Capítulo 4: El Pacto Oscuro

De vuelta en la mansión, la fiesta continuaba como si nada hubiera sucedido. Los invitados intentaban olvidar los extraños sucesos de la noche y se sumergían en la música, el licor y las conversaciones triviales. Pero Carla no podía concentrarse. El encuentro con Adrian y la aparición de la figura espectral la habían sacudido profundamente.

Decidió que era hora de hacer preguntas. Se acercó a un grupo de locales que parecía más familiarizado con el lugar.

—Disculpen, ¿saben algo sobre Adrian? —preguntó, intentando sonar casual, aunque por dentro la tensión la consumía.

Los rostros de los presentes se endurecieron al instante. Uno de ellos, una mujer de cabello canoso y ojos cansados, la miró fijamente antes de responder.

—No deberías hablar de él —murmuró la mujer en voz baja—. Adrian murió hace cien años.

Carla sintió que la sangre se le helaba en las venas. "¿Muerto?", pensó. Pero si eso era cierto, ¿quién era el hombre con quien había hablado hacía unos minutos?

La mujer continuó, inclinándose hacia ella para que nadie más escuchara:
—Hace un siglo, Adrian Parker, el heredero de esta mansión, hizo un pacto con fuerzas oscuras. Quería mantener a su amada, Elizabeth, con vida para siempre. Pero el precio fue demasiado alto. —La voz de la mujer se quebró ligeramente, como si reviviera un dolor antiguo—. No solo perdió a Elizabeth, sino también su propia alma.

Carla sintió una punzada en el pecho. Lo que estaba escuchando parecía imposible, pero algo en la forma en que la mujer lo contaba la hacía creer que había algo de verdad en ello.

—¿Qué sucedió entonces? —preguntó Carla, con la voz apenas un susurro.

—El pacto falló. Elizabeth murió en la noche de Halloween, y desde entonces, su espíritu atormenta esta casa. Adrian está condenado a permanecer aquí, atrapado entre el mundo de los vivos y los muertos, esperando a que alguien libere su alma. —Los ojos de la mujer se llenaron de tristeza—. Y si no tienes cuidado, tú también podrías quedar atrapada aquí.

Carla dio un paso atrás, intentando asimilar todo lo que acababa de escuchar. La historia parecía sacada de un cuento gótico, pero las piezas comenzaban a encajar. La mujer espectral que había visto debía ser Elizabeth, y Adrian, o lo que fuera que quedaba de él, estaba buscando una forma de romper el pacto.