La Novia del Billonario (#1)

Capítulo 19: Brillar

Palpé mis manos en mi ropa sintiéndome nerviosa, la luz de la luna, que aparecía gracias a las grandes ventanas de la mansión, alumbraba de una manera magnífica al hombre que estaba ahí sentado. Esperándome.

-No esperaba que estuvieras despierto-dije algo nerviosa.

-Y yo no esperaba que llegaras a casa a estas horas.

-Te debo de informar que no te debería de importar a qué horas llego yo a tu casa-me crucé de brazos cuando sentí algo de vértigo.

-Sí que debes hacerlo. Estas en mi casa.

-Me puedo ir de vuelta a la mía, si tú quieres-señalé con mi pulgar la puerta detrás de mí.

-No es lo que trato de decirte, Lucia-se pasó su mano por la cara con desesperación.-Solo tienes que avisarme si vas a llegar tarde a casa.

-¿Por qué tendría que decírtelo, eh?-alce una ceja.

-Eres mi novia.

-Falsa-le recalqué.

-Solo espero que por lo menos no hubieras hecho algo vergonzoso-se levantó del sofá dejándome sola llena de miles de preocupaciones.

***

La luz del sol era maravillosa, alumbraba la cocina perfectamente limpia de la casa. Sentía que la luz me alumbraba y me escondía de mi pasado y la oscuridad que posiblemente se escondía en mí. La luz era mi propio nuevo amanecer.

Luciérnaga

Estaba sentada en una butaca de la isla viendo hacia la piscina y su alrededor. Tenía ganas de volver a entrar a ella. Pero era muy temprano para ello.

Tomé otro sorbo de mi té de limón. El humo llenó mi cara y soplé un poco para volver a dar un buen trago.

Me había despertado con un dolor de cabeza que ni siquiera me podía imaginar. Los recuerdos de la noche anterior no dejaban mi mente. Y eso solo me hacía sentir más pena por mí misma. ¿Cómo pude llegar a hacer y decir cosas tan vergonzosas como las de ayer?

Tenía que volver a tener el control sobre lo que hacía o sino… Ni siquiera sabría qué pasaría conmigo.

El golpe seco del periódico sobre la isla de la cocina me hizo pegar un brinco. Henry había tirado el periódico en frente de mí sin decir absolutamente nada. Camino hasta la cafetera y comenzó a hacerse un café sin dirigirme la palabra.

Vi lo que estaba publicado en aquella página de chismes. Y ahí estaba yo, en el escenario  de Sails cantando y la otra imagen conmigo vomitando en el mismo. Aparté mis ojos de inmediato de esa imagen y leí el título que me hizo rodar mis ojos. Ridículo.

-Ya le pedí a mi asistenta que se deshaga de todos los ejemplares. Este es el último-habló Henry cuando acababa de preparar su café y tomaba el periódico de chismes de nuevo para tirarlo a la basura.-Espero que por lo menos te arrepientas de esto. Nos ibas a meter en un gran problema. ¿Lo pensaste cuando te emborrachaste e hiciste esa ridiculez en un lugar público, Lucia?-se había acercado a mí y levanté mi cabeza para observarlo. No dejé que pensara que su cercanía me hacía sentir intimidada de alguna forma.

-¿Sabes? Mejor hubiera aceptado el trabajo y largarme de aquí.

-¿Qué trabajo? ¿Qué demonios estás diciéndome?-me miró perplejo.

-Me ofrecieron un trabajo después de que hiciera esa ridiculez, y no, no es un trabajo como payasa. Tal vez podía lograr algo que siempre quise en mis sueños. ¿Pero sabes qué? No lo hice por ti, maldito egoísta-lo empuje haciendo que un poco de su café se derramara en el suelo.

No me importó. No me importaba él.

Me levanté y dejé mi taza en el lavaplatos para salir lo más antes posible de aquella cocina. Había dicho que no por él. ¿Por qué demonios dije que no a algo que por lo menos me agradaría hacer?

Y no fingir, no fingir algo que probablemente empezaba a sentir.

Ahora no iba a trabajar para Henry para ayudarlo.  Iba a ser para ayudar a mi padre y a mí misma.

***

-Te ves tensa, Lucy-dijo Briane dándome repasos de reojo mientras manejaba su auto hacia el centro comercial. Me había cambiado para salir con ella. Solo faltaban pocas horas para el evento en el que tendría que ir de la mano con Henry como su novia. Y además… conocería a sus padres.- ¿Qué pasa? Sabes que puedes decírmelo, ahora somos amigas, después de todo.

Me mordí el labio. Decidí serle sincera.

Necesitaba hablarlo con alguien que no fuera la almohada de mi cama.

-Me he peleado con Henry. Supo lo de anoche-la pelirroja se tensó un poco y apretó sus labios sin decir nada. Le conté lo que había pasado anoche y en la mañana y ella solo me escuchó atenta hasta que entramos al estacionamiento del centro comercial.-Y ahora sumarle que hasta conoceré a sus padres. ¿Qué si piensan que no soy la correcta?-pensé en Amy, la “exnovia” de Henry. Por lo menos él me había elegido, para ayudarlo, por algo, ¿no?

-Les caerás bien, Lucy. Eres una chica increíble aunque tú misma no te lo creas-me dijo cuándo estacionó su auto y me miraba mientras me sonreía. Sus azules ojos me decían que hablaba con sinceridad.-Eres diferente a todas las chicas con las que él se ha enrollado.

Excepto Amy.

-Te van a adorar tal y como eres.

-Yo estoy fingiendo ser alguien que no soy, Briane. Toda mi vida lo he hecho y hasta ahora sigo haciéndolo.

-Sí, pero hay algo en ti que te hace seguir adelante.

-No lo creo…-mire la ventana del auto viendo a una mujer quien se aseguraba que todos sus hijos la esperaran mientras ella sacaba a una pequeña del asiento de bebés en su van gris.

-Una persona tiene que ser única para poder mantenerse a sí misma. No tienes por qué ser popular, tener todo el dinero del mundo, o más poder que cualquiera, solo tienes que ser… única.

Aparte mi mirada para volver a verla. Esperaba mi respuesta después de sus palabras que en sí, me hicieron sentir algo diferente. Analice lo que me dijo.

-Creo que ya lo entiendo.

***

Briane, quien ya se había separado de mi lado, me había llevado a una tienda con ropa demasiado costosa. Sinceramente, nunca me había visto a mí misma en un lugar como ese. Observé embobada todas las cosas que había en aquella luminosa tienda.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.