Abro mis ojos con lentitud y lo primero que veo son unos elegantes zapatos de aguja color rojo.
—Auch —suelto un quejido cuando mi cuerpo por fin responde, sentándome en el suelo y frotando mi cabeza, dolorida.
—Vaya, ya era hora —escucho una voz de femenina y por fin deparo en quien posee el elegante calzado.
—¡¿Pero qué?! —retrocedo aun en el suelo de la impresión.
Sentada en un sofá de cuero rojo se encuentra una ¿demonio?
Su piel es de un escarlata brillante y tiene un cuerpo de infarto, unos botines con tacones de aguja que suben por sus bien formadas piernas enfundadas en unas medias de malla, un short extremadamente corto de faja y una blusa de tirantes que se ajusta a sus formidables tetas. Todo el conjunto oscuro, añadiéndole unos guantes, están diseñados para resaltar su figura.
Su cabello es rubio, al llegar a su cadera comienza a tener una tonalidad rosa clara y sobre su cabeza dos cuernos rojos con líneas negras no le quitan un gramo de belleza.
Sus orejas son puntiagudas y tiene varios pircings en estas, sus ojos son verdes y se asemejan a los de un felino.
— ¡Hey! ¡Humana! —chasquea sus dedos con aquellas uñas puntiagudas perfectas y rojas—. Sé que tus comunes ojos no están acostumbrados a apreciar la belleza del infierno, pero tienes que reaccionar.
—¿Quién? ¿Quién eres tú? —cuestione y miré la habitación con paredes rojizas y llena de todo tipo de tesoros—. ¿Dónde estamos? ¿Cómo llegué aquí?
—Ok, ok, una pregunta a la vez —extiende su mano hacia mí –porque me había quedado como tonta en el suelo–, y yo la tomo, poniéndome de pie—. Mi nombre es Anarka y soy una súcubo, estamos en el plano infernal, específicamente el castillo del Rey, y llegaste aquí...bueno, tu alma llegó aquí junto al rey a través de un portal.
En ese momento sentí que entré en un proceso de Loading...
¿Pero que me está contando esta tipa? ¿Y que carajos es un súcubo?
—¿Donde está Luc?
De inmediato frunce su ceño ante el nombramiento.
—¿Quién es Luc?
—Lucifer, mi jefe —aclaro, mirando alrededor, distraída.
—Vaya, ¿te deja llamarlo así? Solo sus siervos más cercanos lo tienen permitido —comenzó a dar círculos a mi alrededor, inspeccionándome, y me sentí agobiada e incómoda—. ¿Por qué nuestro rey traería a un alma humana pura al infierno personalmente?
«¿Alma pura? Mi biblioteca de Wattpad se debe estar burlando de su comentario en estos momentos.»
—Me contrató como la niñera de sus hijos.
De repente, Anarka, en medio del círculo que hacía a mi alrededor –y que estaba segura que si seguía abriría un hueco en el suelo– se cayó de bruces.
Por un momento creí ver palidecer su rostro rojizo antes de comenzar a carcajearse de lo lindo y sentarse en el piso aun cagada de la risa.
Inflé mis mejillas, molesta.
—¿Y tú de que vas? ¿Por qué te ríes? —Me quejé.
—Lo siento —fingió secarse unas lágrimas inexistentes—, no puedo creer que le hayan encomendado cuidar a esos malcriados a una simple humana. Necesitarás la mayor de las suertes, junto a un enorme crucifijo y agua bendita muy posiblemente.
Nota mental: conseguir un crucifijo y agua bendita.
—Anotado —expresé, nerviosa.
—Oh, lindura —Me miró de una manera intensa y colocó un mechón de cabello tras mi oreja—. ¿Qué tan desesperada tenías que estar para aceptar este trabajo?
«Mucho.»
—Bueno, yo también podría pagarte bien —Su lengua, tal como la de una serpiente, vibró fuera de sus labios—. Tienes un aroma exquisito —sujetó mi barbilla y me sorprendí al tener su rostro tan cerca del mío—. ¿Quisieras un intercambio?
«¿Pero que carajos...?»
Me aparté de ella, de manera brusca, y tomé una posición defensiva.
—Lo siento, pero no me gusta la empanada.
Ella parpadeó una tres veces seguidas en estado total de confusión.
—¿Empanada? ¿Qué tridentes es eso?
—Anarka, deja de molestar a mi invitada.
De repente, la pared se abrió y volvió a cerrar en una especie de círculo, dejando ver la figura de mi sensual jefecito pasar a la estancia.
—Mi Rey —Anarka hizo una reverencia formal hacia Lucifer pero él la ignoró rotundamente.
Se detuvo a un metro de mí y me extendió su mano.
—Venga conmigo, señorita Roberts —pidió y coloqué mi mano sobre la de él, bastante insegura de sus acciones.
Un portal se abrió bajo nosotros y caímos.
(...)
—¡Perro del mal! ¡Ya basta! —gritaba sofocada mientras el perro endemoniado de tres cabezas con cola de reptil me perseguía por el maldito infierno y yo corría como si mi vida dependiera de ello.
Lo cual hacía.
¿Y como llegué a este momento?
—Auch —sobé mi trasero cuando al caer por el portal hecho por Lucifer terminamos en, literalmente, alguna parte del infierno—. ¿Dónde estamos?
—En el Tártaro, donde mantenemos prisioneras a las almas más corrompidas y peligrosas —explica—. No se aleje de mí.
Me puse de pie comenzando a avanzar por aquellos pasadizos de un tono rojo oscuro y lleno de un olor asqueroso. Me fijé en las paredes y caí en cuenta de que su color provenía de la enorme cantidad de sangre seca.
«No vomites, aquí no hay sensura de arcoíris.»
—¿Y a dónde vamos? —pregunté dudosa.
—Liberaremos a mis bebés —aclaró como si del pan de cada día se tratase.
¿Por qué tendría encerrados a sus propios hijos aquí abajo?
Y yo pensé que cuando mi padre me castiga sin televisor ni celular era el peor padre del mundo. Casi sentí lástima por los pequeños a los que tendría que cuidar.
—¿Por qué me pidió a mí que los cuidara? ¿Aquí abajo no hay niñeras infernales? —cuestioné, interesada.
—Se puede decir que sí, pero los irresponsables de mis hijos necesitan un período de vivencia en la Tierra. Tal vez así desistan de sus intentos por destruirla —Su voz se oye irritada y yo me he quedado en shock, tal vez por quinta vez en lo que va de conocerlo.
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Editado: 26.09.2025