La noche de las brujas

7. Noche de amenazas

Medea se levantó con elegancia y caminó hasta mí, quedando frente a frente. Nea y Kirara se mantenían tras de mí y vi a mi madre dar dos pasos en nuestra dirección, preparada.

La joven se movió hasta estar a centímetros de mí y acercó sus labios a mi oído.

—Tu amiga sin poderes y tu nueva mascota en Heketia están muertas, querida —Susurró dulcemente.

Y siguió caminando chocando su hombro contra el mío, pero antes de que saliese por la puerta, sujeté su antebrazo sin girarme.

—Querida, —Imité su voz— ni tú ni ese grupo de brujas salidas de una película mala les haréis nada —Y la solté.— Pero gracias por el consejo.

Mis ojos se cruzaron con los suyos unos segundos antes de que cruzara el marco de la puerta y la cerrase con fuerza.

Todas nos quedamos quietas, soltando el aire de los pulmones por el momento de tensión.

Y cayó, como una hoja en otoño, ante mí, una nota sobre mis manos.

Era de Medea.

'Nos vemos mañana, espero que estéis listas.' Leí en voz alta.

Y Nea se lanzó a mis brazos gritando de la emoción pero mi madre no parecía celebrarlo, su mirada de preocupación me atravesaba como un mal presagio.

—Agnes, no es seguro que lleves a Nea contigo a la capital. El mundo de las brujas está dividido por una línea invisible de poder. En Heketia sólo existen los gremios... Y nosotras somos descendientes de akelarres.

—Mamá, estaremos bien, Nea es la enciclopedia y Kirara es la guardiana.

—¿Crees que no encontrarás guardianes allí? Hay gente muy poderosa... Y las tres vais a ser un blanco fácil.

—No es por meterme en la conversación, Margaery, pero ya has visto la cara que han puesto al ver el potencial de Agnes. Si no aprende a usar sus poderes, seguirá siendo un blanco además de un peligro. Y tú y yo lo sabemos —Interrumpió Nea.

Mi madre torció el gesto disgustada.

—Vas a poner en riesgo la vida de tu amiga, Agnes-Sentenció.

Y caminó hasta las escaleras con el tormento que parecía de una madre que había enviado a su hijo a la guerra.

—Nea, podrías quedarte a dormir y ponerme un poco al día de todo esto.

Mi amiga asintió con la cabeza un poco culpable por la tristeza de mi madre.

Las dos subimos las escaleras acompañadas de Kirara en dirección a mi habitación. Había sido un día muy largo y sobretodo muy extraño.

Al llegar lo primero que hice fue quitarme el vestido y cambiarlo por el cómodo pijama, mientras Nea buscaba en mi armario con toda la confianza del mundo, un pijama limpio para ella.

Kirara se acomodó en el banco-estantería¹ que tenía bajo la ventana.

Cuando por fin estuvimos las dos metidas bajo las sábanas de mi cama, comenzamos a repasar lo importante para el gran día.

—A ver, Agnes, en Heketia predominan las brujas de gremio que, por así decirlo, son la burguesía bruja. Ahí manda el Consejo de brujas y por encima de ellas está la Bruja Madre.

—¿Bruja Madre?

—La Bruja Madre nace cada cierto tiempo, al principio es una bruja normal y con el tiempo va dominando el resto de los elementos y habilidades. En total son cinco elementos: Fuego, agua, tierra, aire y el éter.

—¿Éter? —Y aunque había leído varias teorías, no sabía a qué se refería Nea.

—Llamémosle el alma del mundo, algo más allá. Sólo las brujas que controlan los cuatro elementos pueden controlar el quinto —Me explicó Nea muy concentrada.— Solo una bruja madre puede controlar los cinco elementos.

—¿Y cuando aparece una nueva Bruja Madre, que pasa con la anterior?

—Se convierte en polvo —Soltó con seriedad.

Mis ojos se abrieron sorprendidos ante la respuesta.

—Pueden pasar días, meses o años desde que aparece una Bruja Madre hasta la aparición de la siguiente. Pero todas corren el mismo destino.

—¿Entonces yo que controlo?-Pregunté

—Tu poder es el fuego y el hielo. Así que solo controlas un elemento, el fuego. Quizás puedas controlar el agua dominando tu poder de hielo.

—Vaale, vaale. Para —Le interrumpí.— Demasiada información.

—Para que te hagas una idea, existen tres cosas que diferencian el poder de una bruja. Su tipo, su elemento y su fuerza.

—Está bien...Mi tipo es fuego pero también hielo; controlo el fuego como elemento; y mi fuerza es de un 60% ¿No?— Enumeré.

Por un momento sentí que estaba de nuevo en el colegio aprendiendo matemáticas. Nea me sonrió achinando sus ojos azabache.

—Y luego están las habilidades. Se desarrollan según tu tipo de magia y con esfuerzo como algo único en tí. Finalmente está tu familiar, en este caso Kirara, que te ayuda mucho a potenciar tu magia.

—Ya entiendo porque mi madre me lo estuvo ocultando —Bromeé.

Las dos reímos aunque lo cierto era que el miedo invadía todo mi cuerpo.

Sabía que no podría protegerlas, ni siquiera sabía que era yo y porque era tan excepcional.

Era fascinante pero ¿Quería formar parte?

Todo habría parecido más fácil si hubiese sido Nea, ella era lista y entendía este mundo.

—Agnes —Me sacó de mis pensamientos.

—Dime.

Me miró fijamente a los ojos con un brillo peculiar y esbozó una sonrisa.

—Te quiero mucho —Soltó rápidamente.

Suspiré contenta.

—Y yo a ti, boba.

⊰✩⊱

El sonido de los nudillos de mi madre chocando contra la puerta de mi habitación me hizo despertar y me giré para ver a una Nea con los pelos alborotados y la boca abierta roncando.

Le moví suavemente el hombro, a lo que respondió renegando. Volví a zarandear su cuerpo que adoptó una pose extraña.

Parecía una contorsionista de circo pero seguía sin despertar.

Resoplé y la miré con malicia. Acto seguido, empujé su cuerpo hasta que cayó de la cama.

—¡Oye! —Se quejó desde el suelo.

Mi madre nos miraba con los ojos entornados, acostumbrada a nuestros despertares.



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En el texto hay: aventura, brujas, magia

Editado: 25.07.2020

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