La novia de la mafia

1. Antes del caos

El olor a jazmines inundaba la habitación. Los rayos mañaneros del sol se colaban por los ventanales de vidrio frente a nosotros, iluminando todo a nuestro alrededor.

Todo el lugar era pulcro y elegante. Del techo colgaba un candelabro que yacía apagado debido a que la luz del sol era la encargada de iluminar la estancia, habían floreros de cristal en la pequeña mesa de madera que se encontraba en una de las esquinas del lugar.

Observaba todo con una sonrisa cálida en mi rostro. Estaba emocionada, no cabía en mi la euforia que sentía en estos momentos, la sonrisa en mi rostro no podía ser quitada, estaba a unos pasos de mi ansiada felicidad, mi sueño estaba pronto a cumplirse, la razón por la que había nacido estaba a solo unas horas de mi.

Di un suspiro profundo y salí al encuentro de mi madre quien me esperaba sentada en uno de los sillones color moca con el teléfono en sus manos. Se apresuro a quitar su mirada de la pantalla para verme con sus ojos destellantes de emoción y una sonrisa de oreja a oreja en sus labios.

– Te ves tan hermosa – susurró con alegría. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras se acercaba a mi con los brazos abiertos quienes me envolvieron en un caluroso abrazo.

– Mi amada Yelen luce como toda una princesa – sollozo.

La abracé con mas fuerza al sentir las lágrimas de mi madre caer sobre mi hombro y sin poder controlarlo, al igual que ella, las lágrimas de felicidad comenzaron a brotar de mis ojos.

Hoy finalmente era el día que tanto habíamos esperado.

– Hoy te convertirás en una Sallow – mencionó apartándose del abrazo. Mi madre me sostuvo por los hombros y con delicadeza paso su mano derecha por mis mejillas, limpiando las lágrimas que había dejado caer.

Ella estaba feliz, porque finalmente nuestras plegarias parecían haber sido escuchadas.

Aunque la felicidad de mi boda aún estaba presente, no podía evitar sentirme triste. La melancolía me invadía al pensar que dejaría sola a mi madre e iba a formar mi propia familia. Había perdido a mi padre cuando yo recién tenía cuatro años, así que los recuerdos de él parecían tan lejanos y borrosos, ni siquiera podía recordar como lucía su rostro o tan si quiera recordar la calidez que desprendía, aunque mi madre se encargaba de recordármelo cada vez que podía.

El día de hoy, era la fecha mas importante de toda nuestra vida. Me convertiría en la esposa del único hombre al que conocí en toda mi vida. Mi madre se había encargado de ello, se había encargado de hacerme saber con cada suspiro que yo daba, que yo sería la esposa de Erick Sallow, yo y nadie mas. Nadie podía quitarme ese derecho con el que yo había nacido, ya que parecía que Erick y yo fuimos destinados a estar juntos desde nuestro nacimiento, el hilo rojo del destino había sido colocado en nuestros dedos por nuestros padres cuando aún éramos recién nacidos.

– Se ve realmente hermosa señorita Zatova – aplaudió Katia quien se había acercado hacia nosotras.

– Después de hoy tendrás que llamarla señorita Sallow, Katia, no lo olvides – reprendió mi madre con una sonrisa juguetona en sus brillantes labios rojos.

– Que así sea, señora.

Katia era una muchacha sonriente de cabellos largos y color chocolate, ella siempre solía hacerse dos trenzas en sus largos cabellos para que éste no le estorbara al hacer los quehaceres de la casa, tenía un flequillo rebelde que siempre se esforzaba por planchar para que no se volvieran rizos al igual que todo su abundante cabello. Mi madre había recibido a Katia cuando ésta a penas tenía ocho años de edad, la había sacado de un orfanato y desde ese entonces Katia a sido como un miembro mas de la familia Zatova donde solo quedamos mi madre y yo.

– Bien. Entonces hay que prepararnos, Yelen ya esta lista así que nosotras iremos a vestirnos para la ocasión. No salgas de aquí Yelen, solo espera a tu maquillista para que venga a darte el retoque antes de la ceremonia – dijo mi madre tropezándose con las palabras debido al nerviosismo que sentía. Podía ver el temblor en sus manos así que tome con cariño sus manos entre las mías.

– No debes de estar nerviosa mamá. Todo saldrá bien – pronuncié con serenidad. Mi madre me sonrió para envolverme nuevamente en un abrazo para posteriormente besar mi cabeza.

– Sé que todo saldrá bien.

Katia se despidió de mi con un abrazo igual de fuerte que el de mi madre y después ambas salieron de la habitación dejándome en completa soledad y con los nervios a flor de piel.

Me sentía ansiosa y estaba completamente agradecida porque no hubiera ni un solo bocadillo aquí dentro porque de seguro ya me hubiera encargado de devorar tanta comida como pudiera. Los días previos a la boda, mi madre y Katia habían estado cuidándome como si yo fuera una niña pequeña, ellas me seguían a donde sea que yo fuera para evitar que comiera mas de la cuenta, ya que si lo hacía, el vestido de novia que habían comprado no me quedaría.

Tuve una dieta estricta para evitar los carbohidratos durante esos días. No comía mas de la cuenta, ni menos de lo necesario. Salía a correr por las mañanas junto con Katia y en las tardes asistía a un spa junto a la señora Sallow.

La señora Sallow no era una completa desconocida para mi, Erick y yo habíamos nacido prácticamente juntos, él vivía en la casa de enfrente y por consecuente, su familia vivía con él, por lo que la familia Sallow no era algo nuevo para mi ya que había convivido junto a ellos como si hubiéramos contraído matrimonio desde que éramos bebes.

Camine al rededor de la estancia como si fuera un león atrapado en una jaula. No podía quedarme tranquila y mis manos no paraban de sudar. En mi mente, lo único en lo que podía pensar, era en los votos matrimoniales que me había aprendido hace un par de días. Los repetía constantemente para evitar que se me olvidaran en plena ceremonia, no quería hacer el ridículo justamente el día de mi boda.




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