La noche de luna llena

Capítulo 11

Stev.

 

Me encontraba frente a todas esas miradas sobre mí. Mis padres, Calis y Fairyox Banehallow. La manada estaba en silencio. Como si estuvieran esperando mi fusilamiento silenciosamente.

No habían palabras por dónde comenzar.

Tarah no pudo salvarme esta vez.
Lo hecho, hecho está.

Lo siento...

Mi madre se acercó y su mano aterrizó sobre mi mejilla con rudeza. Estaba enfadada.

Sólo bajé la cabeza.

—Eres una basura Stev. —masculló. —. Por tu culpa la familia caerá en una mala reputación. Tener un hijo en el instituto de los delincuentes es una vergüenza...

—Pues lamento que uno de sus hijos sea una basura para ustedes. Y se le llama cárcel para los 'un poco humanos'

Mi padre se enfrentó. Sabía que el costo sería caro para alguien como yo. El 'niño menor' era una trágica vergüenza.

—Puedes acusarme todo lo que quieras. Sé que jamás creerás en mí. Ninguno de ustedes confiará en mí. Son un asco igual a mí.

Calis me tomó del cuello y me empujó contra una pared. Teníamos la misma fuerza, así que yo no sentía dolor físico. Sólo mental, por el hecho de que mis propios padres prefieran su maldita reputación que a defender a un hijo perdido de control.

—Tienes razón Stev, nunca debíamos enviarte aquí. Eres tan inútil como te imaginas.

Ustedes siguen siendo el peor de los males.

—Desgraciadamente tienes nuestra sangre, y nuestro apellido. Es por eso que vas a fingir que todo está bien y no comentarás nada de los encapuchados ni de tu maldito acto de asesinar humanos.

—Y ustedes vivirán como si el cielo no se derrumbara sobre sus cabezas... —mascullé con rabia.

—Dedicate a cerrar esa boca —me soltó con brusquedad. —. No puedo manchar el honor de la familia porque has cometido una falta. Era exacto lo que esperábamos, una falla en nuestro camino.

—No encontraré a Licaón. ¡No desperdiciaré mi maldito tiempo en alguien que simplemente ha huido de los monstruos que son!

Me estrechó la cara contra el vidrio de la mesa. Con demasiada fuerza.

—Imagina que eres una estúpida máquina a la que controlamos. Y has exactamente lo que te digo sino quieres que lastime a tus compañeros uno por uno.

—No me amenaces con Tarah, yo no siento nada por ella. —gruñí.

—No solamente hablo de esa estúpida. Hablo de tus hermanos.

Zev dio un paso adelante.

Padre, creo que es suficiente. No es necesario...

—Tú cállate canalla. Stev debe aprender a comportarse como uno de nosotros.

— ¿Así? Porque ser uno de ustedes me convierte en la celebridad de un programa de televisión.

—Porque ser uno de nosotros te convierte en alguien respetable, ¿es que no puedes entenderlo? Todo el sufrimiento de tu madre... El titulo de nuestro apellido es lo único que puede ayudar a que seamos genéticamente transformados por culpa de un bastardo como Licaón.

—Ni siquiera lo conocen. Juzgan por juzgar. Lo hacen por liderazgo. No saben a qué se han enfrentando.

—Yo me enfrento a mí mismo, Stev. —me soltó.

Caí de rodillas al suelo, débil.

—Jamás lograrán que yo sea uno de ustedes.

—Quieras o no, lo entiendas o no, debes obedecer. —replicó mi madre.

Es estúpida su manera de actuar.

—Deberías pensar, Stev. —dijo Lazzary. —. Si lo hubieras hecho desde un principio no estarías en éstas condiciones.

—Deberías aprender a pensar, Lazzary. —bufé. —. Ninguno de ustedes lo hace, por eso tienen la mente seca como una hoja de árbol. Son tan ridículos.

Calis me tomó del cabello y lo jaló son fuerza.

—Obedece sino quieres que te mande a una cárcel de verdad, estúpido niño.

Me soltó nuevamente.

Ellos se fueron, y sólo estaba Zev para entenderme. Me miró preocupado.

Creí que hablaría, pero no dijo nada.

 

Riley.

 

Me dirigí hacia Tyler, quien estaba arreglando el automóvil de siempre, con la música de Bumpy Ride a todo volúmen.

Me subí arriba del auto y me recosté sobre el techo.

Una sonrisa lo alumbró.

— ¿Riley Wyvern va a posar desnuda para mí?

—No te pases Tyler. —me reí y bajé de inmediato.

A veces me gustaba provocarlo. Era divertido un Tyler provocado.

—No me paso linda —tocó mi cintura por detrás, y yo me solté de inmediato.

—Sin toques niñato —le advertí con el gato en la mano.

En seguida me quitó la herramienta.

— ¿Sigues arreglando ésta chatarra?

—No es chatarra. Sé que algún día arrancará.

—Algún día, cariño. —me burlé.

Desde su asiento, volvió a ponerse de pie y se encaminó hacia mi silla de patas largas. Estaba sudado y sucio.

Me dijiste cariño.

Asentí.

Tomó mi rostro otra vez y me plantó un beso fuerte. Mis ojos seguían abiertos.

Le di un leve empujón.

Basta Ty, no me refería...

Volvió a unir nuestros labios, y yo seguía sin cerrar los ojos.

—Te ha dicho que la sueltes idiota. —unas manos lo llevaron hacia atrás, y un golpe aterrizó sobre su rostro.

— ¡Tyler! —corrí hacia donde se encontraba, en el suelo.

Miré a Stev rápidamente con ojos muy abiertos.

— ¿Quién es este marica de mierda?

Se puso de pie en seguida y lo hizo caer al suelo de un puñetazo, y al lobo negro de Ty encima.




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