La niñera

Decisión de Val

POV VALERIA

 

—Señorita Valeria, es Laura. — El señor Alexander me extendía el teléfono, estábamos un sábado por la mañana todos en casa, a coco le encanta vivir en mi cabello.

No me molesta del todo, sólo cuando comienza a tener hambre y a picotearme las raíces.

—¿Sí? — Comíamos palomitas, veíamos de nuevo la película donde la protagonista está a punto de casarse y de repente su amigo de la que ha estado enamorada por siempre le dice que la ama interrumpiendo su boda.

— ¡Val, te tengo una sorpresa! — Me gritaba.

—¿Juntaste el dinero suficiente para la lipo, Lau? — Era la escena del beso.

—No. — Decía desanimada. — La sorpresa no es tan buena , pero sí muy buena para ti. — Ya me había picado la curiosidad, me estaba comenzando a morder las uñas.

—Dimelo ya, Lau.

—Alguien quiere hablar contigo.— Se escuchó que pasaba el teléfono a otras manos.

—¿Val, eres tú? ¿Val, te acuerdas de mí?— Esa voz.

Me quedé en shock unos segundos, después me levanté rápidamente del lado del señor Alexander y subí las escaleras para encerrarme en mi habitación.

—¿Diego? — Pregunté esperanzada.

—Sí, muñequita ¡Volví! — No estoy segura qué fue lo que verdaderamente pasó, todo me daba vueltas y tuve que sentarme en la cama.

—¿Estás hablando en serio? — Creo que esto es un sueño, me puse de pie y corrí a toda velocidad hacia la pared, al estrellarme en ella y no atravesarla me convencí que estaba despierta.

—¡Val! ¿Todavía te azotas en las paredes para saber si estás soñando? — Me regañaba.

—Esto es un sueño, Diego. Han pasado muchos años. — Me sobaba la cabeza por el golpe.

— Lo sé, pero yo cumplo mis promesas y quiero verte. Lau me dijo dónde estás viviendo y voy para allá, solo llamé porque sé que odias que todo sea de improviso y no puedas arreglarte.

—¡Espera! — Lo detuve —Mejor yo voy para allá. ¿Nos vemos en casa de tu madre?

—No, muñequita.— Hace mucho que ya nadie me llamaba así. — Compré una casa, está un poco lejos de aquí pero quería verte.

—Pasame las dirección, iré a verte a dónde sea.

—No me iré de aquí sin verte y no haré que vayas muy lejos. Me hospedare en un hotel, te paso la dirección y ahí nos vemos, muñequita.

Esto iba a ser algo muy extraño, me bañé y vestí como nunca, algo lindo, que me hiciera ver joven y fresca. 
Lo vería, lo vería después seis años de estarlo esperando.

Diego sentía que no tenía muchas esperanzas aquí y al mismo tiempo le surgió una oferta de trabajo muy grande, lo malo es que tenía que irse a otro país.

Se fué y me dejó con la promesa de que algún día regresaría y que si yo, cuando él regresara seguía amándolo entonces él se casaría conmigo. Nunca llamó, nunca me contactó, tuve una relación con él de tres años y después se fué seis. Lloré por un año, no salía con chicos ni intentaba alguna otra cosa con nadie, mi madre me hizo darme cuenta que quizá él se había olvidado de mí y que yo debía hacerlo con él.

Mientras me maquillaba, las niñas y el mismo señor Alexander entraron a mi habitación, nadie entendía qué pasaba conmigo, creo que me preguntaban algo pero mi mente estaba llena de recuerdos y no había cupo para nada más.

Salí de la casa, tomé un taxi y respiré hondo.

 

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—¿Val? ¡Muñequita! — Diego corrió al verme, me cargó entre sus brazos.— ¿Cómo estás? Sigues luciendo como toda una modelo.

—Y eso que me puse lo primero que encontré. — Mentí, me había cambiado de atuendo más de ocho veces.

—Val, mi madre te manda saludos. Te extraña.

—Sí, lo sé. Todavía habló con ella y le mando obsequios en su cumpleaños.

—Lo sé, ella me lo dijo y quiero darte las gracias por eso, nunca la olvidaste.

—Claro que no, ella no me olvidó así que a ella no la odio. — Le insinué mi dolor y me alejé de él.

—¡Val, lo siento! — Acortó la distancia de nuevo. — Yo no podía hacerte eso, tener contacto contigo para que tú siguieras aferrada a mi. Yo te quiero y quería que vivieras lo que tuvieras que vivir. Te lo dije.

—¡Seis años! — Le reclamé. — Seis años y tú te atreves a regresar diciendome que me lo prometiste y que volviste… es como la segunda parte de monsters inc. Termina en una promesa y años después salen con algo que ni querías saber.

—Val… —Se quedó callado, quizá pensando en algo para engañarme de nuevo.

—Ya no estoy interesada, Diego.

—Si ya no estás interesada ¿Por qué aceptaste verme? ¿Por qué estás aquí y me dijiste que irías a cualquier parte a verme? — Me retó.

—Solo para que veas lo que perdiste y ¡Jamás! Volverás a tener. —Me di media vuelta y me dirigí hacia la salida.

—¡Val! — Me detuvo, me giró y abrazó — Yo te quiero y sé que tú también me quieres. — Me besó.

—No te quiero — Traté de zafarme, pero volvió a besarme — No te quiero. — Estaba envuelta en recuerdos, lo dulce que era, lo mucho que lo quise. Volvió a besarme — No te… — Me quedé hundida en todos estos sentimientos y nos besamos por un buen rato más. Después recordé todo lo que lloré cuando se fué.— ¡No! — Me zafé de él.— No voy a volver contigo y perder otros tres o seis años de mi vida contigo esperándote y que al final no me digas que me casé contigo.

—¿Eso es todo? ¿Por eso estás molesta? ¿Porque no nos hemos casado? — Se puso de rodillas, aqui enfrente de todos los que ya estaban mirando nuestra discusión. — Valeria Lira te pido que te cases conmigo.

— ¿Qué? —Hasta se sentía raro escucharlo.

—¡Te pido que te cases conmigo! ¡Te extraño! ¡Te amo! —Sacó una caja con un anillo dentro, tal y como en todos mis sueños. Busqué una pared cerca y comencé a correr hacia ella.

 

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Cuando recuperé la conciencia corrí a casa de mi madre, tenía que hablar con ella.

—¡Mamá! —Grité entrando.

—¿Qué pasa? — Estaba poniéndose tubos en la cabeza.



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Editado: 30.09.2020

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