La novia perfecta

lo

—¿Papá, cuántas veces he de decirte que no me interesa nada de la empresa?

—¡Gustaf, un día tú deberás encargarte de ella!—se estaba impacientando con la manera de actuar de su hijo– Pareces tu madre cuando hablas así.

—¡Papá seamos realistas, el único beneficiado sería Patrick, no yo!

—Esta era tu única oportunidad y ya que la rechazas se la daré a otra persona.

—¿Patrick?¡Sabes muy bien que el no sabe nada!

—No, no es él—Belmont pensaba muy bien antes de hablar pero está vez le ganó un pequeño arrebato–Es Wendy la sobrina de Dulac.

—¡Dulac!¿Tu hombre de confianza?¿Que el nombre de su hija no era Florence?

_¡Es su sobrina, estudió en el extranjero así que esta capacitada para el cargo!

—No te alteres.

—¡No me estoy alterando! Considero que no te importa quien sea el que se ocupe del cargo que tú tanto rechazas!

—¡No hay ningún problema papá!–Gustaf al fin pudo ver qué realmente su papá se dió por vencido–Dale el puesto a la sobrina de Dulac.

—¡Tendrá la oficina de Mourier!

—¡No, no, esa oficina te la pedí yo desde que el falleció!

—Y yo te la daría si aceptabas el cargo.

—Hazlo no me importa–Se sentía herido pero no dejaría que su padre la notará–¡Entrega todo lo que quieras!

—Solo que antes de marcharte te pediré que le muestres todo lo necesario para tomar la vicepresidencia.

—¿Marcharme?¿Dónde?

—A perseguir tus sueños, he de suponer.

—Mi trabajo aquí no interfiere con mi arte.

—Tendrás tiempo para ir con Viola a su viaje espiritual.

—Será un viaje de descubrimiento e irá ella, solamente.

Dichas estás palabras Gustaf salió de la oficina de su padre, tan pronto lo hizo el señor Belmont llamó a Dulac y le pidió encarecidamente que le ayudará a darle una lección a su hijo Gustaf.

Mientras él hablaba por teléfono, su sobrino Patrick daba recorridos en los pasillos buscando a alguien en particular.

Y la encontró.

—¡Hola Wendy, buen día!

—¡Buen día!

—¿Cómo estás?¿Ya te familiarizaste con el lugar?

—Un poco.

—¿No tardas buscando la salida?

—¡Ya no!

—¿Y con el trabajo?

—Nada interesante.

Patrick notó que Wendy eres muy seca en sus respuestas, parecía que no le iba nada bien.

—¿Sucede algo?¿Problemas con Gustaf?

—¡Llevo dos semanas aquí y aún no lo conozco!

—Patrick suele ser un poco quisquilloso al conocer a nuevas personas, no es su culpa.

—Hoy me darán mi propia oficina.

—¡La única oficina disponible es la que le pertenecia a el señor Mourier!

—¡Si, esa es!

Ese fue el momento exacto en el que supo por qué aún no conocía a Gustaf, ya que el ansiaba esa oficina.

—Gustaf, cuando era un niño aún le gustaba esconderse en esa oficina.

—¿Por qué?

—¡El señor Mourier la había mandado a decorar con cosas tétricas!

—¡Quisiera verla!¿Puedes mostrarme?

—¡Por supuesto, vamos!

Comenzaron a caminar en dirección a la oficina platicando de lo fantástica que era, a pesar que y fallecido hace tiempo no tenía ningún seguro lo que le permitió entrar sin ningún problema, aunque personas alrededor se sorprendieron de verlos entrar ahí.

—¡Cómo lo supuse, todo está intacto!

—Es la oficina adecuada para alguien que quiere tener alejadas a las personas de su vida, nada aquí me da la bienvenida.

—Por eso le gustaba a Gustaf, supongo.

—¡Todo llama la atención de manera diferente lo cual lo hace un escondite perfecto!

—Mi tío pasaba horas buscándolo aquí.

—No lo culpo, es un lugar interesante.

—¡Es obvio que le cambiarás la decoración!

—¡Para nada!¿Por qué lo haría!

Wendy echo un vistazo a su alrededor , animales disecados, adornos que parecían instrumentos de tortura, un sillón que parecía incómodo, una colección de autos clásicos modernizados, totalmente no era su gusto pero lo dejaría así, ya que creía que no pasaría mucho tiempo ahí.

Aunque estaba resignada a que tardaría mucho tiempo en desempolvar todo.

—¿Está seguro que no quieres otra decoración un poco más amigable como tú?

—¿Crees que soy amigable?¿Cómo sabes si no me siento identificada con el lugar?–lo hacía a propósito para incomodar a Patrick–¡Dime!

—Yo, yo... Te mostraré el lugar favorito de los escondites de Gustaf–se mostró un poco nervioso–para que no te asuste por si quiere esconderse nuevamente aquí.

—¡Puede que este allí, aún no lo he conocido!

Ambos rieron.




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