La novia perfecta para un jugador

Capítulo I

Capítulo I

 

Canadá.

Patrick.

—Tienes que dejar de comportarte como un niño.

La voz irritada de mamá no logra que detenga mis movimientos, mi cuerpo se encuentra en completa tensión mientras que sigo forzándolo; solo dos series, al culminarlas romperé mi propio récord, podré superarme a mí mismo. Esa es mi meta, siempre lo ha sido. No fijarme en nadie más, no anclarme en lo que hacen los otros porque yo soy el único que puedo frenarme. Soy mi propio enemigo. Así pues, logro despertarme cada día y ser mejor.

«Nací para ser perfecto».

— ¿Me estás siquiera escuchando?

Lo hago, pero no me interesa discutir con ella, otra vez, de ser posible incremento la velocidad, mis músculos casi gritan para que lo deje, pero la pereza no ayuda a la perfección. Ya queda solo una serie.

— ¡Patrick! —Continúa, pero sinceramente me desconecté de lo que sea que tiene para decir, igualmente sé que es lo mismo de siempre, entonces si no voy a ceder, de nada sirve alargar esta conversación.

Ya empieza a quemar, doler, mi cuerpo se resiente y lo sigo llevando al límite, porque sé que puedo; el deporte y el ejercicio me definen, eso soy. Tengo que ser rápido en el rink, mis acciones deben estar coordinadas con mis pensamientos, así que esto no es nada que yo no pueda superar. Echo un vistazo a mi lado tomando en consideración el tiempo, solo un poco y... un chillido frenético me saca de concentración, casi sin tener control de mí mismo me levanto de un salto, deteniendo abruptamente las flexiones que he estado haciendo sin descanso desde el alba, ocasionando por supuesto que no pueda terminar la rutina.

— ¡Maldición! —murmuro al escuchar a mi hijo llorar; inmediatamente me dirijo hasta él, lo veo retorcerse en la cuna, sus puños están apretados mientras que su rostro está cubierto de escarlata, no tiene un buen despertar evidentemente. Al percibir mi presencia, sus ojos se abren apenas para proceder a observarme con un ceño fruncido. Sonrío casi sin poder evitarlo, soy un desastre jadeante y sudoroso, pero aun así puedo ser capaz de verle diversión al asunto.

Me aproximo lentamente hasta el pequeño notando que sus grititos inconformes disminuyen a medida que me acerco. El ceño, por otro lado, prevalece, como si intentara transmitirme algo con su expresión ya que con palabras no puede todavía.  

—No puedo decir que me sorprende —le digo todavía jadeando por esfuerzo, sus ojos verdes idénticos a los míos se entrecierran. Lo señalo. —. No importa la hora en la que lo intente, encuentras la manera de distraerme de mi meta, ¿qué pasa, pequeño? ¿No quieres heredar una fortuna? Porque eso es lo que pasará si papá pierde la forma. —No me responde y no espero que lo haga, con solo un año recién cumplido no tiene mucho que decir.

No obstante, es un dictador que exige tiempo y atención, sé que mi responsabilidad es brindarle lo que necesite, aunque esto es nuevo para mí. Creo que es la primera vez que paso tanto tiempo junto a él, llevamos tres días en este pueblo y ciertamente estoy sorprendido de lo exigente que puede ser mi hijo. Quiero decir, su corta vida la ha pasado bajo mi tutela, desde que su madre decidió que un pequeño sería demasiado impedimento para continuar una carrera de modelaje, me hice cargo y ni siquiera lo dudé por un segundo. Contraté a la mejor niñera que el dinero puede comprar y ella se abocó en darle a Joseph todo lo que necesitara. Pero no es sencillo. 

Antes no lo entendía, porque por supuesto pasaba más tiempo en los juegos y entrenamientos que en casa, cada vez que lo veía él estaba dormido o casi, por lo que no lo conocía realmente; pero cuando dije que me iba de vacaciones, Susan, la niñera no dudó en empacar sus propias maletas y dejarme una lista de todo lo que mi hijo pudiese necesitar mientras que salía por la puerta sin mirar atrás.

Okey, lo capté. Todos necesitamos descansar.

Así que aquí estoy, en el pueblo más remoto que pude encontrar sucumbiendo ante los deseos del más déspota de los mandatarios, mi hijo. Movió entonces las piernas exhalando de su boca una especie de chillido ininteligible, haciendo que vuelva al presente, lo tomo en mi brazo derecho como sé que le gusta ser sostenido y nos encamino hasta la cocina. Pues es así, desde que llegamos aquí he intentado batir mi marca pero el pequeño monstruo no me deja, no importa la hora, siempre está despierto para interrumpirme, ciertamente no tengo el corazón para dejarlo solo y llorando.

Lo siento en la silla especial de bebés en la cocina y procedo a buscar todo para preparale su desayuno, en tanto él juega con su oso de peluche favorito, me dispongo a asaltar la alacena para preparar algo para mí. Mi móvil vuelve a sonar mientras estoy ocupado y no necesito ver la pantalla para saber de quién se trata, al tercer intento Joseph se cubre los oídos atormentado con el sonido, decido entonces poner fin a su molestia. Le contesto a mi madre con un gruñido.

—No vuelvas a colgarme. —siseó su voz después de unos segundos de contestar.

—Técnicamente yo no te colgué, solo te ignoré. —sabía que la estaba provocando, pero no pude evitarlo, mi hijo rió como si entendiera lo que estaba diciendo.

—Pues no lo hagas. ¡Soy tu madre! ¡Me debes respeto! —gritó, sí, estaba molesta.



#4236 en Novela romántica
#1224 en Chick lit

En el texto hay: amor, dinero, otros

Editado: 01.10.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.