La Novela de los Tres Años

Capítulo 6 El Valor Del Ser Humano Y El Ser Vivo

Para ser sincera, tengo trece años y eso no significa que sea retrasada mental o algo por el estilo, la gran mayoría de las niñas, adolescentes o jóvenes de mi edad o menos ya han tenido novio y no solo uno sino varios. Yo no soy santa pero comparada con otras soy muy inocente.

Marcelo viene a menudo, hablamos durante horas, sus besos ya no los esquivo tanto. Es grato enterarme cada día que viene de algo nuevo de su vida. Mi plan quedó hecho trizas en el suelo, el tren que lo transportaba se estrelló contra un sentimiento y su rumbo fue frenado.

Inevitablemente no puedo negar que anhelo poder eliminar este sentimiento de mi cuerpo, de mi alma y de todo mi ser. Muy en el fondo sé el valor del ser humano y el ser vivo, cada ser es muy importante, cada ser tiene un valor incalculable. Excepto que para mí su valor es calculable. En eso obligaba a basarse mis sentimientos, no en una atracción superficial por un niñito rico, pretensor de un poder.

Avanzan los días, lidio por tratarlo como un amigo cuando estoy clara que él asume el personaje de novio, y es incuestionable que no me molesta esa verdad. Todo este asunto me ha desviado de mis objetivos principales: asesinar y obtener el poder. Desde que empezó esta relación ninguno de los dos se ha preocupado por el trabajo en sí, por lo menos yo no he trabajado desde entonces, él en cambio debe de estar ocupándose muy poco del trabajo. A la semana se pasea por aquí casi todos los días, algunas veces se pasa solo tres días aunque las mayorías de las veces sus visitas se han hecho muy repetidas. Creo si no me equivoco que este noviazgo ha sido sólo de tres semanas, pero él lo hace parecer de años.

Esta es la última semana antes de que empiecen las clases, todavía no sé si decidiré continuar con los estudios ahora, pero en mis planes futuros sé que debo continuar con ellos, aunque esa es una vaga idea. Por los momentos vivo y disfruto el presente sin importar más. La semana se abre paso con un sol tan resplandeciente y caluroso. Enciendo el aire acondicionado de la habitación y enseguida el calor desaparece, pretendo escuchar una película de romance, mis oídos captan es la suave melodía que se oye y después una misteriosa música que da un giro de 360º grado en mi cabeza. «En un día tan caluroso, la noche fría es seductora para asesinar» pienso. De un brinco salgo de la inmensa y cómoda cama, registro en los bolsillos de la maleta que traje cuando me mudé a este apartamento, sin más ni menos encuentro lo que hace años había guardado en ellos, un pequeño librito hecho para una tarea de la escuela cuando tenía diez años, dentro se hallan poemas originarios míos. Poemas simples que se miren por dónde se miren significativos para un intelecto infantil.

Georgina iba a morir tarde o temprano, su sangre mancharía un poema que describiría lo que en sinceridad era la amistad. Anochecía, la luna se elevaba en el cielo y los minutos los contaba. Gracias a internet descubrí que estaba en una fiesta, y con lo que le encanta a Georgina una fiesta supe que quizás amanecería o estaría hasta muy tarde. Preparé el 9mm oculto dentro del pantalón y el silenciador dentro de mis botas, esperé escondida en una vereda cerca del club de festejos donde se celebraba, cuando su figura apareció delante con un bello vestido, algo despampanante. Siseé, no escuchó, siseé por segunda vez y cuando se precipitó a mirarme, la interrumpió una joven para preguntarle si su madre la vendría a buscar, ella respondió que estaba esperándola, siseé por tercera vez estando el lugar sin ningún testigo y por fin me miró entre las sombras, mi perfecto escondite acompañado del perfecto camuflaje que generaba mi ropa negra era casi imperceptible a la vista del ojo, a excepción de que si se miraba con detenimiento era obvia la figura de una persona. Asomé el rostro a la luz, ella me tiró del brazo abrazándome como si fuésemos mejores amigas, preguntándome enseguida: ¿Por qué no había ido a su fiesta?, contesté con hipocresía y seguimos hablando por un corto momento hasta su muerte.

~ Es que no pude ir, debía estudiar.

~ La estudiosa de Ciara, veo que no cambias ~ dice con amabilidad.

~ Sabes cómo soy Georgina.

~ ¿Y qué haces estudiando en vacaciones? ~ pregunta confundida.

~ Es que las clases están por comenzar y estoy metida en un curso para estar preparada.

He pensado una mentira creíble rápido, con eso bastará para que no desconfíe.

~ Que aburrido, es verdad ya van a comenzar las clases y tengo que volver al colegio ~ dice un tanto desilusionada ~ pero cuéntame ¿qué haces por aquí y vestida así?

«¿En serio vez que salgo de una vereda oscura y vas a preguntar eso?» Pienso con tanto sarcasmo.

~ Me pasaba por aquí y te vi, ¿y qué pasa con mi ropa?

~ Andas vestidas como si fueras a un funeral, eso es extraño en ti.

~ Sabes que no soy muy fanática de la moda como tú, esta ropa fue lo primero que vi y me lo puse ~ digo finalizando con una risita leve.

Y es verdad, voy para un funeral dónde vas a estar tú, si pudieras imaginar eso te salvarías.

~ La moda es lo que me encanta Ciara, yo y la ropa somos una. ¡Ja, Ja, Ja!

~ Georgina eres tú. ¿Quién más podría amar la ropa como tú?, solo tú. ¡Ja!

~ Como me conoces Ciara.

~ ¿Podrías acompañarme por aquí cerca, será solo un momentico?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.