Capítulo VI
— ¿Así que estás de interna con el bombón? —la burla en su voz podía percibirla incluso a través del teléfono, Lizzy no había tardado en llamarme al enterarse de la buena nueva.
—No estoy de interna —miro la hora en el reloj de la pared. —, ya tengo que irme de todas maneras. —Las gemelas me esperaban en la puerta junto a su cachorro, a pesar de todo, yo estaba reacia para volver a casa de Patrick, anoche casi no pude dormir después de lo ocurrido. Sé que se estaba burlando de mí con esa propuesta de la ducha, pero no puedo evitar sentirme un poco incómoda por tal escena.
—Ni siquiera me creo lo rápido que te adentraste en su casa, debo decir que te admiro, yo nunca he sido capaz de conectar de esa manera con alguien que me guste.
Me detuve en seco ante eso. —Él no me gusta. —declaré.
Lizzy resopló. —Sí, claro. —Al percibir mi silencio, entonces dijo. — ¿Por qué no?
—No hay razón alguna, solo no lo hace. —me encojo de hombros sin importar que no pueda verme.
—Es guapo, famoso y rico. —me recordó.
—Eso lo sé, gracias, pero eso no es suficiente para mí, me conoces.
—Bueno, pero si interactúan un poco más y surge...
—Tengo que colgar, Lizzy —interrumpo. —. ¿Podemos hablar luego? De verdad tengo que irme.
—No lo dejaré estar, que lo sepas. —rió.
En el camino a mi recién estrenado empleo de niñera, empiezo a pensar, no entiendo por qué las personas complican tanto las cosas con atracciones imaginarias, Lizzy es de la que ve romance en todas partes, es decir, puedo estar cerca de un hombre guapo sin caer rendida a sus pies. No soy una niña, soy una mujer. Una con demasiados problemas como para entonces añadir a la lista a un evidente coqueto empedernido, Patrick es totalmente el tipo de hombre al cual siempre he alejado, sé cómo son los de su clase, y una mujer como yo nunca sale completa después de una relación con alguien así.
Siempre he querido una unión como la de mis padres, aunque ahora no están, ellos buscaron formas de permanecer juntos ante las adversidades siendo entre sí rocas de apoyo, amor y lealtad. ¿Es tan loco desear algo así? Puede ser. Pero entonces, Patrick no es el tipo de persona la cual se sentaría a mi lado para escucharme hablar de mis problemas tal como lo hace mi papá con mamá. La gran estrella de Hockey sobre hielo no toleraría mis fallas y mis miedos, no se quedaría a presenciar el desastre que soy, ¿y por qué me sorprendo? Nadie nunca lo hace.
El nudo que mayormente aprieta mi pecho se afianza, ¿por qué últimamente tengo esta sensación de vacío, de dolor? Es tan fuerte que logra robarme el aliento, tan potente que llena mis ojos de lágrimas. ¿Qué es lo que me sucede? Pareciese que llevo conmigo, en mi garganta, una bola de fuego que no cede, no se apaga, esta viene acompañada de risas que, aunque no identifico con claridad, siento que nunca las podré olvidar...
— ¡Farah!
Las voces al unísono de las gemelas resquebrajan la bruma que poco a poco me fue envolviendo, están a mi lado, devolviéndome la capacidad de estar en el presente y de respirar. Loki, se retuerce entre los brazos de Alice, ladrando, tan preocupada como está mi hermana le suelta y él se me acerca para acariciar su cabeza contra mi pierna, casi como si dijera: ¡Ey, vuelve aquí, con nosotros!
—Oh, Dios... —susurro, todavía aturdida gracias a esos extraños pensamientos.
— ¿Estás bien? —Pregunta Annie a lo cual yo asiento temblorosa. — ¿Segura? —Insiste.
—Sí.
—Si quieres podemos volver a casa... —dijo Alice simulando restarle importancia, la conozco, sé que está preocupada, quitando lo extraño del momento me alegra ver que a mi hermana todavía le afecta un poco lo que me sucede.
—No será necesario... chicas —me detuve casi a dos puertas de la residencia donde nos dirigíamos. —, espero por favor que se comporten. —les lancé una mirada significativa.
— ¿Podemos jugar con Joseph? —eso vino de Annie.
—Esperemos a ver cómo se siente. ¿Trajeron los cuadernos? —ambas gimieron asintiendo. Ya que no iban a la escuela y menos al campamento, decidí encomendarle tareas en las áreas donde sé que flaquean para que a lo largo de las vacaciones se vayan recuperando, aprendiendo y mejorando.
— ¿Cuándo volverán mamá y papá? —Alice me mira directamente a los ojos, ellos no responden las llamadas, ni los correos ni nada, se habían desentendido por completo, pero yo no tengo idea cómo decirles eso.
—Pronto... —susurré, odiando mentirles. —Muy pronto.
Al llegar a casa de Patrick, o mejor dicho, mi jefe, lo primero que pude divisar fue el papeleo en la mesa, luego su frustración gracias a la llamada en la que estaba tan inmerso. Joseph lo observaba con total atención, eché un vistazo y sonreí porque en medio de todo, el hombre no es un mal padre, a pesar de todo el ajetreo que evidentemente estaba convertida su mañana, encontró el tiempo para darle el desayuno a su hijo, las manchas en el rostro y barbilla de ambos fueron claros indicativos.
— ¿Cómo estás hoy? ¿Aburrido? —articulo hacia el bebé de manera exagerada haciéndolo reír. Es de verdad muy tranquilo y bueno. Sus ojos, idénticos a lo de su padre escanean la habitación, tiene el cabello corto y su tono es más oscuro que el de su progenitor, sin embargo su piel es tan blanca como la leche; no está acostumbrado a salir mucho a mi parecer. En cuanto su atención se posó en Loki y las gemelas, supo que la diversión estaba cerca, extendiendo sus manos hasta ellos. — ¿Quieres ir al parque? —rió, lo tomé como un sí, así que subí con él para alistarlo.