La novia de la mafia

17. La caída

 El hedor de la sangre, la tierra húmeda de afuera causada por la pasada lluvia y el gemido de un hombre mayor que se revolcaba sobre el frío piso de madera; era lo único que Zev Ivanov podía recordar de aquel día.

De aquel deprimente y tétrico escenario que presenciaron sus azulados ojos de tan solo diez años, esa no es una escena que cualquier niño presencie, pero él ya estaba acostumbrado a ello, incluso antes de cumplir diez, él ya había visto a muchas personas ser torturadas frente a sus ojos a manos de su padre, pero esta vez era distinto, el pequeño Zev ya había sido testigo de la frialdad y crueldad que desprendían de aquel hombre, no le quedaba ni la mas mínima esperanza en que Sergei Ivanov tuviera algo de compasión en su retorcido interior, pero en esta ocasión, aquellas sangrientas escenas se repitieron y el personaje principal de ellas fue su hermano menor.

Leander Ivanov le había disparado a un hombre en la pierna sin parpadear, había sostenido el arma, lo había atravesado con esa penetrable mirada azulada y después había disparado justo en su pierna sin tambalearse, logrando que en la pierna del hombre quedara un visible orificio y por consecuente mató al segundo hombre con una bala directo en su cabeza, sin inmutarse por nada de lo sucedido, sin siquiera reaccionar por haber disparado un arma con tan solo seis años cuando a esa edad a penas aprendes a conducir una bicicleta, pero Leander los había mirado con indiferencia y les había disparado como si hubiese usado un arma toda su vida.

Los recuerdos de Zev de ese entonces se volvieron distorsionados, solo lograba recordar que ese día salieron a jugar lejos de casa, él quería que Leander dejara de encerrarse a si mismo entre las cuatro paredes de su lúgubre habitación y después de cazar algunos insectos, sus recuerdos lo llevaban hacia una camioneta negra que los esperaba en el camino y unos cuantos golpes recibidos por parte de aquellos hombres que se los habían llevado, lo último que recordaba era que los que se los llevaron eran una pandilla que estaban en enemistad con su familia y después todo era borroso, porque lo único importante de aquel secuestro, era la mirada indiferente con la que su pequeño hermano había matado a sangre fría a un hombre con un disparo en medio de la frente. Así que sí, que ese hermano suyo, el que era ese tipo de monstruo que su padre crío; fuera sin pensarlo por una chica, no podía creérselo del todo.

Él siempre escuchaba razonamientos, siempre era frío y calculaba cada paso que daba, y hasta este punto no sabía si el hecho de que demostró algo de compasión por la chica desde el primer día en el que la vio, fue algo bueno o malo, ya que el repentino aparecimiento de sus sentimientos hacia ella los había arrastrado hasta eso y quizá también sería la razón por la que su vida peligraba.

– Traicione a tu hermano favorito.

Yerik se encogió de hombros con una expresión vacía. No podía bromear en momentos como éste, no cuando acababa de cometer un error y ésto había puesto en peligro a su segundo hermano en lugar de ponerlo a salvo.

Escuchar la voz de Yerik lo trajo devuelta al presente, dejando sus divagues para algún otro día que no fuera este.

– No salvaste a nuestro hermano Yerik, lo arrojaste directo a las llamas – dijo el mayor de los Ivanov lo mas tranquilo posible. No tenía tiempo para tardarse con insultos hacia Yerik, no cuando su irracional hermano había corrido hacia ella una vez más, estaba tomando el riesgo por esa chica de nuevo y él como su hermano mayor, debía de estar ahí para ayudarlo a enfrentar cualquier situación.

– Yo hice un trato con mi padre, yo le entregaría a la chica y él dejaría a mi hermano lejos de esto.

– Eres tan ingenuo Yerik, tan ingenuo – suspiró fastidiado Zev. Estos últimos días se había sumido en un estado de ansiedad por no saber que es lo que debería de hacer para mantener a sus hermanos al margen de esto, pero ellos parecían lanzarse por voluntad propia hacia el peligro sin medir las consecuencias, y él no era tan bueno trazando planes como lo era Leander y eso lo llevaba a estresarse mas de la cuenta, lo que había ocasionado que sus hombros le pesaran debido al estrés.

– Lo siento – susurró cohibido el mencionado. A su lado, el menor de los Ivanov trataba de controlar sus risas, logrando recibir una mirada fulminante de parte de Yerik.

– Tan ingenuo Yerik, tan ingenuo – murmuró entre risas Lukyan.

– Cierra la boca Lukyan – siseó.

Y antes de que ambos menores pudieran comenzar una rabieta, Zev jaló a ambos de las manos como si fueran niños pequeños y los arrastró hacia la camioneta color gris que los esperaba.

– Dejen sus peleas infantiles, tenemos que ir con Leander.

– ¿Qué es lo que haremos? Papá nos matara apenas asomemos las narices.

– El viejo siempre quiere matarnos a penas aparecemos en casa – bromeó Lukyan. Recibiendo la mirada incriminatoria de sus dos mayores, a lo que simplemente se encogió de hombros y se distrajo en mirar hacia la ventana aunque no podía ver nada mas que oscuridad debido a que las ventanas estaban polarizadas.

– Leander y yo hablamos de esto hace unos días atrás, creo que tenemos un plan – suspiró con cansancio Zev, quien se concentraba en manejar y explicar con murmuraciones cansadas el plan que había estado comentando con su hermano menor por vía telefónica y al mirar el brillo en los ojos de los menores de la casa, suponía que este era el plan que ambos chicos estaban esperando y el que quizá todos los Ivanov también lo estaban haciendo.

– Hoy finalmente es el día en el que el reinado de Sergei llegá a su fin.

Y quizá ese también era el posible atrayente de los desastres que estaban por venir.

– Mis tontos hijos – murmuraba Sergei con una sonrisa para nada agradable hacia aquellos dos chicos que había criado con sus propias manos y bajo sus propias leyes para volverlos en los hombres que él quería que fueran y quizá ese fue su error, darles las armas necesarias para poder derrocarlo.




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