La noche del cazador

7: Tú también te acuerdas.

  A quella noche, cuando al fin se acostó después de mantener una prolongada reunión con sus centinelas, la mente de Lucas estaba plagada de imágenes de muerte.

  Su deseo de hacer justicia por sus mujeres estaba en guerra con la inesperada necesidad de proteger a Sascha de todo mal. Resultaba desconcertante, pero comenzaba a sentir que Sascha tenía derecho prioritario a su lealtad.

  Era lógico que sus sueños se hicieran eco de su irresistible deseo. Cuando despertó en ese mundo de fantasía, se encontró tendido boca abajo mientras una mano femenina le acariciaba la parte posterior del muslo. Aquel contacto era familiar e igual de aceptado por su mitad pantera como por su mitad humana. Ella tenía privilegios de piel.

  —Has vuelto —dijo mirándola por encima del hombro.

  Sascha se apartó bruscamente.

  —Estás hablando.

  —Creía que habíamos aclarado esto la última vez —bromeó—. ¿Por qué estás vestida?

  Aunque tenía un aspecto apetitoso con el sostén y la braguita blanca que llevaba puestos, prefería verla desnuda, con la piel resplandeciente y acalorada.

  En sus sueños era la mujer que necesitaba que fuera: ardiente, dispuesta y lo bastante salvaje como para atormentarle.

  —Pensé que esto podría ayudar a que las cosas fueran más despacio —respondió con serenidad, pero tenía las mejillas ruborizadas y el cuerpo tenso por la expectación.

  Lucas rió entre dientes.

  —Lo siento, gatita. ¿Fui demasiado rápido para ti?

  —¿Por qué recuerdas el otro sueño? —Unas finas arruguitas aparecieron en su frente.

  —¿Por qué no iba a hacerlo? —Se puso de lado y le asió la cintura con una mano cuando ella se arrodilló a su lado.

  —Porque era mi sueño, mi fantasía.

  La voz entrecortada y susurrante de Sascha era como una caricia para sus sentidos.

  —Quizá el que yo recuerde forme parte de tu fantasía. De lo contrario, ¿cómo iban a progresar las cosas? —dijo siguiendo el juego.

  ¿Era así como habría actuado Sascha de no haber nacido psi? Si hubiera conocido a aquella criatura sensual y obstinada en la vida real, se habría propuesto seducirla hasta que le perteneciera sin compromiso de por medio.

  Sascha se dio un golpecito con el dedo en el labio inferior y asintió.

  —Parece lógico.

  Sin previo aviso, Lucas alargó el brazo y tiró de ella para hacer que se tendiese a su lado. Aquellos ojos oscuros como la noche se abrieron desmesuradamente a causa de la sorpresa, y cuando se colocó encima de ella, sosteniéndose sobre los codos, le fue imposible sofocar un grito ahogado. Sentía su erección caliente y dura entre los dos.

  Dado que era ella quien le había imaginado desnudo sobre una gran cama, resultaba difícil ignorarlo, sobre todo cuando se apretaba contra su ombligo.

  Antes de que tuviera oportunidad de decirle que aquel era su sueño y que no debería interferir, él se inclinó y le acarició el cuello con la nariz, absorbiendo el femenino aroma en su torrente sanguíneo.

  —Jamás seré un amante fácil de controlar, en tus sueños o fuera de ellos.

  Sascha se agarró a sus bíceps.

  —Pero…

  —Chis. —Le mordisqueó suavemente la barbilla y ella apretó con más fuerza—. Si quieres fantasear conmigo, no intentes convertirme en otro hombre. Tómame como soy: tosco, dominante y todo lo demás. —Sus labios recorrieron la mandíbula de Sascha y volvieron a su punto de partida. Luego la besó rápidamente y sin delicadeza.

  A su manera

  —Adoro tu boca —murmuró—. ¿Y bien? ¿Qué dices?

  Ella inspiró entrecortadamente.

  —No quiero fantasear con ningún otro hombre.

  La pantera profirió un gruñido casi mudo.

  —Soy posesivo y territorial —dijo mientras su mano descendía por el costado de Sascha—. ¿Puedes soportarlo? —Bajo su palma, la suave piel de aquel trasero le pareció que estaba hecha para ser mordida.

  —Si no, siempre puedo despertar. —La pasión ardía en sus ojos—. No intentes intimidarme.

  Lucas sonrió y comenzó a besar y lamer un lado de su cuello.

  —Lo intentaré siempre, pero no sería divertido si no me plantases cara.

  Le encantaba su espíritu, su pertinaz determinación y que se negara a amoldarse a todas sus exigencias.

  Las manos de Sascha ascendieron hasta sus hombros y se introdujeron acto seguido en su cabello mientras se movía incesantemente contra él. Lucas dejó que sintiera parte de su peso cuando se apoyó en su solo brazo para poder mover la otra mano libremente por su cuerpo, ahuecándole un pecho, moldeándolo y mimándolo.

  —Para —espetó bruscamente.

  Lucas se quedó inmóvil al escuchar la sincera angustia que reflejaba su voz.

  —¿Te he hecho daño? —Alzó la mirada y estudió su rostro.

  Sascha sacudió la cabeza.

  —No puedo sentir tantas sensaciones tan pronto. —El pánico centelleó en aquellos dos oscuros cielos que se estaba acostumbrando a ver en sus sueños.

  —No debes temer al placer. —Mantuvo la mano en su pecho—. Deja de luchar contra él.

  —Tengo miedo —susurró roncamente.

  —¿Tanto como para dejar que te controle?

  Sascha guardó silencio brevemente y luego sacudió la cabeza, la naturaleza desafiante de su personalidad se impuso.

  —Si voy a hundirme, al menos sabré por qué he muerto.

  Lucas se enfureció.

  —¿De quién tienes miedo?

  —No. —Se llevó un dedo a los labios—. Este sueño trata sobre el placer. Podemos hablar de la muerte en el mundo real. Enséñame lo que es el placer, Lucas. Muéstrame todas esas cosas que nunca he conocido.

  Dentro de Lucas, el instinto protector rivalizaba con la excitación. Al final ambos ganaron. Si era placer lo que se necesitaba para desterrar el temor de sus ojos, entonces la colmaría por completo. Reclamando su boca en un beso casi salvaje, dejó que el leopardo saliera a jugar. El gruñido que se formó en su garganta inundó la boca de Sascha y sintió cómo el cuerpo femenino vibraba en respuesta.




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