La novia de la mafia 2: Lazos de amor y sangre

15. En blanco y negro

El lugar olía a humedad.

El olor a humedad no era tan intensa como el olor a sudor varonil que te impactaba las fosas nasales a penas ponías un pie dentro del Break. El Break era el lugar de peleas clandestinas donde solía venir Yerik y donde habíamos supuesto que había venido después de la riña de hace un momento.

El lugar no estaba tan lejos de donde se encontraba Darkens, que es el lugar destinado para las ocasiones especiales de los Ivanov. El Break estaba a unas calles lejos de este, pero dentro del mismo barrio oscuro donde no todos los ciudadanos de Moscú les gustaba venir. Es la calle cerrada, el lado oscuro de Moscú donde solo entran los que tienen las agallas de sobrevivir en el. A lado del Break se encuentra lo que parece ser un bar y del otro lado de el se encuentra un casino, ambos establecimientos cuentan con canciones a todo volumen, lo que hace que solo una parte de ambos sonidos, logre filtrarse por las pequeñas ventanas que casi no alumbran nada el lugar, haciendo que el Break dependa de las luces artificiales para darle la iluminación a su estancia.

La mayoría de los que estaban a nuestro alrededor eran del género masculino, suponía que se debía que ellos eran los que solían frecuentar más el lugar para poder entrenar y después subirse al ring que estaba en el centro, por lo que las pocas mujeres que habían a sus lados, eran solo de compañía.

Este lugar se llenaba con más frecuencia por las noches, cuando era hora de un enfrentamiento nocturno donde las peleas serían todo menos justa. Podía saber que cada noche había una por el panfleto que estaba pegado en la entrada. Haber venido justo en medio día nos libraba de la multitud que de seguro nos impediría llegar hacia Yerik, al que pudimos identificar con claridad a unos metros de nosotros golpeando sin parar un saco de box frente a él.

– ¿Crees que haber venido de rosa fue una mala opción?

El rostro serio de Leander fue sustituido por una genuina sonrisa.

– Te ves perfecta así.

Sonreí al igual que él. Es cierto que mi atuendo no era el mejor, lucía como toda una señorita bien portada, al contrario de todas las chicas que vestían ropas ceñidas a sus cuerpos, con faldas o vestidos que apenas les tapaba algo de piel, pero las costumbres con las que fui criada no se pueden cambiar de la noche a la mañana y tampoco era como si quisiera hacerlo, me sentía cómoda con esto.

Seguimos caminando en dirección recta hacia donde estaba Yerik, con las miradas de todos puesto en nosotros. En cuestión de segundos, los golpeteos a los sacos de box o alguna otra actividad que estuvieran realizando, fueron detenidas para poder centrarse en mirarnos.

Yerik pudo saber que nos encontrábamos ahí sin siquiera voltearse. Supongo que lo había presentido después de su pelea con Lukyan, que de cierto nosotros iríamos detrás de él.

– No quiero hablar. Si es que para eso han venido – dijo sin siquiera mirarnos, centrándose en golpear sin detenerse, desquitando todo su enojo en aquel saco de arena.

– Supongo que si vienes a refugiarte a un lugar como este, lo que menos quieres es hablar.

Miré confundida hacia Leander. Su expresión era serena, sin emoción, se había puesto su máscara de rudeza una vez más, para evitar que alguien viera su debilidad. Estaba demasiado tranquilo a mi parecer, y cuando algo como eso ocurría, no había más que esperar impaciente su siguiente acción.

– ¿Entonces a que has venido?

Los golpes se detuvieron.

El sudor de su frente había descendido en su mejilla hasta finalmente resbalar por su barbilla. Yerik también lo había presentido, aquel tono de su voz no hacía más que causarte escalofríos una vez que lo escuchabas.

– Subamos al ring. Si tu problema es con un Ivanov, entonces desquítate conmigo.

Yerik rió sin gracia.

– Entonces estás defendiendo a tu hermano menor. Me lo esperaba.

– Vamos, Yerik, si no quieres escuchar palabras, entonces vamos a demostrarlo allá arriba, si es la sangre lo que verdaderamente importa.

Yerik le sostuvo la mirada. Seguía mirándolo con aquel ápice de resentimiento en sus ojos claros, pero aún así no titubeo, a pesar del miedo que albergaba en su mirada.

Lo vi tragar saliva con dificultad para posteriormente apretar sus puños y seguir a Leander hacia el ring.

No hubo tiempo de ir hacia Leander a preguntarle acerca de la locura que estaba haciendo porque ambos ya estaban arriba del cuadrílatero después de que los que estaban antes que ellos, les hubiesen concedido su lugar a penas los vieron venir.

Escuché sus murmullos y sus ovaciones que emitían su clara emoción. Estaban ansiosos de verlos, estaban entusiasmados de ver la pelea que se les fue negada en el Darkens.

Mis manos comenzaron a sudar cuando Leander arrojó su chaqueta en el piso, causándome escalofríos. Él realmente iba hacerlo.

Sostuve mi cabeza con frustración mientras revolvía mis cabellos en el proceso. Realmente iba hacerlo. Leander pelearía con Yerik y no había nadie que lo detuviera de aquella idea.

Era una locura.

Exhalé aire con clara ansiedad, para después repetir la acción y acercarme hacia el ring, ya que todos comenzaban amontonarse y no podría verlos si llegaban más, que es precisamente lo que estaba pasando, al parecer las voces habían corrido demasiado rápido.

– Empieza tú primero – se burló Leander haciendo un ademán hacia Yerik, indicándole que le cedía el primer paso.

Yerik frunció su nariz con molestia, se acomodó las vendas en sus manos y se acercó hacia Leander sin dudarlo. Su puño derecho intentó impactar contra el rostro de Leander quien no había tenido la intención de moverse de su lugar, como si se estuviese burlando de él. Su puño no logró su cometido ya que Leander lo detuvo en su trayectoria para poder acertarle un golpe con su rodilla justo en su estomago, sacándole el aire en el proceso, para seguirle con un golpe en su espalda y lograr tirarlo al suelo.




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