El lunes llegó y con él la rutina del instituto. La noche de la muerte volvió a mezclarse entre los demás estudiantes, actuando como cualquier grupo de compañeros normales. El día anterior en el parque de diversiones parecía un recuerdo lejano, pero sus risas y pequeñas competencias todavía quedaban en la memoria de cada uno.
—Chicos, no podemos confiarnos —dijo Kaito mientras caminaban hacia su salón—. La misión sigue siendo secreta, y nadie debe sospechar nada.
—Tranquilo, Kaito —respondió Haru—. Nadie podría imaginar lo que realmente somos.
Sonic, con su habitual expresión calmada, caminaba junto a ellos. Sus pensamientos iban y venían entre la rutina de clases y la misión que habían completado, evaluando siempre cómo mantener al grupo seguro y en secreto.
Al llegar al salón, Sonic vio a Emili conversando con su grupo de amigos. Él le dedicó un breve saludo con la mano, y ella le sonrió discretamente, pero nadie notó nada fuera de lo común. Todo parecía normal, como cualquier lunes más.
Durante la primera clase, los estudiantes se concentraron en las lecciones, pero los miembros de La noche de la muerte no podían evitar observar los alrededores, analizando cualquier detalle que pudiera resultar sospechoso. La rutina escolar no era tan simple como parecía; siempre había que mantener la guardia, aunque solo fuera un reflejo de sus vidas como grupo secreto.
Entre clases, Sonic compartió bromas ligeras con su equipo, disfrutando de la sensación de normalidad. Riku hizo una imitación graciosa de la misión del almacén, provocando risas contenidas entre ellos, mientras Kaito les recordaba mantenerse atentos.
—No podemos dejar que la rutina nos haga descuidar nuestro objetivo —murmuró Sonic para sí mismo, mientras tomaba asiento—. Todo esto es solo un respiro antes de que las cosas se compliquen de nuevo.
Al final de la jornada, el grupo salió del instituto juntos, caminando como cualquier estudiante común. La rutina continuaba, pero Sonic sabía que cada momento de normalidad era un lujo, y que detrás de esas paredes y pasillos, La noche de la muerte seguía lista para cualquier desafío que apareciera.
Mientras Sonic observaba el cielo al atardecer, sonrió levemente, pensando en la próxima misión y en cómo mantener su vida normal y su secreto perfectamente equilibrados.