La noche de las brujas

5.Noche de verdades

Todas las personas extrañas se dispersaron después de la sentencia de la mujer.

Yo, sin embargo, me quedé estática al lado de mi madre y de Kirara, sintiéndome vulnerable entre tanta gente. La mirada de mi madre me reconfortó y sus labios moldearon un 'Todo va a salir bien' y medio convencida, asentí.

'A esa bruja le quemaba los cuatro pelos que tiene' Resonó en mi cabeza la voz de Kirara, y sonreí. Los ojos del zorro brillaron con un atisbo de cariño.

Mi madre me guió a través de la multitud siguiendo las espaldas de Circe, el señor antipático y las otras mujeres que les acompañaban.

Éstas se giraron al llegar al centro del salón y Circe dio dos pasos hasta mí, mi madre me soltó la mano lentamente y la mujer quedó de nuevo frente a mí desafiándome con la mirada.

—Es hora de saber que llevas dentro, jovencita. Esperemos que presentes algo más de magia que tu madre y no nos hayas hecho hacer el viaje en vano —Suspiró.— ¿Has probado a hacer magia?

Negué con la cabeza.

Su expresión se volvió frustrada.

La otra mujer que había dado paso a la ceremonia minutos antes se interpuso entre yo y Circe.

Su vestido era parecido al de Circe, los adornos dorados eran más claros, apenas se podían percibir en el vestido. Su cabello negro estaba semi recogido, los grandes mechones delanteros se unían por la parte trasera creando una bonita flor de cabello. Varios rizos definidos cortos caían por su frente, el resto de su larga melena definida caía en olas sobre su pecho y su espalda.

Sus ojos azul cielo me miraron con simpatía, y sus labios carmesí interrumpieron de nuevo a una irritada Circe.¹

—Querida, —Su rostro era casi angelical— tranquila, simplemente concentrate. Tenemos que ver primero si eres capaz de formar magia antes de hacerte la prueba de magia.

Y sonrió dulcemente.

Sus manos se posaron en las mías con delicadeza y levantó mis manos hasta la altura de mi pecho.

Me las colocó como si estuviera sujetando una esfera invisible y entonces me miró.

—Al hacer el pacto, tuviste que hacer magia, si no, no puede completarse. ¿Qué es lo que pasó? —Habló suavemente.

—Fuego, mis manos ardieron y sentí todo mi cuerpo arder —Hablé casi en un susurro.

—Está bien, querida, eres un alma de fuego. ¿Crees que podrías hacerlo de nuevo?

Circe chasqueó la lengua con desesperación.

Clavé mi mirada con odio en ella, y volví a posar mis ojos en la mujer frente a mí, ella parecía la más joven de todas pero, sin embargo, no mostraba inexperiencia en absoluto.

—Céntrate —Me dijo ignorando a las personas detrás suyo.

Todas las personas en la sala tenían sus ojos puestos en mí, como alfileres que me pinchaban la nuca.

Busqué a Kirara a mi izquierda, que por alguna razón me calmaba sentirla conmigo.

Intenté centrarme escuchando la voz de la chica que sujetaba todavía mis manos, y hablaba como si fuera una sesión de meditación.

—Ahora cierra los ojos, céntrate en el fuego, piensa en el sonido de las llamas chispeando. Imagina que tienes tus manos puestas en una hoguera en el jardín. A pesar de que las tienes cerca del fuego, sientes frío, tus manos están heladas y necesitas calentarlas. Ahora, abre los ojos lentamente con la imagen en tu cabeza, y céntrate en calentar tus manos.

Abrí mis ojos, siguiendo todas las instrucciones que me daba y miré mis manos. Las sentí cada vez más frías, y aunque me centraba en el fuego, una imagen parpadeante me venía a la cabeza. Hielo.

Sentía mis manos tan frías como si las hubiese metido en nieve. Y, de repente, mis dedos comenzaron a congelarse, la escarcha avanzó por mi palma hasta tener las manos completamente congeladas.

La mujer soltó mis manos ante el frío que le quemaba, y sus ojos me miraron con asombro.

Mi cuerpo empezó a tiritar y sentí un calor inmenso a través de él.

Mis manos comenzaron a descongelarse como si estuviese bajo el sol de mediodía y surgió. Una llama de fuego nació entre mis manos derritiendo el hielo.

Una exclamación de sorpresa se escuchó en eco por toda la sala.

Mis pupilas buscaron las de Circe que me miraba con la boca abierta.

—En mi vida había visto a nadie poder usar dos poderes el mismo día de su nacimiento —Sentenció el hombre de traje extravagante y de pelo castaño recogido en una coleta.

Las manos de mi madre se posaron sobre mis hombros desde atrás, y me sentí protegida ante todo lo que estaba pasando.

—Querida... ¿Has hecho hielo y fuego? —Habló la mujer todavía sin poder creérselo.

—Yo... N-no lo sé —Solté vulnerable

—Ni siquiera una bruja madre puede hacer eso en el mismo día que aparecen sus poderes... Eso lleva años, Medea —Avisó en tono de advertencia Circe a la mujer que al parecer se llamaba así.

—¡Ya lo sé! —Su voz sonó autoritaria.

Circe dio un paso atrás.

—Está bien, es magia, ¿De qué nos sorprendemos? —Suspiró Medea con una sonrisa forzada —Hagámosle la prueba y terminemos con esto —Entonces me miró.— Ven, querida.

El señor se acercó hasta mí pasando su mano por su pelo avellana, resignado.

Algo estaba pasando. Y no entendía si era bueno o malo.

Sus manos ahuecaron mi cara con cuidado.

Sus ojos verdes se fueron tornando blancos gradualmente.

Sentí pinchazos en las partes de mi cabeza donde estaban sus manos. Todo mi cuerpo volvió a sentir la quemazón.

Veía en mi cabeza como una película de pequeñas luces de distintos colores.

El pelo alrededor de mi cuello me estaba quemando como si fuera una llama y sentí todo el cuerpo en tensión.

El pelo castaño del señor se volvió blanco luminoso, como si fuera luz.

El proceso duró unos minutos que se me hicieron eternos, mientras el resto de personas me miraban con recelo.

Al final, me soltó, y pude ver mi pelo color rojo fuego caer por mi pecho, mis manos, sin embargo, estaban congeladas de nuevo.



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En el texto hay: aventura, brujas, magia

Editado: 25.07.2020

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