ojos.

—¡Daniela! Pasa. — Le sonreí un segundo aunque después volví a los papeles que estaba leyendo.

—¿Nos permites un momento? — Le preguntó a Paula… y la guerra comienza ahora.

—Sí, estaré en la sala. — Paula sin pelear y de buena forma tomó los archivos que estaba ordenando y salió.

Me quedé un poco asombrado.

—¿Qué pasa, Dani? — Dejé a un lado mis papeles.

—Hablemos de nosotros. — Se quedó del otro lado de mi escritorio.

—¿Qué? — Me puse de pie, estaba muy confundido.

—Emm… ¿Sabes? Para mi terminó y debemos continuar, ya sabes sin resentimientos.— Tenía la voz un poco tensa.

—¿Qué? ¿Qué terminó? — La miraba fijamente.

—Ya sabes, lo nuestro. ¡Ya lo sé! Ya sé que estás loco por mi pero no será posible, Alex.

—Daniela, Daniela… —La detuve. — Creo que estás algo confundida, yo pensé que éramos solo buenos amigos. — Aclaré. Caminé hasta quedar frente a ella y me recargue en el escritorio.

—¿Qué? — Parecía no entender — ¿Quieres decir que no hay nada entre nosotros? ¿Y que nunca lo ha habido?

—Bueno. — Suspiré. — Yo lamento haberte dado una idea equivocada, Daniela. — Estaba muy apenado con ella.

—¡Oh, no, no! Tú no tienes la culpa, yo malinterpreto estas cosas todo el tiempo, lo que pasa es que estoy muy desesperada, ya lo sabes primero mi esposo me dejó. Pero mejor hay que hablar de eso otro día. — Sonreía, se lo había tomado muy bien.

—¿De acuerdo? — Esta es la conversación más extraña que he tenido con ella.

— Bueno en fin tengo que irme, chao. — Se acercó.

Accidentalmente al querer besar nuestras mejillas nos rozamos los labios. Sentí algo, algo dentro de mi.

Era una sensación de placer, de deseo, de cariño, incluso hasta de amor. No pude contenerme y la besé, fue un beso rápido aunque no nos alejamos. Las cosas que sentía se intensificaron, algo me pedía volverlo a hacer, su respiración, su olor, sus ojos, sus labios me hipnotizaron y Daniela tomó la iniciativa.

Volvió a besarme, esta vez con más pasión, con más desesperación. Yo hice lo mismo, la abracé fuerte por la cintura y ella pasaba sus manos por mi cabello atrayéndome más hacia ella, tuve que terminar aquello. Estaba confundido.

—¡Oh, Daniela! — La abracé, me sentía cómodo en sus brazos. Tenía los ojos cerrados de todos los sentimientos que tenía en ese momento.— ¡Daniela, Daniela! Lo siento. — Admití. — No sé qué pasó. De pronto sentí algo, algo por ti. — La abrazaba fuertemente.

Con una mano acaricié su espalda y de pronto sentí algo irregular. Abrí los ojos y me topé con una etiqueta, la voltee y leí.

Era una etiqueta de la tienda a la que la señorita Valeria siempre compraba, ¡Ella era la señorita Valeria y no Daniela!

—¡Oh, Alex! ¡Esto no puede ser!— Decía pero no dejaba de abrazarme.

—¡Daniela! ¡Pero sentí algo! — Necesitaba vengarme de ella ¿Cómo pudo hacerse pasar por su hermana? — ¡Sentí algo por tí, algo que he estado ocultando desde que te conocí! Cuando la señorita Valeria nos presentó yo supe que te amaba. — Ella me empujó.

—¿¡Qué!?¡Pero creí que dijiste que solo eramos amigos! — Me reclamaba enojada.

—¿Qué? ¿Eso? Siempre lo digo, no te lo tomes muy enserio. En verdad que siento algo por tí, Daniela. Pero no dejo que las mujeres se me acerquen mucho y menos en esta casa, siempre le doy largas a su hermana para que no sepa que en realidad soy un mujeriego. — Ella se alejó más, puso sus manos en el pecho y se tiró al sofá. — ¿Daniela? ¿Te sientes bien?—La tomé entre mis brazos.

—Sí, sí. Solo que no te imaginaba así, Alexander. — Contestaba con dificultad. — Es mi hermana y ha vivido engañada. Creo que debo ir con ella, me necesita. — Se levantó de un salto y quiso salir corriendo, la detuve y la senté sobre mis piernas.

—¡No! Espera, Daniela te amo.

—¡No, alejate de mi! — Me gritaba mientras trataba de ponerse de pie en vano. Yo le daba besos por el cuello y trataba de llegar a su boca. — ¡Alejate! Basta — Cada vez peleaba sin más fuerzas.— Déjame en paz, déjame en paz — Se dejó besar —Dej…

—Daniela, puedes decirme loco o impulsivo pero… ¿Te casarías conmigo? — Era la cereza del pastel.

—¿¡QUÉ!? — Se levantó empujandome. — ¿CÓMO ES POSIBLE QUE LE PIDA MATRIMONIO A...? — De pronto quedó muda. — ¿Sabes? Estaba hablando con mi hijo por teléfono y también me vino a buscar un cura. Debemos hablar esto otro… —Divagaba, me acomodé la corbata.

—¿Señorita Valeria? — Le mostré que ya sabía que era ella. Abrió la boca en forma de asombro.

—¿¡Sabía que era yo todo este tiempo!? — Concluyó.



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Editado: 30.09.2020

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