La noche de luna llena

Capítulo 24

Riley.

 

El instituto estaba variado, las clases pasaban. Habían pasado días, y ninguno sabía sobre el paradero del cuerpo de Calis, y tampoco sabíamos de Stev, Tarah y de Resh y sus encapuchados blancos.

Nuestras vidas estaban denominadas como un día normal.

Pero algo estaba mal. Sin los Banehallow no era lo mismo.

Tyler me había prometido ayudar a buscarlo cada tarde después de recogernos del instituto, pero había pasado una semana, y el viernes había caído.

Corría por los bosques de California, iba a los bares nocturnos, inclusive a ver a la banda de Zev, pero no había rastro de los Banehallow. Tampoco sabíamos sobre Thetha, Terance, Oswald, Sylvester, o de Nicholas. Tampoco de Gradius, Tarah o Stev.

Todos ellos se habían esfumado...

Sentí todo el peso sobre caer de mi cuerpo, el leve ágil suspiro del aire, la sangre desvelándose por el torrente sanguíneo entre la piel y la carne caliente, cuando las patas estaban heridas de tanto correr. El lobo y el humano dentro de mí necesitaban respuestas.

Respuestas adversarias, afligibles, correspondientes a los sucesos que ocurrían.

Hoy había noche de luna llena.

Papá se encontraba en mejores condiciones, su cuerpo se había recuperado de manera sensata, y por supuesto, me había pedido que rompiéramos cualquier tipo de contacto con los Banehallow.

—Deja de martirizarte tortuga —dijo Tyler al verme envolverme con una manta que me había extendido.

— ¿Qué haces aquí? —bufé con las lágrimas sobre el rostro.

—Dagda te vio escabullirte por la ventana —dijo. —. Nos preocupas. Por eso vine a buscarte.

—Debemos cuidarnos el uno al otro ahora que el Alpha ha vuelto —bufé con sarcasmo.

—Tu padre tiene explicaciones, Riley Wyvern. —se cruzó de brazos. —. Que tu noviecito se haya ido y te haya abandonado, no es asunto nuestro. Licaón te pidió extrema lejanía hacia ellos. No sigas buscándolos, ellos están desaparecido. No volverán.

—Para ti es tan fácil decirlo —le escupí en la cara. —. Eres un idiota Tyler.

Me detuvo de la cintura, y me pegó a él con demasiada cercanía.

Te dije que alguna vez me desearías... —me susurró al oído, su aliento soplando con rubor.

—Te dije que nunca podría amarte —me zafé de su agarre.

—Debes aceptar que soy tu única maldita opción —me tomó del brazo y me giró contra su pecho.

En tus sueños Gallagher. —me zafé nuevamente.

—Me adoras, te casarás conmigo, pediré tu mano y dirás que sí.

— ¿Qué te hace pensar eso?

—Lo grabaré con un celular y lo pondré en Youtube, así si dices que no, vas a humillarme y la gente va a odiarte. Y vivirás sola con ochenta gatos. No querrás hacerle pasar eso al pobre Ty, ¿verdad?

Vete a tu propio hoyo negro, imbécil.

 

Mikasa.

 

Dejé mi mochila en la banca y me agaché para recoger el bote de agua, cuando unas manos me toman por detrás, y suelto un golpe fuerte contra su mentón.

Segundos después veo a Zev en el suelo adolorido.

— ¿Qué es lo que te pasa...? —se levantó como pudo.

—Cierra el pico, Banehallow. Eres un hombre lobo, pueden matarte y vuelves a revivir y a volver a lastimar a la gente.

Coloqué la mochila en mi hombro y tomé mi botella de agua.

—Vine para verte —se colocó en frente de mí.

—Ah, pensé que alguien te había asesinado —me crucé de brazos.

—Hipócrita —dijo de mala gana.

—Hipócrita tu abuela. Estoy siendo sincera, Zev Banehallow.

— ¿En serio? No creo que esos sean tus sentimientos. Los licántropos no apagamos nuestra humanidad.

—Nuestra humanidad está perdida al igual que tus genitales —pasé a su lado con odio, chocando su brazo con fuerza.

—Sí, eso dices ahora —optó por decir a mis espaldas. —. Odiame. Sé que terminarás buscándome.

 

Riley.

 

Choqué el puño contra el costal, una y otra y otra vez. No iba a detenerme.

— ¡Maldita sea! —chillé, golpeando el costal con odio.

—Basta —me detuvo Tyler, manteniéndome en sus brazos. —. Basta, deja de lastimarte.

—Dónde está Tyler... —recosté mi cabeza contra su pecho. —. ¿Dónde está Stev...?

Acariciaba mi cabeza mientras yo sollozaba.

—La mejor manera es que te olvides de él —comentó. —. Ha pasado una semana, y nadie ha sabido de ellos.

Soy una persona de muchas esperanzas, Tyler —me separé recuperando un poco de fuerzas. —. Yo jamás me rindo.

Sentía la sangre hervirme, sacudirme todo el torrente sanguíneo, cada molécula irritada, cada célula irradiada. Cada hueso descompuesto.

Tomó mi rostro con sus manos y me empujó hasta su boca, con suavidad. Iba a alejarme, cuando bajó sus manos hasta mi cintura, por debajo de mi blusa, y subió sus manos hasta mi ombligo.

Ya lo sé, Wyvern —se alejó. —. Tú quieres a ese sujeto.

Me quedé sin palabras, sin respiración. Mi meta es encontrar a Stev.

Yo te quiero bien —susurró mientras se separaba. —. Al menos déjame demostrártelo...

Los latidos de mi corazón iban y venían. No iba a pasar. No con Tyler.

—De acuerdo —dije. —. Haz lo que quieras, pero yo seguirse buscando a Stev.

~•••~

Me adentré en el prostíbulo, algunos informantes me habían dicho que allí encontraría a Nathean. Una mujerzuela me miró disgustada, pero evité aquello.

Me dirigí hasta su mesa, donde estaba Zev dándome la espalda. Lo tomé del cuello de la chaqueta y lo levanté. Nathean se puso de pie, junto con otro sujeto de cabello negruzco.




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