La enfermera la observa y luego asiente, quizás había escuchado mal, la señora Mizell por supuesto lo conocía, eran un matrimonio.
Se acerca a él y comienza a revisar las guías a las que está conectado
—Puede venir a visitar a su esposo, todos los dias antes de las cinco de la tarde, es mi turno, no está permitido que visiten al señor Angus, pero imagino le gustaría estar con él, hablarle.
Mía desvía la mirada hacia Angus, él no sabía de su existencia, ella no sabía nada de él, pero era su esposo e iba a ser el padre de su hijo, mira su reloj de pulsera aún faltaba para las cinco, se sienta junto a él. La enfermera sonríe y decide darles un tiempo a solas.
Ella guarda silencio, sus ojos no dejan de moverse recorriendo con la mirada a su esposo.
— Soy Mía Bexley —pasa una mano por su cabello, suspira —Tengo veintidós años, me gusta diseñar, mi sueño es ver mis creaciones en las mejores casas de moda —suelta una risita —No te asustes, es mi risa. No sé que te pasó, pero debe ser feo estar dormido todo el tiempo sin poder ver el mundo.
Suspira
—Mañana traeré mi libro de poemas, es una recopilación de todos los que me han gustado, te lo leeré.
La enfermera entró, sonrió al escuchar a la señora Mizell no paraba de hablar. Suspiró y espero con paciencia a las cinco de la tarde, la hora que acabaría la visita, se alegraba de permitir que la señora Mizell estuviera una hora todos los días con su esposo, debía extrañarlo mucho.
*****
—Mikel —Agustina lo observa con ojo crítico —Parecieras mi hijo, pero no tienes la personalidad de él —enarca una ceja —Angus es decidido, sabe lo que quiere, no mira al mundo ni a su alrededor con miedo de hablar.
—Mi madre me enseñó a respetar a mi prójimo —Agustina frunce los labios con molestia, odiaba a la mujer que le había robado a su esposo, mejor dicho el corazón, ya que su esposo jamás abandonó la mansión familiar, pero su corazón si lo hizo, pudo notarlo, sentirlo y eso dolió día tras día, y cuando descubrió que la amante de su esposo estaba embarazada al mismo tiempo que ella, fue una agonía, Angus era mayor por un mes de su hermano Mikel, deseaba desde lo más profundo que la amante le fuera infiel a su esposo, que se aburriera de él y que el hijo que llevaba no fuera hijo de él, pero las cosas no pasaron así.
Ambos hermanos eran idénticos a su difunto esposo.
—Tu madre lo que te enseñó es a ser débil, a temerle a la gente —se pone de pie y se acerca para arreglar mejor la corbata de Mikel.
—¿Eres feliz sabiendo que apodan a tu hijo como el monstruo?
—Angus ha logrado triplicar la ganancia de la empresa en un año, pero para eso tuvo que ser rígido, exigir que las cosas se hagan bien, por eso lo apodan el monstruo, gente que se conforma con lo que son, así que si, si me siento orgullosa por que lo llaman el monstruo por cuidar de los suyos —toma la tetera de plata y vierte el líquido en su taza —Los detalles de la vida de mi hijo está en esta carpeta —señala una carpeta azul que descansa sobre su escritorio —Jamás te presentes a una junta sin haber hablado conmigo.
Mikel se sienta frente a la mujer.
—En otras palabras seré un títere en tus manos —Agustina da una sorbo a su bebida.
—¿Crees que Angus permitiría que yo dirigiera su vida? —Mikel no respondió, era sabido por todos que su hermano era frío, duro, jamás Agustina podria controlarlo, por más que lo quisiera —Piensa que tú eres Angus por un tiempo, si engañas al mundo entero, tendrás el dinero que te ofrecí.
Mikel observa a la esposa de su padre, alguien de corazón frío, que no permitió que su madre se le acercara en su lecho de agonía.
—¿Puedo saber si mi hermano está vivo?
—Por supuesto —ella toma un panecillo y lo lleva a su boca —No vuelvas a preguntar por él, no sabemos quien puede escuchar, para el mundo eres Angus Mizell, una sola pizca de debilidad de tu parte, echas todo abajo y no recibirás ni un centavo.
Mikel sonríe de medio lado, realmente necesitaba el dinero para abrirse paso en lo que él quería, como era natural, no recibió ni un centavos de la herencia de su padre cuando el murió.
— No te preocupes madre —a su mente vinieron imágenes de su hermano, él no sonreía.
Ella apreta los labios, sabía que no era del afecto de Agustina, realmente no le importaba, su niñez lo hizo en medio del fin de la relación de sus padres, su madre volcó todo su amor hacia él y a como pudo lo crío, en el fondo de su corazón, su madre esperaba el regreso de su padre, pero esto nunca pasó. Los Mizell se caracterizan por ser orgullosos.
—Lee toda la información.
Asintió mientras tomaba la carpeta, le causaba curiosidad saber donde estaba su hermano y el porque Agustina había recurrido a contratarlo para ocupar su lugar.
Leyó con cuidado la información, fruncio el ceño al leer que tenía prohibido acercarse a la esposa de Angus ¿Qué esposa? Nadie hablaba de la esposa de su hermano ¿Cuándo se habían casado?
—¿Angus tiene una esposa? —Agustina hace una mueca de molestia por la curiosidad de Mikel.
—Si, pero no por mucho tiempo —la frialdad en la mirada de Agustina le causa escalofríos, se preguntó si él podía llegar a sentirla o aparentarla en todo caso, ya que era una de las características de Angus. Su hermano un maldito orgulloso, él lo busco, quería conocer a su único hermano, pero fue recibido con dureza, y con la exigencia de que nunca más lo buscará, no le interesaba ninguna relación con él.
—¿Porqué debo mantenerme lejos de ella? Se supone debo fingir que soy Angus... —Agustina levanta una mano en señal de que callé.
—Cumple las reglas Mikel —él suspiró y volvió su atención a la hoja, realmente pudo haber pasado pobreza con su madre, pero le había gustado su vida, sencilla, práctica y sobre todo llena de amor y respeto.
—¿Qué planes tienes hoy conmigo?
—Iremos a la empresa —asiente —Manten la mirada al frente, sin ver a nadie, de esa manera parecerás Angus, saliendo de este despacho deja de existir Mikel, hasta que llegué el momento de que recuperes tu vida. Imagino no le dijiste nada a tu madre.