La Noche del Dragón

5 | MEREEL

 

En lo profundo de mi memoria yace la leyenda de Mereel, un país envuelto en misterio y oscuridad, donde la sombra del dragón rojo recae sobre sus habitantes cada treinta y cinco años. Desde que tengo memoria, en mi comuna he escuchado las historias susurradas alrededor del fuego, de las noches en que nos asustaban a los niños con el Dragón Rojo para ir a dormir o con las viejas fotografías que algunos aficionados difundieron en su momento, sumando las anécdotas de padres, tío y abuelos acerca de cómo las fronteras de Mereel se cierran con tropas militares de alto rango tanto en lo local como con fuerzas internacionales y los habitantes del país entero son obligados a encerrarse en cuarteles durante seis meses, mientras el Dragón Rojo se alza en su cacería implacable dejando un regadero de animales muertos a su paso, al igual que algunas personas que corren con la suerte pésima de verle cara a cara.

Cada vez que el ciclo se repite, vuelven a acontecer las leyendas y el temor como si la tierra misma contuviera el aliento en anticipación del terror que se avecina. Es mi primera vez del Dragón Rojo, en un ciclo de vida normal una persona llega a ver dos de sus venidas y hasta tres. En mi caso, es la primera y jamás creí que resultaría en lo que resultó ahora.

La historia de Mereel está atravesada por atrocidades en que el Estado, en tanto artífice único que puede hacer uso de la violencia a fin de preservar el bien de la comunidad, echa mano de dichas facultades para ir en contra de la comunidad misma. No puedo asegurar que esto sea algo que esté pasando, pero si son de las Fuerzas Armadas y respetan al presidente y a la patria, entonces no estoy segura de qué campana se supone que golpean… Mi marido no es un traidor a la patria.

Bueno, mi prometido.

Nazka siempre creció en familia de diplomáticos y funcionarios de doble apellido que sirvieron a Mereel con el mayor fervor que ningún otro individuo vinculado a la política realmente lo haría: por valor y cuidado del prójimo. No existe manera de que haya ido en contra de sus principios, amo a ese hombre, es todo en mi vida y si algo siempre he admirado en él son sus claros principios.

La gente de Mereel vive con el peso de la tradición y el miedo, con la certeza de que el Dragón Rojo vendrá y que su llegada traerá consigo la destrucción y la muerte. Edificios destrozados, campos perdidos en absoluto y crisis anterior, durante y posterior para la cual nos preparamos.

Mi marido construyó un refugio en las afueras de Mereel, en una comuna alejada para mantenerme a salvo. Yo, sin embargo, al no tener noticias de él durante días salí a buscarlo a pie con recursos de una mochila y botellas de agua terminando en este sitio.

Yo sabía que algo iba mal.

Yo sabía que él estaba en peligro y que tendría que haberse licenciado antes de que comience la cuarentena.

Las leyendas no solo hablan las atrocidades cometidas por el Dragón sino por las que comete el gobierno y de algunos que niegan al Dragón Rojo, que niegan su poder descomunal, su aliento de fuego y su sed de sangre, pero para mí, el dragón sigue siendo una criatura de la imaginación, un monstruo que acecha en las sombras de la noche porque no le he visto cara a cara.

De todas formas, no es que quiera hacerlo ahora.

Apenas tengo veinte años y ya he visto suficiente para entender la cruel realidad de mi mundo, una que a veces es aún peor que el monstruo que te pintan los que se supone que te cuidan. En Mereel, la vida es un constante equilibrio entre la esperanza y el miedo, entre la necesidad de sobrevivir y el deseo de encontrar un propósito más allá de la sombra de la masacre inminente.

Se dice que fue creado en las profundidades de los abismos más oscuros, en un acto de magia antigua y prohibida por aquellos que anhelaban el poder absoluto sobre las tierras de Mereel.

Se dice que los gobernantes de antaño buscaron desesperadamente un medio para controlar a la población en momento de hambruna y rebelión a fin de mantener a raya a aquellos que osaban cuestionar su autoridad. Fue entonces cuando se embarcaron en una búsqueda despiadada de poder, un camino que los llevó a los límites de la oscuridad misma más sanguinaria de todas. Se dice que convocaron a los más oscuros hechiceros y alquimistas, quienes utilizaron artes arcanas prohibidas para dar vida a la criatura sedienta de sangre. Con sacrificios impíos y rituales insondables, el Dragón Rojo emergió de las llamas del abismo, una bestia de fuego y sombras con un apetito insaciable de destrucción y caos.

Desde entonces, el Dragón Rojo ha sido utilizado como una herramienta de control por parte de los gobernantes de Mereel. Su presencia es una constante amenaza que pende sobre la población, recordándoles las consecuencias de desafiar el orden establecido. Los rumores hablan de cómo su aliento abrasador y sus garras afiladas han sido utilizados para sofocar cualquier intento de rebelión y mantener a raya a aquellos que se atreven a desafiar el poder establecido.

Para muchos, el Dragón Rojo es más que una bestia mitológica; es un símbolo de opresión y control, una sombra que se cierne sobre las vidas de los habitantes de Mereel, recordándoles que el precio de la libertad es alto y que el poder siempre tiene un costo. ¿Por qué no destruirlo? Porque hace a la identidad de nuestro pueblo, se dice incluso que vivía antes que los humanos, aunque esta parte de la historia es insondable. ¿Por qué cada treinta y cinco años vuelve a salir? Se dice que su hibernación dura treinta y cuatro años y medio y por seis meses sale de cacería en búsqueda de alimento.

Si algo he tenido claro hasta ahora es que en el gobierno hay distintos mandos y distintas voces que velan por el bienestar de la comunidad toda, ajustado a los principios del “bien” que mantienen de manera dudosa cada quien a su perspectiva.

En segundo lugar, sé fervientemente que mi marido es de los que realmente se interesan por el bien del prójimo y de los que quieren salvar a las personas, velar por la verdad y por la justicia.




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