La Novia Del Presidente

Capitulo 46

Me quedé congelando pensando en eso, pero el secretario me volvió a llamar tan desesperado que comencé a avanzar como un robot, pues mi mente seguía reprochandome aquel terrible error.

Llegué con el grupo y todos estaban muy ansiosos, el secretario me miró y me dijo a los ojos.

—Han lanzado un ataque en contra de la casa presidencial.—Estaba muy asustado mientras me lo notificaba.—Parece ser que el bombardeó le ha provocado grandes perdidas, no se sabe si total pero los daños son severos.

Tal vez la edad, tal vez las preocupaciones, tal vez la situación, tal vez mi reciente error, o todas juntas, eran las razones por las que no me había impactado por la noticia, de hecho, ni siquiera la había tomado tanta importancia pues mi atención no estaba en eso.

Era como estar en un sueño y la voz del secretario era la que luchaba por despertarme. Sabía que lo miraba y estaba muy atento a él pero no les podía dar la atención correcta mientras él me seguía hablando como loco. Después de eso, juntó sus palmas frente a mis ojos para hacerme entrar en razón.

—¡Señor, necesitamos su respuesta!—Me insistió con un tono fuerte.

—¿Qué te puedo decir?—Le dije entrando en razón.—Tenemos que detener a esos estúpidos o acabarán con todo el país.

De pronto se interrumpió nuestra conversación porque uno de los asistentes nos informó que las comunicaciones habían sido tomadas nuevamente por el grupo rebelde, y que estaban a punto de dar un comunicado. El secretario y yo, de inmediato corrimos a la pantalla para escuchar con atención aquel mensaje.

"Nosotros hemos planeado este movimiento desde hace muchos años. Les mentiría al decir que es una lucha que inició conmigo o con todas las personas a mi alrededor. No, es una lucha que se lleva planeando desde hace siglos, cuando nuestro país y nuestra gente requerían una revolución.

En aquellos tiempos y hasta ahora, se nos hizo creer que la revolución se había ganado y que nosotros nos habíamos convertido en un país libre y soberano.

Solo mentiras para seguirnos controlando, pero eso se va a terminar el día de hoy. Como podrán ver, acabamos de destrozar el edificio de máxima representación para el gobierno, la casa del presidente.

Si, nosotros la hemos tomado y como este caerán todos los edificios que pertenezcan a los estafadores y controladores. Les pido a todos los ciudadanos que se mantengan refugiados, pues los militares están lanzando ataques con todo sin importar que civiles mueran. Nuestra lucha no es contra el pueblo, es contra ellos, personas que nos someten contra aquellos que levantaron sus armas y que nos tienen en sus pies. Esta lucha es para ustedes, porque sus familias puedan tener un lugar mejor donde vivir y sus hijos donde jugar. Resistan que así como cayó esta casa emblemática, también caerá el presidente y todo el gobierno.

La escena era catastrófica, en la pantalla apareció un hombre enmascarado. Ni siquiera se atrevió a mostrar su rostro para exhibir quién era el monstruo que estaba ocasionando ese caos en el país.

Alardeó y celebró lo que estaba haciendo. Detrás de él había dos personas armadas, igual encapuchadas. Pasaron imágenes de la casa presidencial totalmente destruida, en llamas, con algunos de los guardias tirados pues cayeron en el combate.

No sintieron remordimiento por mostrar aquellas imágenes a la población, en cambio lo alzaban como una bandera de Victoria.

Eso me hizo enfurecer demasiado, incluso más de lo que ya estaba al saber que mi querida Miriam había sido raptada por aquellos hombres. Presioné mis puños e hice lo que el secretario me había pedido.

—¡Necesito hablar con él almirante de la marina y con el general!—¡Pongamelos al teléfono que voy a ordenar un ataque en contra de este campamento con todo lo que tenemos!

Lo que yo pedía era una locura ciertamente, quería disponer de todo el poderío militar para atacar un solo sector de rebeldes. Nunca se había visto algo así, había grupos destinados a combatir rebeliones en el país pero nunca se había dado el caso del terrorismo, así que tenía que actuar conforme los protocolos y como mi molestia se hizo notar, no me iba a guardar nada contra ellos.

—Señor pero ese protocolo se utiliza en caso de una guerra.—Me dijo muy asustado.—Está dándoles esa importancia. Pasará a un estado de alerta en todo el país.

—Si eso es lo que se tiene que hacer.—Dije muy seguro de mi mismo.—Entonces que así sea.

El secretario me hizo caso y contactó a los líderes militares. Como yo no podía estar ahí de frente a ellos para darle las indicaciones, nos conectamos por videollamada y ahí les pedí que acudieran a esa ciudad para demoler el campamento de los rebeldes. Ellos comentaron lo mismo que el secretario, Incluso se atrevieron a preguntarme sí estaba seguro de dar ese paso. Yo me mantuve firme y ellos, como buenos seguidores, no cuestionaron mi decisión y de inmediato atendieron el protocolo.

Para empezar sonaron las alarmas desde la ciudad capital hasta todos los alrededores con la intención de dar aviso a los ciudadanos que el país estaba en una guerra y ya no dependía de nosotros cuidarlos. El ejército se centraría en derribar al enemigo cueste lo que cueste.

Se montaron en toda la artillería pesada con la que contábamos y comenzaron a avanzar hacia la ciudad a la que yo les había dado la orden, justo en el campamento donde estaba Míriam.

En ese momento la prioridad era desmantelar aquello, ya no podía garantizar su seguridad pero estaría muy atento y haría lo posible por rescatarla.



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En el texto hay: acción drama romance

Editado: 22.03.2025

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