La novia perfecta para un jugador

Capítulo VIII

Capítulo VIII

 

Farah.

He tolerado toda la mañana miradas de juicio por parte de Patrick.

Aunque si soy honesta conmigo misma, empezó desde ayer, en el momento de su fracaso; debo acotar que es un pésimo perdedor, ese hombre no tiene nada del espíritu deportivo que deben tener los jugadores, cuando le ganas se molesta al igual que un niño; me doy cuenta así intente disimularlo.

Estar frente a él cuando su equipo pierde, debe ser un auténtico infierno.

— ¿Necesitas algo? —pregunto con fingida inocencia al recibir su décima octava mirada fulminante del día. Creo que ni siquiera las travesuras de las gemelas lo han puesto así de serio.

—No, en absoluto. —Se concentra de nuevo en su móvil, casi rechinando los dientes, veo a Joseph alzando una ceja y el pequeño me imita, hago lo posible por no reír, sé que lo hace como un acto reflejo.

— ¿Estás seguro? —Presiono un poco, recibiendo un gruñido por su parte, muerdo mi labio inferior. Bueno, al menos hoy será un día entretenido, siento que lo necesito después de pasar casi toda la noche en vela, aquella pesadilla que no puedo recordar al despertar suele alterarme lo suficiente para espantar cualquier somnolencia.

Un sueño recurrente se ha adueñado de mis noches. Hace pocos años, cuando inició de la nada, los sufrí prácticamente a diario por seis meses, esa es la razón por la cual me recetaron medicamentos para dormir, en cuanto tomé mi ritmo de sueño "normal" me fueron arrebatados con la esperanza de que ya no los necesitaría.

Pero lo hago, es decir, los necesito. En este preciso momento me son muy prioritarios para volver a descansar, ¿cómo puedo tener la energía suficiente para sobrellevar a tantos niños si no puedo dormir? Es absurdo, ¿por qué entonces el doctor no me hace un nuevo informe para poder comprar los medicamentos? Rebobino en mi mente su voz diciéndome que no los necesito, que debo esforzarme para recuperar mi ciclo.

Lo intento, con todas mis fuerzas he tratado de dormir en el horario que me corresponde estos tres días, pero no puedo, simplemente es imposible para mí no despertarme con el corazón acelerado, las manos sudorosas y las lágrimas picando en mis ojos.

No puedo explicar ni a mí misma, qué me ocurre, ni siquiera siento poder pensar bien en ello, por lo que, cuando el sueño viene a mí le doy la bienvenida con los brazos abiertos, siendo despertada por la alarma casi una hora después. Estos son los momentos en los que verdaderamente odio mi vida.

— ¿Estás bien? —Esa pregunta proviene de un muy ceñudo Patrick, sus ojos se clavan en los míos para luego estudiar mi rostro.

—Sí, ¿por qué la pregunta?

—Te ves cansada. ¿No es así campeón? —pregunta a su hijo, la verdad no puedo creer que este asintiera, es como si lo que dijera su padre fuese lo más importante y verdadero de este mundo.

—Sí, gracias, a las chicas nos encanta escuchar lo cansadas y feas que nos vemos. —Me burlo.

—Eres hermosa, mucho —dice con facilidad, sonriendo ante mi expresión sorprendida. —, pero te ves cansada. ¿Tienes algún problema? ¿Necesitas dinero o algo...?

—No. Gracias, Patrick, pero no necesito nada, es solo una tonta pesadilla que espanta mi sueño. —Respondo rápidamente, no quiero que piense que estoy utilizando algún tipo de treta para pedirle dinero extra, no me lo he ganado. Sé que en este mundo las personas cada día buscan beneficiarse a costillas de otros; prevalece eso de ser aprovechados, manipuladores y un poco egoístas. No mentiré, he caído en ciertos comportamientos que al recordarlos no son definitivamente mi orgullo, sin embargo, existe el arrepentimiento, ¿verdad? Creo firmemente en la redención y, además, puedes hacer las cosas mejor al día siguiente, esa es la oportunidad que nos regala cada amanecer.

— ¿Estás segura? No tengo ningún problema en ayudarte si eso necesitas, es solo dinero, solucionará lo que sea. —Prosiguió con un encogimiento de hombros.

—No tengo problemas de dinero —mentí. Rayos, sí que los tengo, pero el infierno se congelará antes de que admita eso en voz alta. No necesito su lástima, las gemelas y yo saldremos de esto como muchas veces antes. —, y estás equivocado, no todo se soluciona pagando así que...

— ¡Farah! —Annie apareció ante nosotros casi resbalándose en el proceso, sus mejillas estaban completamente sonrojadas, detrás de ella, Loki se acercaba a duras penas, su patita enyesada le impedía seguirle el ritmo a una de sus amas, quejándose un poco de tanto en tanto. Joseph extendió sus brazos hasta mi hermana, ella no lo tomó, sin embargo, sí dejó que él se adueñara de su mano para jugar con ella. — ¿Qué vamos a hacer hoy?

— ¿Teníamos planeado algo? —indagué.

Sonrió. —No. Pero Patrick nos dio permiso para poder ver una película en la tarde; cualquiera que elijamos y nos gustaría mucho, ¿podemos?

Hice que lo pensaba por unos segundos. — ¿Y me ayudarán a hacer galletas?

La pequeña aplaudió. —Oh, sí.

Alice no dudó en sumarse a la diversión, comprometiendo a Patrick en el proceso, el cual estoy segura que jamás en su vida ha horneado galletas, no obstante, se muestra bastante dispuesto a aprender, Joseph está en su silla con un ridículamente enorme oso de peluche en sus pequeñas manitas, su padre parece ser que se lo había regalado el día anterior después que nosotras ya no estuvimos aquí. Era blanco, llevaba una gorra roja y cuando apretabas su mano derecha te decía una palabra en tres diferentes idiomas. Simplemente genial.



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En el texto hay: amor, dinero, otros

Editado: 01.10.2021

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