La noche de luna llena

Capítulo 17

Riley.

 

Volví a sentir el extenderse de mis huesos. Las manos retorcerse, la espalda deformarse, las garras saliendo de mis dedos y remplazando la carne humana.

La manda estaba en el bosque. Mi padre estaba de vuelta en California, y estaba decidido a buscar con sus propias técnicas a la nueva manada que estaba de visita en la ciudad.

Los lobos negros estaban al frente, con su beta, —quien era Tyler—.

Me observó con la rabia saliéndole por los colmillos. Era un idiota hasta en su forma animal.

O más bien, siempre era el lado salvaje.

Sentí la adrenalina invadir mi cuerpo , mientras corría por aquel bosque en noche de luna llena. Licaón y Dragonik estaban seguros de que ellos eran inexpertos, probablemente estarían asesinado en su transformación.

Las hojas y las ramas estaban bajo nuestras patas, y me detuve al astillarme por error. Solté un alarido, y Mikasa y Dagda se detuvieron para revisar que todo estuviera bien.

Asentí.

Seguimos el recorrido, nos esparcimos en grupos. Las tres estábamos vigilando uno de los lados donde se encontraban mas pinos.

De repente pude sentirlo.
El latir de un corazón perdido.
Los sentimientos encontrados en tus primeros días de transformación siendo arrojados.
La sangre.
Una piel que no era la nuestra.

Me moví sigilosamente, evitando que la poca sangre de mi pata quedara clamuflajeada por el olor de la tierra mojada.

Entonces lo vi.
El lobo rabioso.

Lo seguí hasta llegar al mismo final de la montaña, donde se encontraba un precipicio, y debajo un gran río donde seguro morirías.

Me escondí entre uno de los árboles con tronco grueso, y vigilé al lobo.

Estaba lleno de sangre.
Y la rabia le recorría la mandíbula.

«Qué has hecho...»

Rastreé de donde provenía la sangre con su olor.

Sangre humana.

Di varias vueltas, y luego corrí hasta seguir el olor de la sangre humana.

Allí había un cuerpo.
Un cadáver.

Retrocedí unos centímetros.
Porque pude reconocerlo.

Dragonik.

Las lágrimas recorrieron mis ojos, no podía soportarlo. Él era como un segundo padre para mí.

Él era el mejor amigo de papá, sin el nunca tomaba decisiones. Y ahora ese lobo lo había asesinado.

La rabia y el dolor de haber perdido a uno de nosotros fue lo que aceleró mi adrenalina más aún.

Corrí nuevamente hasta donde estaba el asesino de Dragonik, y sin pensarlo una sola vez, me abalancé contra él con remordimiento.

Le mordí la carne, y éste cayó al suelo adolorido.

No pude parar.
Tenía que hacerlo hasta quitarle la vida.

El lobo me mordió la pata donde me había herido, de seguro había olido mi sangre a través de la tierra mojada sobre mi piel.

Caí al suelo.

Sin darme cuenta, durante la caída me había transformado en mi forma humana.

Mi padre estaba frente a su adversario.

Aquel que había asesinado a Dragonik pagaría.

 

Tarah.

 

Encendí la grabadora a todo volúmen. Estaba ocupándome yo sola de la motocicleta de Oswald. Divisé la luna llena entre las nubes.

—Púdrete, luna llena.

Oswald apareció a mi lado como si hubiera estado allí todo el rato.

—Veo que te diviertes. —comentó.

—Sí. Esto es detestable. —tiré el trapo sucio en el suelo.

Se volteó hacia mí.

—Este es trabajo de hombres, no tuyo.

—Sí. ¿Eso crees? Soy la mejor mecatrónica de la manada. —repliqué.

Oswald soltó una risa por lo bajo.

—Bien. Deberías trabajar menos duro.

En un movimiento rápido me encontraba empujándolo a mí con su chaqueta.

—Bien, yo necesito que me den duro.

Le mordí el labio.

Perra. —susurró. —. Soy tu mejor amigo.

—Mejor amigo con derechos. —le besé el labio. Lamiendo la sangre que escurría por su comisura.

—Bien. Eso es caliente.

La puerta se abrió de trancaso, y Thetanius y Terance entraron al unísono.

Empujé a Oswald.

—Debemos irnos ahora.

 

Riley.

 

La manada tenía rodeado al lobo rabioso. Me puse de pie como pude, y observé como mi padre tenía tantas ganas de asesinarlo en ese mismo instante.

Pero si lo hacía, jamás tendríamos respuestas.

Respuestas sobre quiénes eran los nuevos, y sobre los encapuchados que cada vez intentaban asesinarnos a capa y espada.

Todo fue demasiado rápido.




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