La Noches de las Sombras

Capítulo 6: El Ritual del Renacimiento

Carla sabía que lo que estaba por hacer desafiaba todo lo que siempre había creído. Como científica, su vida había girado en torno a la razón y la lógica, pero lo que había experimentado en Hollowfield trascendía cualquier explicación racional. Decidida a liberar a Adrian de su maldición y poner fin al tormento que afligía tanto a él como a Elizabeth, decidió buscar la ayuda de la anciana que le había revelado el oscuro pasado de la mansión.

La encontró en una pequeña cabaña al borde del bosque, lejos del pueblo. La mujer, cuyo nombre era Esther, ya parecía estar esperándola. Sus ojos cansados reflejaban la sabiduría de alguien que había visto más de lo que cualquier persona debería haber visto en una vida.

—Sabía que vendrías —dijo Esther sin preámbulos—. No puedes detener lo que se ha puesto en marcha. Pero tal vez puedas salvarlo.

Carla asintió, llena de determinación.

—¿Cómo puedo ayudarlo? ¿Cómo romper la maldición?

Esther la miró fijamente antes de hablar.

—El ritual que Adrian intentó hace cien años fue imperfecto. Para liberar su alma y la de Elizabeth, debes realizar el conjuro correctamente. Pero hay un precio. —La anciana se acercó a Carla, sus ojos penetrantes—. Debes sacrificar algo importante. Algo que te ate a este mundo.

El peso de las palabras de Esther golpeó a Carla con fuerza. No sabía qué esperar, pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario. La anciana le entregó un viejo libro de magia oscura, el mismo que Adrian había usado para intentar salvar a Elizabeth. Las instrucciones del ritual eran claras: necesitaría realizarlo en la noche de Halloween, justo cuando el velo entre los mundos de los vivos y los muertos era más delgado.

—No es solo un conjuro. Es un juicio. Si fallas, tú también quedarás atrapada en este lugar —advirtió Esther—. Pero si tienes éxito, ambos podrán encontrar la paz.

Esa misma noche, Carla regresó a la mansión con el libro en la mano y el corazón acelerado. El silencio en la casa era aún más inquietante que antes, como si la propia estructura estuviera esperando su llegada. Adrian apareció, más pálido y angustiado que nunca.

—No deberías haber vuelto —dijo con una voz quebrada.

—Tengo que hacer esto. Quiero ayudarte. —Carla avanzó hacia él, sintiendo la conexión entre ambos volverse más profunda con cada palabra.

Adrian intentó detenerla, pero algo en su mirada revelaba que ya había perdido la esperanza. Sabía que su destino estaba sellado, pero Carla no estaba dispuesta a rendirse.




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