La noche en que nos conocimos.

Capítulo 15 Bésame.

Él me besa, mueve sus labios sobre los míos y yo le devuelvo el beso por un momento. Cuando logro reaccionar a lo que está sucediendo lo aparto. Él me mira apenado y con una disculpa escrita en su frente.

—¿Por qué me besaste? —le pregunto.

Siento ganas de darle una cachetada como en las telenovelas mexicanas, o hacer un drama como en las novelas turcas, pero reprimo el impulso.

—Yo... solo sentí. —él parece confundido. —lo siento, no debí hacerlo, fue solo un impulso.

No puedo evitar virar los ojos y cruzarme de brazos.

—Bueno, yo tengo el impulso de pegarte, pero no lo voy hacer. Ves, no debemos ceder a todos nuestros impulsos.

Él mira el piso y después a mí.

—No volverá a pasar, Hope.

—Somos amigos, Emmanuel, solo amigos. Tú tienes a alguien y yo también. Adiós y no vayas por ahí besando a cualquiera por impulso.

Le digo en son de broma para aligerar el ambiente.

—Tú no eres cualquier mujer.

Levanto mi mano y le enseño mi anillo de compromiso.

—No, tienes razón, soy una mujer comprometida.

Me despido con la mano y una sonrisa que espero no note que es forzada. Necesito alejarme de él.

Camino al principio a un paso normal, tratando de no pensar en aquel beso. No fue igual a los besos que nos dimos antes, tal vez porque no somos los mismos que hace años. No fue un mal beso, pero se sintió extraño, yo me siento extraña y confundida. No es como si vaya a dar media vuelta y correr a sus brazos, solo me siento extraña. Necesito hablar de esto con Ellie, ella sabría porque me siento extraña. Ojalá regrese pronto, necesito un consejo de mi hermana mayor.

Cuando llego a mi casa mis padres están sentados en el mueble conversando sobre algo mientras escuchan uno de sus discos de vinilo favorito. Los veo tomar sus manos e intercambiar miradas y sonrisas llenas de complicidad. No quiero romper ese momento, despacio camino hasta las escaleras y subo a mi habitación. Peyton está sentada en mi cama revisando su teléfono. Cuando me escucha entrar baja el teléfono y lo deja sobre la cama. Me quito mi bolso y me lanzo sobre mi cama. Peyton se acuesta a mi lado. Su cabeza esta junto a la mía. Sonrió.

—Besé a Santiago, bueno, nos besamos. —le digo.

Ella se sienta de golpe en la cama y me mira con los ojos muy abiertos mientras una sonrisa igual al gato de Alicia en el país de las maravillas aparece en su cara.

—Detalles, quiero detalles.

Me muevo en la cama y también sonrió. Me siento como una adolescente de trece años hablando sobre su primer beso.

—Él dijo que quería besarme y yo le dije que también quería besarlo. Después como la persona madura que soy salí corriendo.

Peyton trata de reprimir una risa.

—Claro, una reacción muy madura. —me dice ella siguiéndome el juego.

—Pero él obviamente me atrapó y me besó.

—¿Cómo fue el beso?

Pienso en eso un momento. ¿Cómo fue? Diferente a los demás besos que he dado, eso es obvio y por alguna razón no me siento bien al comparar sus besos con los demás, siento que de alguna manera lo estoy engañando. Eso es absurdo.

—Fue bueno.

Peyton mueve su cabeza repetidamente.

—No, no, dime como fue, que sentiste.

Por segunda vez en el día vuelvo a virar los ojos, un mal hábito que a mi mamá siempre le molestó.

—¡Dios, Peyton! Bien, me sentí bien, mejor que bien. Quería que el beso dure para siempre, quería que sus brazos no me suelten, que sus manos no se alejen de mí. ¿Estas feliz con esa respuesta? Fue un buen beso, fin de la historia.

Decirlo en voz alta vuelve el sentimiento más real.

—Pero que poeta me salió la niña. —me dice Peyton en son de broma. — Hope, creo que deberías admitir que hay algo más que una simple mentira entre tú y Santiago. Algo está pasando entre ustedes.

No quiero darle la razón a Peyton pero la tiene. Es obvio que algo está pasando, no sé exactamente que es, pero es algo que está poniendo mi mundo de cabeza.

¿Por qué de todos los hombres tenia que ser justo Santiago Miller?

—Eso no es todo. —digo.

Peyton abre la boca ante mis palabras.

—No me digas que te acostaste con él.

Golpeo su brazo y ella me mira con una sonrisa.

—No, no tuve sexo con él, virgen hasta el matrimonio. ¿Recuerdas?

Mi hermana me mira en silencio, me hace una seña con la cabeza para que yo siga hablando, pero no lo hago. Pienso en lo que pasó e imagino las preguntas que me hará Peyton.

—Habla, hermana. —me dice Peyton.

Tomo aire.

—Emmanuel me besó.

Peyton abre la boca sorprendida y se la vuelve a cerrar. Me mira con incredulidad sin saber que decir.

—Pero que infeliz ¿Por qué lo hizo? —ella me detiene antes que pueda responder. —Olvídalo, no me importa la razón, no debió hacerlo.

Yo no digo nada mientras ella habla, tampoco me muevo, solo la dejo seguir hablando sobre lo imbécil y egoísta que es Emmanuel por hacer eso. Peyton me mira y ve algo en mi rostro porque deja de hablar y me mira con esa cara de cuéntame todo.

—Te gustó. ¿Verdad? Por eso estas así, porque disfrutaste el beso.

Muevo mi cabeza, pero me detengo cuando me doy cuenta que no estoy tan segura sobre eso. Me siento confundida. Quién me besó no fue cualquier persona por lo tanto no fue un beso cualquiera, significó algo, me hizo sentir algo, eso es obvio pero la pregunta es, ¿qué sentí? No quiero pensar mucho en eso porque me da miedo saber la respuesta, miedo a seguir estancada en ese amor que sentía por él. ¿Por qué somos seres masoquistas? Él ama a alguien más y me dejó por ella, me dejó por alguien que es físicamente igual a mí. Eso debería ser suficiente para dejar de amarlo, eso debería ser suficiente y una pequeña, casi inexistente parte en mí grita que no es suficiente.

¿Puedo ser más estúpida?

—Sí, me gustó. — admito y pienso por un momento en todos los besos que he dado antes. En todos los besos que Emmanuel y yo compartimos. —Pero ya no es igual. Ya el amor que sentía por él no está. Le quiero, no voy a negar eso, pero ya no lo amo. Ya no estoy enamorada de Emmanuel.




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