La noche en que nos conocimos.

Capítulo 22 El final de las mentiras.

 

Respira. Todo va a estar bien, él va a estar bien, todo tiene que salir bien. —me repito en mi mente.

Él es tan joven, uno no espera que algo así le suceda a alguien tan joven, con tantos planes en su vida. Está comprometido, se va a casar pronto, ya tiene casi todo listo para ese día. No es justo, pero si algo he aprendido es que la vida rara vez es justa o tal vez tiene su propia forma retorcida de hacer justicia. Pero Emmanuel es bueno, ha cometido errores, como todos y dudo que haya hecho algo tan malo que lo lleve a una muerte tan prematura.

Él va a estar bien, tiene que estarlo. —me sigo repitiendo para intentar tranquilizarme.

Santiago se sienta a mi lado en las sillas de la sala de espera y toma mi mano. Recuesto mi cabeza en su hombro y cierro los ojos. Me siento cansada, no he dormido nada.

—¿Cómo está? —me pregunta él.

—Estable, es todo lo que sé.

Desde que llegué aquí le han hecho miles de exámenes y aún faltan más. El doctor aún no quiere decir nada y solo me dice que debo esperar los resultados. Lo vi un momento cuando llegué, pero él estaba inconsciente, despertó hace un momento, pero Rosalie estaba con él. Yo la llamé porque ella debe estar con él. Yo debería irme a casa a descansar, Emmanuel no está solo, tiene a Rosalie y no hay nada que yo pueda hacer aquí. Pero mi cuerpo se rehúsa a moverse.

—Tienes que descansar. —me dice Santiago como si hubiera he estado escuchando mis pensamientos.

Descansar suena bien, pero no creo poder hacerlo.

—¿Me puedes llevar a mi apartamento? —le pido a Santiago mientras me levanto.

Él asiente con la cabeza y me guía hasta el estacionamiento donde está su auto.

—¿Está tu amiga ahí? —me pregunta él mientras nos subimos al auto.

No entiendo la razón de su pregunta.

—No, ella tiene una recolección de fondos en otro estado. Regresa mañana.

A penas está amaneciendo. Recuesto mi cabeza en el asiento y cierro los ojos. Me siento exhausta. Como si hubiera corrido un maratón y en medio de la carrera hubiera tropezado y el resto de corredores pasaron encima de mí.

Me despierto cuando Santiago mueve suavemente mi brazo y dice mi nombre. Me despierto algo desconcertada cuando veo que estamos en su casa. ¿Cuándo acordamos venir aquí?

—No creo que sea buena idea que estés sola hoy.

No discuto con él, debo estar demasiado cansada como para no querer discutir con Santiago. Lo miro de reojo y veo que a él también le sorprende que no diga nada.

—No creas que siempre será así, es solo por la falta de sueño, no te acostumbres a esta Hope que no discute.

Él se ríe, pero no me dice nada.

Me lleva hasta su casa y cuando estamos dentro, nos dirigimos a la cocina, porque Santiago insiste en que debo comer algo. Sé que tiene razón, pero no tengo hambre. Tampoco creo que pueda comer algo ahora, mi estómago se siente algo revuelto.

Me siento en el mesón y veo a Santiago caminar por la cocina. No sabía que él cocinara. Debe hacerlo desde hace mucho tiempo porque se mueve con mucha destreza por la cocina. Toma ingredientes y los pica con pericia. Me relajo al verlo cocinar. Él me sirve una taza de té y sigue cocinando. Bebo mi té y lo sigo mirando, miles de preguntas vienen a mi mente como por ejemplo donde aprendió a cocinar, porque le gusta hacerlo. Pero no me siento de humor para hablar, así que guardo las preguntas en mi mente para hacerlas después. Ahora solo me dedico a observar.

—Esto esta delicioso. —le digo a Santiago.

Hablamos vagamente un momento, pero estuvimos en silencio la mayor parte de la comida.

Cuando terminamos de comer me siento en el sofá y no sé exactamente en qué momento que quedé dormida. Cuando me despierto estoy en la cama de Santiago. Me siento en la cama y estiro mis brazos. Me pongo mis botines y bajo a buscar a Santiago. Me quedo quieta cuando lo veo sentado en su piano tocando una nostálgica melodía. La reconozco. Él está cantando, con los ojos cerrados y el ceño fruncido. Veo como sus dedos se mueven por el piano. Parece realmente sentir aquella música. Mientras lo escucho cantar puedo sentir su dolor y la duda que hay en él. ¿Eso tiene sentido?

Dancing on my own. —digo el nombre de la música cuando él termina de cantar. —Prefiero que no bailes solo.

Él levanta la cabeza y me sonríe mientras se levanta del banco del piano. Lo veo caminar hasta su tocadiscos y después de un momento una vieja melodía empieza a sonar por toda la sala. Es dulce, una melodía muy romántica. Me tiende su mano y empezamos a bailar despacio por la sala. Quiero relajarme en sus brazos, pero no puedo, algunos pensamientos sobre lo que ha pasado me hacen alejarme de él. Me detengo y levanto una mano para que él se quede dónde está cuando veo que intenta acercarse a mí.

No ahora, ahora solo quiero espacio, respirar y saber que Emmanuel va a estar bien.

—¿Qué sucede? —me pregunta él cuando me alejo. —¿Qué pasa?

No respondo. Me siento en el sofá y cubro mi rostro con mis manos. Recuesto mi cabeza aún con mis manos en mi cara y me quedo así por un largo tiempo.

—Nada. —le digo. —Solo estoy cansada.

Necesito dormir, pero no creo ser capaz de conseguirlo ahora.

—Yo no puedo ser él. —me dice Santiago después de un momento. —A veces creo que esperas tener conmigo lo mismo que tenías con él, pero yo no soy él, y tampoco quiero serlo. A veces me cuestiono si cuando estás conmigo piensas en mí o en él.

Aparto mis manos y abro los ojos. Lo busco con la mirada y lo veo de pie cerca del piano sosteniendo un vaso de licor en su mano. Deja el vaso sobre el piano y camina hasta donde yo estoy, pero veo como mantiene la distancia de mí.

—¿Qué es lo quieres, Hope? ¿Qué es lo que esperas de mí? —me pregunta él. Tiene ese tono carente de emoción que estoy segura que utiliza con los abogados de la contraparte. —Mírame y dime qué crees que esto va hacía algún lado, mírame y dime que estás segura sobre nosotros. Yo estoy seguro, pero puedo ver como tú no, como tratas de convencerte que esto es lo que quieres, pero veo que no es así. Estoy seguro que una parte de ti quiere volver con él, que anhelas eso, pero tienes miedo de admitirlo porque no quieres que él te vuelva a lastimar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.