El bullicio de la gente, las luces que giraban iluminando todo alrededor y el presente sentimiento de ansiedad, me estaban consumiendo poco a poco con el transcurso de los segundos. Hace unos instantes tuve la necesidad de ir tras Lukyan tras verlo de esa manera, pero recordar que Leander estaba apunto de subirse al cuadrilátero me hizo quedarme quieta en mi lugar.
No estaba acostumbrada a este tipo de ambientes y el imaginarme que ambos hermanos fueran a enfrentarse, provocaba que aquella vieja manía de comerme las uñas, empezara a surgir nuevamente después de tantos años de tratamiento. Mi madre lo derivaba a la presión que los Sallow tenían sobre mi para convertirme en la novia ideal, aunque a pesar de que he pasado situaciones difíciles en los últimos días, no había presenciado un ataque de nervios como el que tenía ahora, ese que me incitaba a llevarme las manos a la boca y mordisquear desesperadamente mis uñas.
Un enfrentamiento entre ellos no era algo que yo pudiese tolerar ver, no cuando había visto el cariño entre hermanos que se tenían. Simplemente era imposible para mi el imaginarme verlos luchando a ambos, ya les había pedido suficiente este mundo como para que tuvieran que enfrentarse entre ellos.
– No tienes que pensarlo demasiado. Ellos estarán bien.
La suave voz de Agnes Ivanov me había sacado de mis pensamientos y de la ansiedad que sentía.
Me volví hacia ella. Agnes tenía una expresión amable en su rostro y la calma de su voz me confirmaban que ella realmente no era una mala persona. Su repentina personalidad se derivaba de la vida que había llevado y era la responsable de lo que ella es ahora.
– Solo no quiero que peleen entre ellos.
– No lo harán. Yo también estaba preocupada por ello, pero Leander es mas astuto de lo que creí.
Su mirada melancólica se clavó en los tres hermanos que estaban fuera del cuadrilátero, viendo el combate que se estaba desarrollando entre un chico musculoso y uno de menor complexión, los gritos del público no se hacían esperar con cada golpe que se propinaban entre ellos, manchando el cuadrilátero de sangre.
– Esta es la vida que les tocó vivir – continuo diciendo, mas para si misma que para mi.
– Si no conociera a Leander, te hubiera aconsejado que corrieras lo mas lejos posible. Pero tal vez tu historia pueda ser diferente.
Agnes me sonrió a medias y siguió contemplando el duelo que se estaba desarrollando en el ring. El de ojos platinados parecía estar en desventaja, pero a pesar de ello seguía dándole pelea al otro que se mantenía con los puños en alto sin detener ninguno de sus ataques a pesar de ser familia, a pesar de que la misma sangre corría por sus venas. Ya me quedaba claro que nada de eso importaba en esta forma de vida. Camaradas, familia o hermandad eran palabras que no tenían ningún significado para ellos, y no les importaba pasar por quien sea para obtener lo que querían.
No hice preguntas acerca de aquel comentario de parte de la señora Ivanov. No era necesario en momentos como estos, solo era un comentario de parte de alguien que había sufrido a manos de un Ivanov, no había porque pensarlo demasiado.
La multitud seguía vitoreando sin parar con cada golpe que se daban entre ellos. Gustosos por la sangre que manchaba el escenario. Cuando la pelea dio por terminada, con el resultado mas que claro, los gritos de los presentes aumentaron, aclamando a gritos el nombre del ganador.
Garald Ivanov.
La mayoría sabía quien sería el ganador. Garald Ivanov era una masa de músculos que poseía una fuerza realmente aterradora, sin pensarlo había demolido a golpes a su primo y realmente me aterraba el pensar que él podría enfrentarse a Leander, pero cuando las ovaciones terminaron y Garald finalmente dejó el cuadrilátero con su sonrisa de suficiencia, en la pantalla de enfrente dieron a conocer los dos nombres de los próximos a enfrentarse, haciendo que mi corazón se detuviera al leerlo.
Zev y Leander.
Sus nombres iluminaban la oscura pantalla, haciendo que todo mi cuerpo temblara al ver lo que segundos antes había rezado para que no ocurriera, aunque eventualmente tendrían que hacerlo. Zev tenía que enfrentarse a Leander si o sí, no había otra opción, en algún punto de la contienda tenían que enfrentarse.
Mi corazón tamborileaba desesperado contra mi pecho mientras que mis labios temblaban con la necesidad de desgarrar algo con mis dientes, observando fijamente aquel cuadrilátero donde ambos estaban de pie, uno a lado del otro, siendo iluminados por un círculo de luz que provenía de los focos suspendidos del techo. Frente a ellos, estaba Frederick Ivanov, sonriendo con malicia al ver a ambos hermanos frente a frente.
Zev se mantenía sereno, algo fuera de lo usual, su expresión era tranquila mientras veía con arrogancia a su tío, sus fríos ojos azules lo observaban con superioridad, después ladeo la cabeza y le sonrió socarrón, acción que hizo que todos en el salón contuvieran la respiración.
– ¡Comiencen el combate!
Y tras aquel grito, todos recobraron su confianza. Las ovaciones continuaron y las luces del techo se movían de un lugar a otro hasta que Leander levantó su mano derecha, captando inmediatamente la atención de todos los presentes y logrando que el silencio inundara a Darkens nuevamente. La luz de los focos se detuvieron en él.
Leander sacó un cuchillo de su gabardina azul marino bajo la atenta mirada de cada uno de los leopardos en el lugar. La observó con detenimiento para después colocar la punta del cuchillo en su dedo pulgar. Los gritos se habían detenido. Todos estaban en silencios, expectantes a cada movimiento que hacia Leander, sin comprender del todo que es lo que estaba haciendo.
Leander sostuvo con fuerza el cuchillo y lo paso por su dedo pulgar, haciendo que un hilo de sangre siguiera el camino trazado por el utensilio, para por consecuente quitarse la gabardina que lo cubría y bajarse la camisa blanca que traía puesta, descubriendo su pecho para después pasar el pulgar ensangrentado por sobre su corazón, trazando una línea horizontal en el.
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Editado: 21.04.2022