La Novela de los Tres Años

Capítulo 1 La Vida

Mi historia…mi lóbrega historia comienza en una pequeña ciudad llamada Colonia Tovar, ubicada en el Edo. Aragua, Venezuela. Mis abuelos eran alemanes, mis padres al igual que yo nacieron aquí. Mi vida no es igual a la de las demás personas, tal vez sea igual o quizás sea yo la diferente, no sabría expresarlo. Es cierto que nunca he sentido pertenecer aquí, siempre he preferido vivir en mis libros, en mi imaginación fuera de la triste realidad. En este preciso instante no sé qué hace mi cuerpo solo se lo que hace mi mente. No narro una historia diferente solo invento una fuera de lo común o lo que para mí es común.

Me llamo Ciara, dicen que soy un poco rara y misántropa, no lo sé, debajo de una escalera leo a uno de los mejores escritores según yo, es Edgar Allan Poe; sus relatos, sus cuentos y sus novelas son interesantes para mí. Escucho las vibraciones de la escalera con cada paso de cada estudiante aunque lo ignoro, saco mi celular colocándome los auriculares y escucho My Immortal de Evanescence, mi corazón se acelera con cada palabra que leo, no sé si el terror o el misterio lo que hace efecto en mí. De repente me siento agitada y paro mi lectura dejando que mi cerebro vuelva a la realidad, un tanto enfadada guardo mi libro, el celular y los auriculares, ya que he escuchado mi nombre, son mis padres que extraordinariamente han venido a buscarme al colegio.

Yacía en la cama de mi habitación sorprendida aun por lo de esta tarde, retomo mi lectura y entro nuevamente en otro mundo o cualquier otro sitio en mi cerebro. Cuando vuelvo a ser interrumpida pero esta vez por Astrid (La señora de servicio) para avisarme que la comida está lista; han transcurrido casi siete horas:

~ Niña, la cena está servida.

~ ¿¡Qué, ya es tan tarde!? ~ exclamo sin creerlo.

~ Sí niña, ha estado metida aquí un largo rato.

~ ¿Mis padres ya llegaron?~ pregunto aunque sé la respuesta.

~ No, niña llegan más tarde.

~ Entonces ya voy a comer ~ digo un tanto desilusionada.

Salgo de mi habitación, ceno acompañada de mi única amiga (Astrid). Al culminar con mi cena que siempre está deliciosa regreso a mi habitación, no puedo negar lo enfadada que me siento, pensando en que es mejor que nunca hubiese nacido, que mis padres nunca me fueran tenido, su desinterés por mi vida hace que reflexione y empiece a cuestionarme si merezco vivir, mi raciocinio se ha desvanecido y me siento completamente sola en una habitación inmensa, baldía y lúgubre, mi cuerpo se estremece al sentirse sofocado al girar la cabeza y darme cuenta que pareciera que las paredes intentasen apresarme. En mi interior una voz me dice: «mátalos, no merecen vivir» o eso es lo que me parece haber escuchado, mis lágrimas se derraman por mi rostro, de verdad el amor que siento por mis padres se ha esfumado. Los veo llegar como a las 23:45h su presencia me abruma pero no los odio.

Intento disimular mi rabia el resto del mes que queda de clases, cuando sentada en el regazo de las flores de mi institución educativa observo detenidamente las miradas de cada estudiante, analizo y descubro que la gran mayoría solo aparentan ser felices. Cada día mi desencanto por la vida ha hecho que desprecie a los niños y a todas las personas por igual.

Siempre he cargado un peso encima, como si tuviera un don y no supiera usarlo. Los libros de muchos escritores dedicados al género del misterio, suspenso y terror de la nada transitan por mi mente. Aunque muchas personas dicen que soy bonita, en mi opinión se equivocan, mi tez es pálida casi traslucida, mis ojos capaces de desgarrar un alma en pena y de un gris tan vivo como el de la plata, mi cabello de un rojo intenso que cae sobre mis hombros ondulante, mis labios carnosos y rojos al igual que mi cabello, mi rostro demuestra ingenuidad y una malicia desenfrenada.

 

 

Julio 2010

Por fin han culminado las horrendas clases, he obtenido muy buenas notas, creo que las mejores de mi salón, intento mostrárselas a mis padres y me felicitan sin mirarlas. Astrid ha ido a visitar a sus hijos, mis padres no tardan en irse también, supuestamente el viaje es por motivo de trabajo, esta vez no va acompañarme mi querida abuela y voy a disfrutar todo este mes completamente, sola.

Una semana después…

Estoy en la casa sola, son casi las 21:00h. Hace un frío incalculable pero decidida salgo a caminar, mientras camino pienso en que las mujeres sí son estúpidas, me refiero a esas que se dejan golpear por sus esposos como si no existieran miles de hombres y pudieran buscarse otro, en esas que son amas de casas, esas que buscan a los hombres por interés como si no fuesen autosuficientes, entre otros casos de la vida. El paisaje que presencio a medida que camino se vuelve intuitivamente inseguro, estoy caminando al lado de un barranco sin darme cuenta y sin saber cómo llegue allí. Los nervios me traicionan al encontrarme con dos jóvenes, tendrían entre diecisiete y dieciocho años tal vez un poco más, con tatuajes similares en cada antebrazo. Me miran ansiosos como si fuera alimento para leones mientras me aproximo lentamente, por alguna razón me producen nervios pero segura de no correr ningún peligro. Enfrente de ellos me paro, cruzan miradas sorprendidos por mi reacción. Uno de los muchachos me sujeta bruscamente colocando mis manos contra mi espalda diciéndome que les entregue todo lo que tenga, a lo que respondo cínicamente:




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