La noche de luna llena

Capítulo 8

Riley.

 

Tyler se apareció detrás de mí como si fuese un fantasma. A veces sentía que yo lo era. Sin embargo comenzamos a correr, sintiendo la adrenalina recorrer nuestros cuerpos con absoluta condición. Encajé mis garras en la tierra mientras el lobo negro me observaba con sus ojos rojizos como la sangre. Los gruñidos se intensificaban, era la pasión de convertirnos en la forma animal de nuestra verdadera alma. Una lado salvaje que no podíamos contener.

Comencé a correr, yo era la lobo café, y él el lobo negro. El aire brotaba a nuestros alrededores. Éramos como simples perros sintiendo la adrenalina de la transformación.

Cuando nos encontramos de nuevo frente a frente en nuestra forma humana. Las ropas de ambos estaban rasgadas, y tenía una pequeña cortada en el antebrazo, lo que venía siendo la pata izquierda y delantera.

—Me impresionas. Si tu padre te mirara...

Lo sé. Pero no se puede decir mucho de si estaría dispuesto a verme recorrer el bosque. Peligra mi vida y él está consciente.

—Entiendo. Más por los asesinatos y la nueva manada de la que hablabas.

Asentí.

—Esto es como un nuevo comienzo, Riley. —hizo una mueca.

—No lo creo. Todavía no encontramos a los otros. Alguien debe frenarlos...

—Alguien debe frenarlos —repitió. —. Pero no tienes que ser tú.

Ladeó la cabeza.

— ¿Sabes? Es como un don. Lo de siempre. Te transformas en tu primera luna, matas, te arrepientes en tu forma humana. Pero aquel sentido —apuntó a su cabeza. —, es el que nunca termina atormentándote.

—Siento que después de todo vienen a buscar a mi padre...

—Oye —colocó sus manos sobre mis hombros. —. No pienses eso.

«Claro que debía pensarlo»

Mi padre era un hombre muy buscado. Eso explicaba por qué vivíamos en el bosque, aislados de la comunidad de humanos que preguntaban demasiado. Después de todo éramos diferentes.

Tyler me miró, su rostro estaba serio y parecía que estaba escuchando algo. Un ruido que provenía desde el centro del bosque. Comenzamos a caminar hasta que nos escondimos detrás de un árbol. A varios metros estaba el lobo rabioso.

Maldita sea. ¡No en frente de Tyler!

Estaba desgarrando algo, había sangre en la tierra y en su hocico. Aguarden. La sangre era humana.

Oh lobito, maldita sea has asesinado a otro.

Tu me dio la señal de irnos.Después de entrenar y ver al lobo rabioso fuimos a casa. Eran apenas las cinco de la mañana de un sábado. De seguro hoy entrenaríamos todo el día.

Mi padre era un paranoico, siempre decía que la guerra se avecinaría. Que los malos llegarían y la paz acabaría. Estaba preparando un café canela, mi favorito acompañado de una dona blanca, o a veces de azúcar como a Tyler le encantaba.

Tyler y yo teníamos tantas cosas que compartir. Sería su Luna si el fuera un Mate realmente. De pronto alguien tocaba a la puerta. Mis sentidos reconocieron el olor.
Era humano. Detrás de la puerta estaba Tarah Garroway.

«Oh perra»

— ¿Ahora se te aparecieron los espantos, Tarah? —me crucé de brazos.

—Para eso vengo con la bruja, Wyvern. —estudió el lugar rápidamente. —. ¿Puedo pasar?

—Depende de qué es lo que quieres —bufé.

Sabía que sus ojos penetrarían en mi odio.

—Quiero hablar sobre el equipo. —dijo finalmente.

—Ha, pensé que venías a matarme por conocer a tu noviecito.

— ¿Quién, Stev?

—No, la telaraña de Charlotte.

Tarah se adentró en mi casa, y no me dio más que cerrar la puerta.

—Bonita casa Riley.

—Ya, ¿qué quieres?

—Platicar con mi mejor amiga. —repuso con una sonrisa que ni su madre le creía.

—Tu mejor amiga es Oliber.

—Oswald. —repuso de mala gana. —. Se llama Oswald.

Órgano, Orgasmo, Oliber, Oswald, da igual. Sigue siendo tu gata.

Y tu eres mi perra. —se enfrentó molesta.

Solté un bufido.

—Creí que te gustaba Stev.

—Stev es mío, Riley Wyvern.

Solté mis brazos.

—Entonces, ¿vienes a proponerme que sea tu malinche, Tarah?

—Simplemente es una oferta para ti. Para que consigas la beca que tanto deseas.

— ¿Te gusto o por qué me acosas y me regalas un pase a tu fiesta?

—No me gustas, ni te acoso. Y tampoco te estoy invitando a mi fiesta.

— ¿Entonces?

—Quiero darte una oportunidad. —contestó seriamente. —. Te estoy hablando como una profesional. Busco talentos, el instituto está de acuerdo. Y te quieren para el próximo torneo.

Si era cierto, desearía poder abrazarla sino fuera porque ha de oler a las axilas de su Oliber.

—Lo pensaré.

—Piénsalo.

—Lo haré, Garroway.

Luego salió sola por la misma puerta de donde entró.

 

Stev.

 

Tarah estaba de insoportable hoy. Sólo con mirar sus ojos verdes era como ver una ola de alegría. No lo dudé, me gustaba cuando la conocí. Era bella y nunca había conocido una chica tan Tarah.

Pero aquella pequeña humana, era más valiente que nada. Su físico, su mente, su personalidad era hermosa. Y dudo en que enamorarse de tu misión esté permitido.

Nuestra misión era cazar a Licaón y a los suyos. Hace años que venía destruyendo las vidas humanas, que asesinaba gente, y que mentía a todo ser para protegerlos.

Aquellas palabras pertenecían a mi nana. Carim me había cuidado mientras mis padres se encargaban de dominar nuestra comunidad licántropa.




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