Capítulo 16

Riley.

Bajé disimuladamente por un vaso de agua. Tyler estaba calentando la cena en el microondas.

Me echó una mirada de reojo, y supe entonces que diría algo. El vaso de agua cayó de mis manos, pero sus movimientos fueron demasiado rápidos y lo atrapó.

Lo colocó en la mesa de la cocina, y yo volví a tomarlo.

— ¿Te ocurre algo? —me preguntó.

Negué con la cabeza, dándole un sorbo a mi agua.

—Pareces... Nerviosa.

Me acabé el agua de un sorbo y lo deje donde mismo. Volví a mi habitación y cerré la puerta con seguro. Stev salió del closet con agitación. Estaba sudando.

—Debes irte ahora —susurré con cuidado.

—Eso es en lo que pensaba justo ahora —suspiró encaminándose a la puerta para abrirla.

Lo tomé del brazo.

— ¿Estás loco? No puedes sólo bajar por las escaleras.

—Pensé que me detendrías para besarme —replicó sincero soltando la manija.

Me ruboricé, cuando su mano acarició mi mejilla.

—Oye —pegó su frente contra la mía, y ambos cerramos los ojos. —. Esto no está tan mal.

No está mal. Esta del carajo.

—Le tengo miedo a Tyler —susurré. —. Tengo miedo de que pueda hacerte daño.

—A mí no puede dañarme. A mi preocupa otra cosa —alcé la mirada y lo observé.

— ¿Qué cosa?

—Tú, boba. No quiero que vivas con este sujeto merodeando por los pasillos de tu casa.

Tomé su rostro sobre mis manos y lo besé con pasión.

Cada músculo parecía recaer sobre mi cuerpo. Sobre un aire que palidecía alrededor.

—Debes irte. —tomé su mano caliente y lo lleve hasta la ventana.

Sus manos me cargaron sobre su cintura. Me encontraba recargada sobre la ventana abierta. El aire soplaba mi cabello, y sólo podía sostenerme de su cuello.

— ¿¡Acaso intentas matarme!? —le grité. —. ¡Bájame ahora!

Una enorme sonrisa lo invadía. Acarició mis piernas con sus manos, y me pegó más a su cuerpo.

Estaba a centímetros de sus labios, y podía sentir nuestras respiraciones agitadas.

—Mantente a mi lado, y nunca tendrás miedo. —sus labios acariciaron los míos, y sus manos tocaron de bajo de la cintura.

Mis piernas lo rodeaban, y mis manos se deslizaban sobre su pecho.

—Stev —susurré. —. Esto...

—No voy a obligarte a estar conmigo si no quieres. —me bajó de la ventana. —. No soy Tyler.

Suspiré con fuerza.

—Lo sé. Pero ahora debes irte.

Stev.

Divisé a la capucha verde en una de las mesas. Tomé asiento y me decidí a mirarlo.

— ¿No había otro lugar? Tenías que traerme a un restaurante chino. —protestó.

—Adoro la comida china, no es mi culpa que tú prefieras la pizza. —repliqué.

— ¿Tú novia del cabello blanco sigue mostrando esas curvas por tu barrio? —se burló.

—Ambos sabemos que Tarah no es mi novia. Y sí, anda mostrando su cuerpo a cualquier man.

Nathean miró el menú.

— ¿Estás seguro de que no estamos comiendo carne de rata? Incluso podría ser de lobo. ¿Cómo lo sabes, viejo?

—Tranquilo, no es lo que estás pensando. Sólo ordena arroz y unos camarones picantes.

El mesero se acercó con una nota.

— ¿Desean ordenar? —musitó con acento chino.

—Arroz y muchos camarones, por favor. —Nathean le respondió con una mueca no tan agradable.

Después de anotar, me observó a mí.

—Lo de siempre.

El mesero se marchó, y observé a Nathean cruzado de brazos.

— ¿Cómo está ella? ¿Orgasmo está cuidando de ella? —bufó.

—Está bien. Y Oswald está cuidando bien de ella, Nathean.

Suspiró y le dio un sorbo a su cerveza.

—Más le vale. Porque sino, yo mismo lo asesinaré. Iré a tu maldita casa de tortura y le daré una buena paliza sino cuida bien a mi chica.

—Bueno, no es tú chica. —corrgí. —. Tarah terminó contigo.

—Sí, como sea. Yo no he terminado con ella. —rodeó los ojos y se volvió a cruzar de brazos. —. A puesto a que si tu tuvieras novia no quisieras pasar por cierta humillación de que te dejen por no poder completar tu transformación a la edad requerida.

—Tarah no te dejó por eso. Su relación llevaba cinco años. Creo que era hora de que te dieras cuenta de que Tarah no es mujer de un sólo hombre.

—En mi planeta se les llama de otra forma. —el mesero dejó las ordenes en la mesa y después se fue.