Valeria
No dejo de pensar ni un segundo en las palabras del hermano del presidente, el cual bien temprano me envió un mensaje recordándome todo, espero paciente a que los niños estén listos y no dejo de estar nerviosa, no quiero que mi padre vaya a la cárcel y sé que lo hará porque sé de sobra lo corrupto que ha sido durante años, pero tampoco puedo llevar a los niños y hacer que se enfrenten a una cámara para hablar mal de su padre, ellos quieren a este aunque lo nieguen, alzo una ceja cuando los veo acercarse, Gina está preciosa con un bonito vestido y Samuel y Jason parecen sacados de revistas con los trajes que traen puestos.
—Waw, están hermosos —Sam ríe
—Lástima no poder decir lo mismo de ti —ruedo los ojos con sus palabras
—Vamos, llegaremos tarde —echo a andar y salgo de la habitación, mi corazón late con prisa, mi pulso no se controla y los nervios me tienen mal, además de que no puedo olvidar la mirada del presidente anoche hacia mí. Cuando salimos de la casa me detengo por completo, no veo la cantidad de autos que imaginé que habría, solo uno, bastante normal y tampoco veo periodistas por ningún lado, bueno, ya llegarán luego supongo, voy hacia el auto en el cual los trillizos ya están y al subir respiro hondo al ver que solo puedo sentarme al lado del presidente.
—Se ven bien —dice en voz baja mirando a los niños que están en frente y juegan con teléfonos
—Dígaselo a ellos —le miro, no lleva un traje caro puesto, solo una simple camisa y un pantalón bastante normal.
—Me dirán alguna palabra hiriente —sonrío dejando de mirarlo cuando él posa su mirada sobre mí.
—¿Y los periodistas o su traje caro? —él ríe
—Mi directora de campaña ahora mismo está maldiciéndome por ir en contra de lo que ella tenía planeado, pero lo pensé mejor, me hiciste ver que estaba haciendo un bien solo por verme bien —él baja la mirada —no habrá escándalo, no habrá reportes ni nada parecido Valeria —asiento lentamente sin dejar de mirarlo —pasaremos tres días en ese pueblo, quizás a los pequeños les guste un poco el campo —él mira hacia sus hijos.
—Señor
—Sé la opinión que tenías de mí —él continúa hablando —y quiero que sepas que es errada, no hago esto por la campaña, es más, es un plan de años, todos estos años he abierto varias escuelas en lugares rurales donde la educación era muy mala, también he arreglado escuelas y hospitales, he donado materiales para la educación y he hecho fiestas para recolectar dinero y dar becas a estudiantes —me mira y su mirada choca con la mía —Valeria no quiero que pienses mal de mí.
—¿Y por qué le importa eso? —el presidente no responde, más bien se queda pensativo y debo dejar de mirarlo sintiendo algo extraño, culpa, culpa porque no he dicho nada sobre su hermano, culpa porque pretendía dar una entrevista en donde arruinaría su reputación y él no es una mala persona, no ha sabido ser padre y lo estoy juzgando por eso cuando tiene otras cualidades, sin decir nada me alejo un poco más de él pegándome casi a la ventanilla y en todo el trayecto permanezco en silencio, solo se escucha las voces de los niños, que están entusiasmados con el viaje.
Cuando bajamos del auto solo sonrío al ver a todas las personas que esperaban al Presidente, el cual, ha traído pocos hombres y solo lo observo mientras saluda alegre a las personas, a algunas las abraza y a los niños los despeina con cariño, yo solo tomo la mano de Gina y camino hacia la casa en donde nos quedaremos.
—Es bonito este lugar —va hablando la niña —me gusta —agrega cuando entramos a la casa, pequeña, sencilla y cómoda. —además, es la primera vez que salimos a pasear con papá —sonrío
—Solo nos trae por la campaña electoral —bufa Sam —así que deja la alegría Gina
—No digas eso Sam
—¿De qué lado estás? —me mira mal en mi intento de defender al Presidente
—Del de ustedes, claro está
—Entonces debes saber que tenemos razón —habla Jason —él solo nos trajo por la campaña, ve y sal Valeria, dile que te presente como la niñera ante todos —ríe —no lo hará, es más, nos dirá que nos quedemos aquí hasta que él quiera y a ti ni te dejará salir de la casa —el niño se lanza a un sofá
—Niños —ellos me miran —quiero que se porten bien, estaremos tres días aquí y no quiero travesuras —Sam sonríe
—Ya veremos —sus palabras son simples y luego se aleja, sus hermanos lo siguen y entran a lo que parece una habitación, yo solo respiro hondo sabiendo que harán algo para arruinar al Presidente.
—Te noto distraída —la voz del presidente hace que aguante la respiración —¿no te gustó que lo hiciera todo bien cómo querías? —me giro hacia él y miro sus ojos, sé que es ahora o nunca, los trillizos no están presentes y... respiro hondo.
—Los niños creen que haces todo por la campaña —suspira
—Lo sé y no tengo forma de hacerlos creer otra cosa —él mira su reloj —Valeria quiero que para la cena estén listos, saldremos a comer a un restaurante que queda cerca y al cual nos han invitado —me quedo mirándole recordando las palabras de Sam.
—¿Quiere sacar a los trillizos a comer? —él asiente —¿Y a mí? —me señalo y sonríe
—Si los traje hasta aquí no fue para tenerlos en esta casa encerrados —sigo mirando sus ojos
—¡Dios! —paso las manos por mi rostro
—¿Qué pasa Valeria? —ríe —descuida, no pediré que te arregles, ya sé que te gusta andar así y cada uno con sus gustos, yo
—Su hermano quiere que de una entrevista en unas horas y que hable mal de usted en televisión nacional junto con sus hijos —hablo rápido soltando todo y el ceño del presidente se frunce —tiene pruebas de que mi padre es un corrupto y va a presentarlas si no lo hago, no sé que hacer y aunque sé lo mal padre que usted es no quiero hacerlo —doy un paso hacia él —sigues siendo el presidente del país y yo trabajo para usted, además, soy amiga de sus hijos —lo veo tensar su mandíbula.
—¿En unas horas? —me mira más que confundido