La noche de la muerte

Circuito de obstáculos

El sol caía lentamente mientras el equipo se acercaba al área del circuito de obstáculos. Rampas, cuerdas, paredes y plataformas desafiantes llenaban el espacio, creando un escenario perfecto para probar velocidad, agilidad y coordinación.

—¡Recuerden mantener la coordinación y cubrir sus puntos fuertes! —dijo Kaito, observando la estructura—. Cada segundo cuenta.

El primer tramo fue para Ren, quien escaló la pared con facilidad, ayudando a los compañeros a superar obstáculos difíciles. Sora siguió, saltando sobre plataformas inestables con equilibrio perfecto.

Cuando llegó el turno de Sonic, tomó aire y avanzó con una velocidad sorprendente, esquivando obstáculos y saltando con precisión milimétrica. Sus ojos carmesí captaban cada detalle, permitiéndole reaccionar antes de que los obstáculos se volvieran un problema.

—¡Wow! —exclamó Haru—. ¡Mira cómo lo hace!

Sonic no solo avanzaba rápido, sino que también ayudaba a sus compañeros. Señales y pequeños empujones estratégicos los guiaban, permitiéndoles superar las partes más complicadas del circuito. Su grupo lo seguía de cerca, coordinado y confiado.

A mitad del circuito, aparecieron obstáculos inesperados: cuerdas enredadas y plataformas móviles que obligaban a pensar rápido. Sonic tomó la delantera, pasando con facilidad y alentando con gestos a los demás. Cada movimiento parecía natural, pero su fuerza y resistencia sobresalían, aunque sin que nadie pudiera notar la magnitud de su potencial.

Desde un costado, Emili observaba y sonrió. Sonic, al percibir su mirada, le devolvió un gesto discreto, sintiendo una chispa de conexión mientras avanzaba.

Finalmente, el equipo llegó a la meta, respirando pesado pero con sonrisas de satisfacción.
—¡Increíble trabajo, equipo! —dijo Kaito, orgulloso—. Cada uno ha dado lo mejor, y eso nos pone en buena posición para las siguientes pruebas.

Sonic respiró profundo, sintiendo orgullo y emoción. El circuito había sido un desafío, pero su grupo había trabajado unido y él había podido demostrar parte de su verdadero potencial, sin revelar todavía sus secretos más poderosos.

Mientras se alejaban, Sonic miró a Emili y sonrió levemente. Aquella mirada silenciosa decía más que cualquier palabra: cada prueba los acercaba más, y cada desafío fortalecía su vínculo como equipo.




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