Capítulo 8: Caros Recuerdos

Estábamos frente a aquel local que recordaba tan bien. Cuando entramos el olor a comida chatarra llegó a mi nariz haciendo que tuviera muchos recuerdos de mi pasado.

Yo comiéndome una hamburguesa gigante con mi estómago a punto de explotar pero la seguí comiendo porque mis papás me habían retado. Ellos pensaron que no me la terminaría comiendo pero si lo hice. Mamá estaba ya enferma en ese entonces, así que ese fue mi último recuerdo con ella en el restaurante de Gloria, una latina proveniente de México que era dueña del local. Lo último que supe sobre ella de parte de mi papá es que murió gracias a su problema con su glucosa gracias a la obesidad.

Eso pasó el año pasado y ahora su sobrino Carlos era el dueño del restaurante. Recordaba a ese chico. Siempre estaba sentado en la barra comiendo o jugando videojuegos, no me podía creer que él fuera el dueño del lugar. El me caía bien, pero cuando yo era una niña. Mi personalidad había cambiado desde que mi mamá murió. No hablaba con muchas personas, excepto con mi mejor amigo Lucas y su hermana, Samara. Que al igual que yo habían perdido a sus padres a una edad joven. Los entendía y ellos a mí. Por eso ellos eran mis únicos amigos de verdad. Pero después de conocer a Henry las cosas cambiaron, conocí a Briane y pues pensaba que tal vez ella podría ser una gran amiga.  

Podía ser alguien ruda y directa con los demás pero era porque no quería parecer débil. Porque por dentro sí que lo era.

Henry observaba él lugar sin decir nada y yo sonreí antes de informarle.

-Este es mi restaurante favorito desde que era una cría. Si te diste cuenta las casas aquí no son tan elegantes no nada por el estilo pero las personas aquí son amables. Te lo aseguro. No estoy segura si todavía es así porque hace mucho no vengo aquí pero si les hablas podrías pasarte toda la tarde en ello-nos sentamos en la mesa vacía en la cual siempre me sentaba cuando era pequeña.

-Hola, ¿puedo ayudarlos con…?-el chico moreno de ojos cafés me miró con su ceño fruncido.- ¿Lucia?-sonreí viéndolo, la Carlos no había cambiado tenía esa sonrisa amable que siempre le daba a los que entraban a local. Pero su cuerpo sí que cambió durante todos estos años, ahora estaba mucho más fornido y alto. Estaba muy guapo.- ¡Santo padre celestial, Lucia, eres tú!-sonrió emocionado mientras se acercaba para darme un fuerte abrazo.

La expresión de Santo Padre Celestial no era mía, sino de Gloria. Siempre me reía cuando decía aquellas palabras en español y después de escucharla decir lo mismo cada vez que pasaba algo se me pegó a mí.

-¡Hace siglos que no te miraba por aquí!-dijo cuándo se separó de mi cuerpo. No le preste atención a la cara de cuestionamiento de Henry.-Recuerdo que la última vez que te vi fue desde que tu ma…-se calló de inmediato tal vez a ver mi cara de “cállate” la cual podría atemorizar a cualquiera.

-Carlos, es un gusto volver a verte-le sonreí con una sonrisa falsa. Si no hubiera dicho eso frente a Henry tal vez mi sonrisa hubiera sido una verdadera y llena de alegría. Sus manos se movieron nerviosas frente a él.

-¿Y entonces qué pedirán, chicos?-dijo notando por primera vez a Henry.

-Yo quiero una pizza, por favor, Carlos.

-¿Y usted…, señor?-le preguntó dudoso a Henry.

-Pediré lo mismo. Oye… ¿Carlos, no?-el asintió.-Por favor pon la cuenta de todos aquí en mi cheque. Te lo agradecería mucho.-Henry dijo mientras me miraba a los ojos.

-¿Qué?-Carlos y yo dijimos al unísono sonando estupefactos.

-Voy a comprar el almuerzo de cada persona en este lugar. Solo piensa en esto como un pequeño acto de caridad-le dijo al moreno.

-Eso es muy amable de su parte, señor-se acercó a mi oído para susurrar:-Como que tuviste suerte con este, eh, Lucia.-lo mire molesta y antes de protestar, Henry habló.

-No me lo agradezcas que todo fue idea de mi hermosa novia-tomo mi mano haciendo que sintiera algo en mi pecho ante la primera vez que me llamó novia.

-No es algo que me sorprenda.-Carlos sonrió viéndome.-No es una novedad que Lucia ayude a alguien. Recuerdo que siempre ayudaba a mi tía con la decoración del restaurante. Apenas era una niña. Te agradezco tanto todo, Lucia. Apuesto a que mi tía Gloria les desearía un “felices para siempre”-nos vio con una sonrisa nostálgica a los dos.-Si sigo hablando no pararé así que mejor ya me voy a traer su orden. De nuevo, muchas gracias a los dos.-camino y se quedó quieto a mi lado para decirme con una sonrisa dulce.-Josy estaría orgullosa de ti-mi corazón latió rápidamente. Tal vez por felicidad al saber eso o por el nombre de mamá.

-¿Con que eres muy famosa por aquí, eh?-me pregunto con una sonrisa ladina Henry cuando Carlos se fue a la cocina. Me reí.

-Puede, pero hace mucho que no vengo. Pero si conozco a Carlos desde que era una niña. Vivía con su tía, la dueña del restaurante. Sus padres lo abandonaron y solo tenía a su tía para que lo cuidase. Su tía Gloria falleció el año pasado y él se hizo cargo del restaurante mientras estudiaba desde ese entonces. Eso lo sé por mi padre. Siempre me mantiene informada de lo que pasa por este lugar. Yo no vengo porque no me gusta tener esos recuerdos…

-¿Qué tipo de recuerdos?

-Personales-respondí cortante, ni siquiera supe porque había mencionado algo sobre mis recuerdos con mi mamá en este lugar.-Me entristece que no pueda ayudarlo, era un amigo mío de la niñez después de todo. Tuvo que dejar la universidad en cuanto Gloria falleció y ahora es un chico que se gana su vida con lo poco que gana en este lugar.

-Me gusta que seas así. Siempre tan…

-Aquí está su orden.-Carlos llegó poniendo las pizzas en la mesa interrumpiendo a Henry. ¿Siempre tan qué? ¿Ilusa?-Si necesitan algo solo me avisan-camino hasta la otra mesa a nuestro lado y tomo su orden para después volver a la cocina. Verlo hacerlo todo por sí mismo me hizo pensar en alguien. Me dolió el corazón al pensar en mi madre siempre queriendo hacerlo todo por sí misma todo el tiempo y lo tanto que se maldecía a sí misma cuando enfermó y papá y yo hacíamos las cosas por ella.