Taly respiró jadeante y miró a Lucien, quien no pudo evitar sonreírle antes de levantarla en volandas y llevarla a la cama.
La dejó caer con sutileza y acarició su rostro, acomodando el desordenado cabello mientras ella solo le observaba expectante.
Recorrió con sus nudillos las mejillas de la joven, despacio y comenzó un recorrido lascivo que partió desde el mentón, pasando por el cuello, atravesando el valle de los senos y se detuvo ahí, dando una caricia morbosa que la hizo suspirar
Le observó y se aventuró a desvestirla con lentitud, quitando el veraniego vestido con tranquilidad pasmosa mientras la niñera solo veía con atención, sin saber qué debía hacer ella mientras Lucien quitaba su vestido.
Pronto se vio desnuda y con solo su sostén cubriendo sus pechos, pero no tardó en verse sin la última prenda, cuando el presidente lo quitó sin mayor dificultad.
La hizo acostarse de nuevo y acarició su cuerpo una vez más, recorriendo todo el costado y prestando especial atención a los firmes senos de la chica.
Se acercó a lamerlos y succionó las puntas, disfrutando de la forma en que los pezones se ponían duros y ella gimoteaba ante las nuevas sensaciones. Con una de sus manos, apretó el pecho de la chica y lo masajeó, pellizcando el erecto pezón mientras su lengua lamía y succionaba el otro.
Taly emitió un gemido y se sintió avergonzada de lo que hacía, pero también tuvo que reconocer que le estaba gustando y que tenía intenciones de culminar.
Unos minutos después, ella se estuvo retorciendo de placer y tratando de contener los gemidos que pugnaban por salir de su boca; sin embargo, Lucien no le daba tregua, puesto que pronto llevó de nuevo sus dedos a la entrada de su sexo y comenzó a estimularla.
Recorrió su hendidura y esparció la humedad que rezumaba por toda su abertura. De cuando en cuando la penetraba despacio y comenzaba un mete y saca lento que se iba haciendo más profundo cada vez, yendo más dentro y haciendo que las sensaciones se intensificaran.
Finalmente retiró sus dedos dentro de ella, los lamió con deleite y ella solo pudo mirarle con los ojos entrecerrados, entregada por completo a la lujuria y con los labios entreabiertos sin poder contenerse.
Aun en medio de la penumbra, Taly miró alrededor de la habitación, definitivamente masculina. La enorme cama era iluminada por la luz natural de la luna y por las farolas del jardín.
Lo observó detenerse y arrodillarse frente a ella solo para quitarse el resto de la ropa.
Pronto la americana de Lucien voló lejos, la corbata tuvo el mismo fin y finalmente luego de unos segundos, el presidente estaba luciendo su desnudez frente a ella en todo su esplendor.
Taly desvió la mirada hacia el falo del hombre, estaba dura y fue la primera vez que vio un hombre completamente desnudo, un hombre adulto claro estaba.
Así, arrodillado, le quitó las sandalias y besó sus pies desde los dedos hasta las rodillas, rozando la piel con sus húmedos labios y dejando que los vellos se erizaran con su caliente aliento.
Ella solo podía dejarlo hacer, incapaz de poder reconocer cuales eran las cosas que se esperaban de una mujer en la cama.
—¿Qué tengo que hacer? —preguntó apenas audible y Lucien la miró a través de sus azules ojos.
—Nada, lo haré yo —respondió el presidente, a sabiendas de que era inexperta—. Puedes tocarme.
—¿Dónde? —cuestionó de nuevo la niñera.
—Donde quieras —replicó con seguridad—. Por ahora solo date la vuelta sobre la cama.
La orden provocó un estremecimiento en Taly, quien sintió un calor recorrerle, producto de la excitación que en ese momento se estaba apoderando de ella.
Se dio la vuelta y se acostó boca abajo en la cama; no obstante, el presidente la tomó de las caderas y la levantó para dejarla a gatas sobre el colchón.
Se arrodilló detrás de ella y ayudado por sus manos, separó las piernas y la instó a colocar el pecho pegado a la cama. Taly obedeció y pronto se vio culo en pompa con Lucien detrás de ella.
Gritó cuando sintió la lengua del hombre recorrer la cara interna de sus piernas y cómo sus manos separaban sus glúteos para enterrar la cabeza entre los pliegues de su sexo.
Su corazón latió a prisa y su rostro enrojeció, no supo si de placer o de vergüenza cuando los labios del presidente succionaron los pliegues de su sexo y su lengua recorrió toda su hendidura.
Entretanto, él usó su lengua para recorrer y lamer sus jugos, separando sus labios vaginales y usando sus dedos para puntear la entrada del sexo de Taly, quien presa de las sensaciones, aferró las sábanas con sus manos, apretando en un puño y arqueando la espalda mientras sentía los hambrientos labios del presidente recorrer todo su sexo.
Pronto, los dedos comenzaron a penetrarla con dureza mientras sus jadeos mutaron a pequeños gritos suplicantes al tiempo que su lengua torturaba su hendidura y usaba sus labios para succionar su endurecido clítoris.
Con una de sus manos frotó el henchido botón mientras con sus otros dedos le follaba el coño sin preámbulos y a la vez que su lengua le torturaba recorriendo entre sus labios y esparciendo la humedad de su encharcado sexo.
Sintió un calor eléctrico recorrer su bajo vientre, tensar cada uno de sus músculos y las paredes de su coño, comenzaron a contraerse alrededor de los dedos de Lucien, quien no paraba de apoderarse de su sexo con la boca y con sus dedos.
Taly no supo cómo sentirse, jamás había probado nada como eso y cada parte de su cuerpo quería sucumbir a algo que no podía nombrar, así que pronto se vio gimiendo el nombre de Lucien de formar dolorida y desgarradora; al mismo tiempo su coño se vio empapado de sus jugos cuando se corrió en la boca de Lucien y este probó sus mieles, gustoso y sintiéndose victorioso de lograrlo.
—Qué bien sabes —musitó Lucien aun relamiéndose los labios cuando se apartó de ella.