La niñera fea de mis hijos

Capítulo 2: Secreto

Oliver

Llevo un trago a mi boca y suspiro al sentir el fuerte sabor del whisky, luego de un largo día lo necesitaba, seguramente los niños ya están dormidos, quizás como buen padre debería ir a verlos, pero hace años que dejé de ser un buen padre, aun recuerdo cuando supe que sería papá, fue el mejor día de mi vida, pero todo cambió cuando ella salió de mi vida, observo la bebida en mi vaso sin dejar de pensarla, es tan difícil hacer esto sin ella, era buena madre, con ella los trillizos eran otros, ella los educaba, los enseñaba y los quería, respiro hondo echándola de menos, necesitando ir a verla mañana.

—¿Cansado? —miro a mi lado cuando Julio, mi mejor amigo se sienta y suspiro

—Un día horrible

—Al menos mañana ya tendrás una niñera —río con sus palabras

—No me la recuerdes por Dios

—Por cierto, ¿cómo se llama? —lo miro

—Ni idea, ni le pregunté el nombre al bicho

—¿Bicho? —ambos reímos

—Debiste verla Julio —digo pensando en esa mujer —es realmente horrible, se viste como mi abuela o bueno, peor, realmente espeluznante y su pelo, por Dios, parecía una telaraña tirada de mala manera

—Ya para Oliver —mi amigo ríe —no puedes estar hablando en serio, no hay mujeres feas —río con eso

—No has conocido a la hija del gobernador, ni siquiera sonríe —me acomodo en mi asiento —y no quiero que lo haga, de solo imaginar sus dientes —mi amigo bufa

—Creo que exageras

—Mañana vas a verla y no digas que no te advertí, ni tu meterías tu mano ahí —lo miro, Julio se echa a reír y me pongo de pie dejando mi vaso ahí —por hoy doy por acabado mi día.

—Hasta mañana señor Presidente —sonrío con sus palabras y echo a andar a mi habitación, solo que a medio camino me detengo frente a esa puerta que me separa de mis hijos, sus palabras hacia mí nunca son buenas y lo merezco, claro que si, les he dado todo excepto amor, dando un suspiro me alejo de la puerta y voy a mi habitación.

—Estoy haciendo mal mi trabajo —murmuro tomando con delicadeza la mano de mi esposa, esa en donde tiene el anillo que una vez le di, miro su rostro, está algo pálida y odio verla así, suspiro —no como presidente, pero si como padre —añado sin dejar de observarla, hace cuatro años que está en coma, cuatro largos años he pasado sin ella —ojalá estuvieras para ayudarme, tú lo estarías haciendo muy bien y ellos no serían como son —mis ojos se llenan de lágrimas recordando ese día en que la perdí, está viva, pero es justo como si no estuviera —pero no perderé las esperanzas amor mío —beso su mano —vas a despertar, lo sé y cuando suceda todo va a cambiar —acomodo su mano y me pongo de pie, sin dejar de mirarla voy hacia la puerta y una vez ahí aprieto fuerte mis puños cerrando los ojos, cada día vengo a este hospital queriendo ver mejorías pero nunca sucede.

Camino hacia el salón mirando mi teléfono y al llegar ahí y verla a ella me detengo de forma rápida, por Dios, la ropa que trae se le ve peor que la anterior y pensé que eso no era posible.

—Señor Presidente le estaba esperando —ella se pone de pie

—Señorita Levy —doy un paso hacia ella, pero me detengo —vamos, voy a presentarles a mis hijos —le sonrío y ella solo asiente

—Estoy deseando hacerlo —volteo y le digo que me siga, echo a andar sintiendo sus pasos tras de mí, quizás debería preguntar su nombre, pero en fin, ¿para qué? Abro la puerta y entro, sonrío, todo está limpio como pedí.

—Sígame —le indico y ella solo asiente, camino por la estancia y al doblar un pasillo solo puedo ver a Sam con el globo lleno de pintura en sus manos y lo lanza hacia mí, soy bastante rápido haciéndome a un lado, pero entonces escucho el sonido de ella y la miro, no sé si reír o gritar, su rostro está lleno de pintura roja y solo escucho las risas de mis hijos.

—Dios mío —susurro sin saber qué hacer mientras ella intenta limpiar la pintura, solo me alejo un poco, no queriendo que me ensucie

—¿Quién es la vieja papá? —miro a Gina cuando pregunta

—Ella es la nueva niñera y

—Dile que se vaya —señala Jason sonriendo —por favor papá, ¿no pudiste pedir a alguien más feo? —se echan a reír

—Samuel pídele disculpas a la señorita Levy —miro a mi hijo, el cual solo se cruza de brazos —Samuel —gruño rabioso

—Mi nombre es Valeria —habla la chica y la miro, sigue con pintura en su rostro y gafas, pero al menos ya se le ven los ojos —y seré la nueva niñera —ella mira a los niños

—¿Eso significa que no vas a salir corriendo ahora de aquí? —Valeria niega y Samuel da un paso hacia ella

—No

—Te acabo de ensuciar y no dejaremos de hacerlo, además, no te vamos a hacer caso y haremos que salgas de aquí más fea que como eres —ruedo los ojos con las palabras de Samuel

—Samuel pídele disculpas o

—Me quedaré —la chica me interrumpe acercándose a ellos —y seré la niñera, haré que limpien esta habitación completamente solo ustedes —ella se agacha frente a ellos —y los haré tragarse la palabra fea —escondo mi risa, eso ya será imposible —además, a partir de ahora en esta casa jugarán mi juego y por solo una cosa que me hagan yo haré que se arrepientan tres veces —mis hijos la siguen mirando y hasta a mí me causa temor su voz.

—Papá la niñera esta no me gusta —habla Gina bufando

—Déjanos solos, señor Presidente —pide ella y yo sin decir nada rápido me alejo, le doy un mes a esa chica para irse de aquí, nadie aguanta a esos pequeños.

★★★

Valeria

No debí aceptar nada de esto, pero negarme sería perder la herencia de mi padre y lo admito, el dinero me da igual, pero que mis hermanos se queden con este no, así que no me quedó de otra, solo espero poder seguir con mi vida estando en este lugar. Los tres niños me desafían con la mirada y sonrío, veo como entrecierran sus ojos al ver mi sonrisa y suspiro poniéndome de pie.

—Necesito esta noche salir de aquí sin que nadie me vea —digo mientras miro todo

—¿Cómo dice? —miro a la niña ignorando la pregunta del tal Samuel




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