La novia de la mafia 2: Lazos de amor y sangre

3. Advertencia

 – Ven. Vamos a irnos.

Como pude tome mi abrigo y seguí los pasos de Leander escaleras abajo. Había llegado a la habitación y simplemente había dicho aquello para después marcharse. Después de que Agnes se hubiera ido, me quede recostada en la cama mirando fijamente ningún lugar en específico, simplemente perdida en mis pensamientos, hasta que Leander abrió la puerta de forma repentina.

Lo seguí casi corriendo debido a la rapidez de sus pisadas. Al llegar al umbral de la sala de estar, me encontré con una figura conocida parada en el centro. Espalda fornida y aquella gabardina negra que parecía ser su posición mas preciada, se había vuelto hacia mi cuando escuchó nuestros pasos y me había guiñado el ojo en señal de complicidad antes de que atravesara la puerta de entrada.

– ¿A donde iremos? – pregunté hacia Leander al ver que se dirigía al auto, ignorando la sonrisa burlona en el rostro de Sergei Ivanov.

– A casa – respondió con simpleza.

– ¿A casa? ¿En momentos como este? Sergei Ivanov acaba de regresar y Zev no sabe de ello.

– ¿Tenemos que comunicarle todo lo que pasa a Zev? Si no mal recuerdo él es mi hermano, no mi jefe. Sube al auto – ordeno haciendo un ademán con su cabeza, indicándome que subiera en el asiento a su lado. Él ya había abierto su puerta y solo estaba esperando a que yo subiera al auto.

– No lo es. Pero se convertirá en un caos cuando entré y vea a su padre.

Abrí la puerta del auto y me subí en el asiento del copiloto, Leander se subió segundos después de mi, luego de haber inhalado profundamente y haberse llenado los pulmones de aquel aire frío tan típico de Rusia.

– Bien. Eso no es de mi importancia justo ahora. Zev a hecho el mismo espectáculo cientos de veces que nada de lo que haga va a sorprenderme.

– ¿Porque estas siendo tan indiferente? – pregunté ante su falta de interés por lo que estaba pasando. Bastaba con conocer a Zev por unos cuantos días para darte cuenta de su impulsivo carácter y tenerle miedo a cualquier cosa imprevista que planee hacer en el momento. Simplemente es así, piensa con los puños en lugar de que con la cabeza.

– Porque justo ahora acabo de comprobar algo de lo que estaba siendo indiferente hace unas semanas.

Leander me miró por el espejo retrovisor para después girarle a la palanca de cambios y comenzar a conducir. La mirada que me había dirigido me había hecho estremecer y había convertido a mis piernas en gelatina.

Él lo sabía, bueno, tal vez no lo sabía, pero sospechaba de ello.

Sus ojos azules parecían dos gélidos bloques de hielo y su actitud mas impaciente que la de costumbre. Tamborileaba sus dedos por sobre el volante y de ves en cuando me dirigía una de aquellas miradas que parecían penetrar en lo mas profundo de mi alma, buscando tal vez, el secreto que yo estaba ocultando. No había porque seguir ocultándolo, si él ya sospechaba de ello, entonces no tendría escape.

– Lo siento – susurré cohibida. Incluso desee hacerme mas pequeña en el asiento.

– Una disculpa no solucionara nada Yelen. Te pusiste en peligro sin mirar las consecuencias. En primer lugar, ¿porqué guardar un secreto de Sergei Ivanov? Puedes guardarme todos los secretos que tu quieras, pero nunca, algo relacionado a ese hombre.

Su voz sonaba severa, no estaba tan serio como solía estarlo siempre, se encontraba intranquilo y tal vez decepcionado. Yo había tenido la culpa de este desacuerdo entre nosotros pero no podía hacer algo mas, incluso si el tiempo es retrocedido, yo hubiese hecho lo mismo una y otra vez, porque ella necesitaba mi ayuda y yo no podría negársela.

– Ella necesitaba ayuda – confesé, lo que no pareció gustarle en absoluto. Chasqueó la lengua repetidas veces y detuvo el auto cuando el semáforo se puso en rojo.

– Nunca debes de confiar en Agnes, Yelen. Ambos son iguales. Tanto Sergei como ella, los dos son igual de mentirosos y manipuladores. ¿Sabes lo que pasa con Agnes? Ve en Zev al hijo que perdió, es por eso que después de Zev, nosotros no importamos tanto.

Quise decirle que no era cierto. Que no se debía solo a eso que Agnes protegía mas a Zev, si no porque Zev no era parte de la familia, no era un Ivanov, era un niño que había llegado a la familia equivocada y que ahora corría peligro, es por eso que ambos quieren protegerlo, aunque Zev los odie, ellos dos solo quieren mantenerlo a salvo, al igual que a todos los demás. Aunque no supieron como amarlos de la manera correcta, hacen lo que pueden para mantenerlos protegidos, y si no es eso amor, entonces realmente veo las cosas con demasiada ingenuidad.

– Tal vez no sea de esa manera – me atreví a contestar.

Leander detuvo su auto frente a la casa. Volteo a mirarme con esos fríos mares azulados y después devolvió su vista hacia el camino de tierra que había hecho su auto al subir por la pequeña colina mas veces de las que podrían contarse; hizo un ademán con su mano hacia los guardias y éstos se apresuraron a abrir el portón frente a nosotros.

– ¿Entonces que es? Dime, quiero saberlo. Quiero saber porqué te enviaron esa nota y cual es el secreto que estas guardando para ellos.

Me quede en silencio por unos segundos ante sus palabras. Hace unos minutos había pensado en decírselo, iba a contarle toda la verdad porque de nada servía seguir ocultándolo, pero, ¿y si Agnes tenía razón? Sergei había regresado con ese propósito, como así mismo había sido encarcelado por ello, para tratar de averiguar por su cuenta algo relacionado con el líder de los desterrados, él iba hacer lo posible para que nadie descubriera que Zev no era un Ivanov y si yo lo decía, no podría saber con certeza quienes estaban escuchando.

– ¿Ves? Lo acabas de hacer de nuevo.

Se bajó del auto después de haberlo estacionado en la entrada y se dirigió hacia la casa.

Me baje justo detrás de él, tratando de alcanzarlo, lo cual hice una vez entró.




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