La luna iluminaba tenuemente el instituto, bañando los pasillos vacíos y el patio silencioso con un brillo plateado. Sonic caminaba junto a los nueve miembros del grupo, sintiendo un cosquilleo de nervios y emoción.
—Bien… aquí es donde empieza lo real —dijo Haru, con voz firme—. Recuerden, nadie debe saber nada de esto.
Sonic respiró hondo. Esta era su primera noche con “La noche de la muerte”, y sabía que cada movimiento contaba. No se trataba solo de fuerza o habilidades, sino de coordinación, estrategia y confianza entre ellos.
El grupo avanzaba en silencio, como sombras deslizándose entre los edificios. Cada miembro mostraba sus talentos:
Leo y Haru vigilaban los perímetros, atentos a cualquier movimiento sospechoso.
Kai y Riku se adelantaban, analizando rutas y posibles riesgos.
Ren y Sora se movían ágilmente, preparados para cualquier situación.
Yuto y Akira coordinaban desde atrás, asegurándose de que nadie cometiera errores.
Kaito supervisaba la seguridad general.
Sonic no era el más fuerte del grupo, pero sus habilidades especiales empezaron a mostrarse:
1. Ojos carmesí → le permitían percibir movimientos y detalles que otros pasaban por alto, vigilando cada sombra y esquina.
2. Poder copiar habilidades → imitando pequeños movimientos de los demás, pudo reaccionar mejor y apoyar donde era necesario.
3. Super velocidad → corrió rápidamente para cerrar una puerta y cubrir la retaguardia.
4. Fuerza sobrehumana → levantó un obstáculo pesado que bloqueaba el paso del grupo.
5. Resistencia sobrehumana → soportó la tensión y el esfuerzo sin fatigarse, manteniéndose activo toda la misión.
Aunque sus habilidades eran impresionantes, Sonic aún actuaba con frialdad y cálculo, controlando sus emociones para que sus ojos carmesí no se desbordaran. Cada acción que realizaba lo mantenía en el grupo y le permitía ganar la confianza de sus compañeros, sin robarles el protagonismo.
Cuando la misión terminó sin incidentes graves, regresaron a sus habitaciones. Sonic, mientras caminaba, pensó:
—Esto es solo el principio… pero algo me dice que lo que viene será mucho más difícil.
Haru miró a Sonic con una leve sonrisa:
—Bien hecho, Sonic. Hoy mostraste lo que puedes hacer, pero recuerda: nadie más debe saber lo que hacemos aquí.
Y mientras la luna seguía iluminando el instituto, Sonic comprendió algo: de día era un estudiante normal, pero de noche, junto a este grupo, sus habilidades y misterio lo convertían en algo único.