La Noche del Dragón

10 | ENGAÑO

 

Me sacude el rostro de una bofetada y caigo al suelo.

Thorian da un paso, pero otros soldados lo detienen.

El general me observa con una sonrisa maliciosa que se extiende de oreja a oreja en su rostro mientras se para delante de mí, con su figura recordándose a través del resplandor incandescente de la luz que nos ilumina frente al lente de la cámara cinematográfica que está tomando la escena que nos obliga a padecer ahora mismo.

Las lágrimas me saltan en cuanto estoy en el suelo y mis manos se van de manera instintiva hasta mi vientre buscando funcionar como un escudo inútil para mi bebé que debe de estar sufriendo horrores ahí dentro con todas las situaciones que ya he tenido que pasar. Me odio por no haberla protegido lo suficiente, mi criaturita.

—¡Basta, por favor!—le suplico clemencia.

Sus pasos avanzan por el suelo de moqueta y me aclara:

—Aún no hemos terminado.

Se acerca a mí y me preparo para lo peor, cuando la voz de Thorian me llega desde un costado y advierte:

—¡General Sorhail!

Al general no parece gustarle en absoluto que intervengan en este momento. Hace un gesto al camarógrafo quien detiene las grabaciones y observa en dirección al vikingo quien parece estar en disgusto con el maltrato al cual estoy teniendo que ser sometida:

—¿Qué sucede, soldado? ¿Quieres los honores de arrancarle el niño de las entrañas a esta zorra?

—No, general. No es buena idea matar al bebé.

—Espero que esa asesoría e impertinencia sean lo suficientemente acordes como para intentar contradecir mi propio accionar, soldado.

—Es competente, sí.

—¿A ver?

—Se trata de lo siguiente: los rebeldes que nos han encontrado, seguirán buscando maneras más cruentas de proceder. Ahora que han dado con su cometido de cerciorarse de que la esposa del ministro está viva, lo mejor será provocarle para venir. Matando al niño, se le quita el cincuenta por ciento de sus motivos, puede que más. ¿Queremos provocarle que aparezca de una vez por todas? Lo hagamos, pero dejemos de permitir que ganen tiempo.

Con un gesto, el general Sorhail manda a que suelten a Thorian quien avanza en dirección al superior y me quedo consternada al descubrir que saltan chispas entre ambos. Está claro de que no son precisamente amigos.

—¿De qué manera quieres apresurar los motivos?—insiste el general—. La verdad que si no lo hizo hasta ahora, solo nos queda el castigo.

—No—le corta en seco—. El castigo a ciegas es la ultimísima opción. Aún queda una alternativa.

Se acerca a mí y se sujeta los pantalones por debajo del chaleco de latón que protege su torso. Se quita este último y se acerca a mí, jalándome del cabello aún en el suelo y obligándome a retroceder.

Una vez que se acerca a mi cuello, el pánico se apodera de mí al caer en la cuenta de cuál es su plan.

Thorian, el vikingo, mi protector, mi guarda en quien puede que sea la única persona que confíe en este lugar…o confiaba…va a ultrajarme.

Una lágrima recorre las cuencas de mis ojos cuando escucho su susurro:

—Grita tan fuerte como puedas, suplica por tu vida.

Un escalofrío denso recorre toda mi espina dorsal al caer en la cuenta de lo que está a punto de suceder.

Su voz no ha sido una amenaza.

Ha sido un consejo.

Caray…

Su mano suelta mi cabeza, observo de costado y a través de la sombra veo una figura inmensa de virilidad que me deja presa del pánico.

Luego mis ojos se dirigen al general Sorhail quien hace un gesto al tipo de las cámaras y el reflector las cuales comienzan a grabar y el vikingo se ubica detrás de mí, levantando mis caderas y haciendo el vestido blanco a un lado para incorporarse justo entre mis piernas y empujarse hacia adelante.

Entonces lo comprendo.

No me está violando, está fingiendo que lo hace delante de las cámaras porque ni siquiera concreta el acto carnal. Finge la ilusión de hacerlo, por lo cual percibo que su mano me aprieta un glúteo con fuerza obligándome a soltar un grito y un llanto que me esfuerzo por acentuar en desesperación fingida.

—¡AAHHHH!—grito tan fuerte como puedo, la garganta me raspa y me lastima, cuando en verdad no está sucediendo la supuesta violación.

Caray, Thorian está poniendo su propia vida en riesgo a condición de salvarme a mí y a mi embarazo, si él queda en evidencia, todos estamos perdidos.

—¡AHH, POR FAVOR! ¡BASTA…!—sigo insistiendo en llanto desesperado cuando percibo que, tras de mí y cubierto por mi vestido Thorian acelera sus golpes y son sus muslos los que golpean ocasionando el ruido mientras su mano acelera la situación hasta provocar que yo entienda lo que sucede.

Está fingiendo llegar al clímax, o está sucediendo, pero no hay acceso carnal entre él y yo, es todo una mentira delante de la cámara, delante del general y su tropa, es su propia vida puesta en vilo arriesgándose por mi culpa así que grito y lloro tan fuerte como puedo, con tanta desesperación que luego me empuja y caigo al suelo con mi vestido sucio mientras él se guarda su propia virilidad.

El general Sorhail aplaude, ríe y envía a cortar la grabación.

Me quedo a la espera de saber si se lo ha creído…

Los segundos entre que avanza y habla con eternos hasta que lo mira de frente a Thorian y le dice:

—Soldado, eres un auténtico semental. Torturaremos a futuras prisioneras y prisioneros con ese don que te ha sido otorgado por la grandeza universal.

—Sí, general—le contesta Thorian con firmeza.

—Tenemos suficiente—advierte el general—. Llévensela al calabozo y que no salga de ahí. Difundiremos este vídeo por todos los medios que pueda haber, de alguna manera servirá como escarmiento al mundo entero lo que sucede. Ese imbécil tendrá que venir a nosotros de algún modo u otro.

Y se van.

Me levantan, uno de ellos es el mismo Thorian con quien cambiamos una mirada de horror, él mismo está aterrado con el suceso porque de haberlo descubierto le hubieran ejecutado sin pensarlo dos veces.




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