La novia de la mafia 2: Lazos de amor y sangre

18. Duda

– Es muy peligroso, Yelen. ¿Estas segura que tienes que ir? Porque no entiendo porque tienes que hacerlo.

Mi madre miraba con recelo a Lukyan y Yerik quienes se ponían sus abrigos para poder salir de casa hacia el Break; ellos me esperaban en la puerta mientras desviaban sus miradas de la de ella para después dirigirme una mirada impaciente.

– Tengo que ir, no te preocupes, estaré bien.

– Dijiste que Leander te cuidaría pero no lo veo aquí en estos momentos.

Hice una minúscula mueca con mis labios ante su respuesta, para después sonreírle tratando de tranquilizarla.

– Leander nos alcanzará allá, no tienes porque angustiarte, no iré sola, Yerik y Lukyan me acompañaran, tú solo quedate tranquila, volveremos rápido.

Después de unos cuantos ruegos, ella me dejo ir, a regañadientes. Sabía que no estaba tan convencida de esto pero me alegraba que finalmente haya dado el paso decisivo para reconstruir nuestra relación que parecía haberse perdido. Al menos estaba haciendo un esfuerzo y lo agradecía.

 

– Hay que irnos.

Ambos chicos tomaron la iniciativa hacia el auto que estaba siendo abierto para nosotros por uno de los guardias, pero antes de poder entrar Lukyan contesto una llamada en su teléfono por lo que lo esperamos afuera del auto.

La expresión de su rostro no pudo mantenerse estable ante lo que estaba escuchando, causando nuestra curiosidad.

– ¿Quién era? – pregunto apresurado Yerik en el momento en el que Lukyan se apartó el celular de la oreja para colgar a la llamada.

– Agnes. Dijo que viéramos el noticiero, que habían incendiado el Darkens.

Yerik se apresuró a encender su teléfono y dirigirse al apartado de las noticias en la red social donde efectivamente se estaba hablando del incendio del Darkens. Nos acercó el teléfono para que viéramos igualmente el video, donde la gran infraestructura del Darkens estaba siendo reducido a cenizas, tal y como el incendio de hace unos meses hacia la mansión Ivanov. Todo estaba en llamas y se veía a los bomberos tratando de apaciguar el fuego, por suerte no había ni una persona dentro de el, ya que el Darkens solo se solía utilizar para los eventos de la familia Ivanov, fuera de ahí a nadie le era permitido la entrada. Achique mis ojos para tratar de leer lo que parecía una pancarta colgada en la entrada del salón.

– Honor, sangre y gloria para el pueblo – susurré mientras leía una a una aquellas palabras.

– No creo que hayan sido los desterrados – concluí mirando a ambos chicos. Lukyan estuvo de acuerdo conmigo.

– Creo que Jasha ya inició la fiesta – dijo Yerik guardando su teléfono y entrando al auto seguido de nosotros.

 

– No habíamos quedado en eso – refutó Lukyan una vez que se puso al volante. – Nunca dijimos que incendiara el Darkens como un pirómano. Iniciaría la rebelión en el Break, no dañaríamos propiedad que pueda afectar a otras personas en la ciudad.

Concordamos con Lukyan pero no había nada que reclamarle a Jasha, nosotros habíamos aceptado convertirlo en el rostro de esta rebelión y por ende habíamos aceptado sus locos métodos para conseguirlo, aunque no fueran los mejores. 

Lukyan se detuvo justo frente al Break, como si ese lugar hubiese sido apartado especialmente para nuestra llegada mientras que los otros autos estaban estacionados en algún otro lugar de los alrededores. Bajamos del auto con el nerviosismo a flor de piel. Solo era cuestión de minutos para que la guerra se desatara y yo esperaba que todo saliera conforme al plan que habíamos trazado. Aunque esperar algo como eso no debería de hacer que bajáramos la guardia, todo puede volverse en nuestra contra y algunas veces incluso podría no salir como lo habíamos planeado, pero al menos esperaba que pudiéramos lidiar con las cosas que se interpusieran en nuestro camino, como siempre solíamos hacerlo. 

Estar nerviosa no era algo fuera de lo normal, incluso sentía las enormes ganas de mordisquearme las uñas debido a la desesperación, pero debía de controlarme, estábamos a solo unos minutos para que tal vez todo esto terminara.

– ¿Donde esta Leander? – pregunté al llegar junto a Agnes y Sergei quienes nos esperaban en la entrada.

– Aún no a llegado – respondió Agnes tomándome del brazo y acercándome hacia ella como si me fuera a contar un secreto, mientras comenzábamos a caminar hacia las gradas donde toda la familia Ivanov debería de estar. Sentados en primera fila para así ver su derrota desde lo alto del Break. 

– ¿Como te sientes?, ¿No has tenido ningún problema con el bebé?

Sonreí automáticamente al escucharla.

– A penas son los primeros meses, no tienes porque preocuparte tanto, todo esta tranquilo.

Ella suspiro aliviada.

– ¿Porqué Leander aún no esta aquí?, ¿No debería de haber venido con ustedes? – volví a preguntar al no escuchar una buena respuesta de su parte anteriormente. Miraba a todos lados pero no podía identificar su cabello negro entre la multitud de personas, ni siquiera la gabardina azul marina que solía usar cuando la temperatura era alta. 

– Mantén la calma, Yelen, mi hermano solo se esta demorando unos minutos, ya llegará. Fue arreglar algo, recuerda que la última vez los desterrados quisieron hacer de las suyas con los documentos de la empresa y él se esta asegurando de dejar todo en orden, no te angusties de más.

Asentí ante lo dicho por Yerik, pero aún así no pude mantener la calma.

– Lo esperaré allá abajo – anuncie para después bajar las escaleras de las gradas y caminar hacia la entrada.

Una vez ahí miraba con insistencia ambas puertas abiertas de par en par mientras veía pasar a varias personas, cuyos rostros no eran para nada conocidos. Todos tenían ese aspecto que la gente de los barrios bajos solía tener,  parecían enojados consigo mismos pero sonreían de una manera un tanto socarrona; algunos otros tenían una mirada que parecían estar al borde de la locura, tal vez debido a las drogas que consumían, porque si había algo que los Ivanov manejaban bien, era el trafico de aquel polvo blanquecino que significaba la desdicha para muchos.  




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