Capítulo 6 – La Corona del Cuervo Blanco
El amanecer no llega en la tierra de las rosas negras. Solo el cuervo blanco, criatura antigua del bosque, conoce la ruta entre mundos sellados. Su aparición no era presagio, era sentencia.
Serelis no durmió. El hilo carmesí aún ardía en su dedo como si la atara no a la Novia, sino al mismo bosque. Y cuando el cuervo blanco desapareció con la corona oxidada, algo en ella comenzó a despertar.
—¿Ese cuervo…? —empezó a preguntar.
La Novia ya estaba de pie, con los ojos entrecerrados como si leyera un presagio escrito en el viento.
—Es el guardián de la corona prohibida. Aquella que lleva la reina que nunca debió reinar. La que yo arranqué con mis propias manos.
—¿Fuiste reina?
—Fui todo lo que no debía ser.
El viento sopló con fuerza. Una espiral de hojas negras se alzó en torno a ambas. El bosque parecía vibrar, como si supiera que algo olvidado despertaba.
—La corona volverá —dijo la Novia con voz grave—. Y cuando lo haga, tú deberás elegir: colocarla en tu cabeza… o romperla para siempre.
Serelis apretó los dientes.
—¿Y qué ocurre si la elijo?
—Reinarás sobre las cenizas del mundo. Conmigo… o sin mí.
Las palabras resonaron como un eco dentro del alma de Serelis. Había conocido la traición, el encierro, el silencio de un futuro ajeno. Pero ahora… un nuevo camino comenzaba a dibujarse, hecho de espinas, tronos rotos y una única certeza:
Ya no era solo una heredera olvidada. Era una elegida. Aunque no supiera aún de qué.
La Novia se acercó a ella. Le colocó una rosa negra tras la oreja.
—Cuando el cuervo regrese, la corona será tuya. Pero cuidado, Serelis…
No todos los que portan una corona saben lo que es reinar.
Y en ese instante, entre las sombras, el cuervo volvió.
Pero no venía solo.
A su lado, una mujer envuelta en vendas antiguas y perlas oscuras emergía del bosque. Su rostro estaba oculto. En su mano, la corona oxidada goteaba sangre antigua.
—La primera reina ha despertado —susurró la Novia—.
Y no olvida que le robé su destino.
¿Continuamos con el Capítulo 7?