—Señora Mizell —la enfermera entra a la habitación —¿Pasa algo?
—El movió un dedo —la enfermera sonríe con pesar, no había posibilidad que el señor Mizell despertará.
—Señora Mizell, muchas veces creemos ver lo que no es, por nuestro mismo deseo.
Mía no respondió, miró a Angus, estaba intacto como cuando llegó, se sentía triste. Paso una mano por su mejilla, inclino su rostro y susurro en su oído.
—Aquí estoy Angus, esperándote —la enfermera le dio la espalda, le daba tristeza verla sentada junto a él, leyéndole poemas, contándoles de su día, de sus anécdotas, ella esperaba que su esposo despertará.
—Ya son las cinco —Mía la miró con tristeza y luego asintió, se inclino de nuevo y planto un suave beso en su frente, ese día se había atrevido a tocarlo, y ahora a besarlo, le gustaba el tacto de su piel.
—Gracias por permitirme ver a mi esposo —ella asintió y miró el reloj de pared, su relevo no tardaría en llegar, no podía encontrar a la señora Mizell ahí.
—Debe irse —Mia asintió, tomó el libro de poemas y camino hacia la puerta, miró una última vez a Angus y salio de ahí.
*****
—Gracias por recibirme —Federico miró hacia todos lados, la oficina de Angus era elegante, de hecho era mejor que la suya, estaba en el último piso.
Se sentó en el elegante sofá, lo miró detenidamente, le gustaba esta idea de tener un juego de muebles en la oficina, hacia sentir bienvenido a su visita.
Angus se sentó frente a él, cruzo una pierna y lo miró a los ojos.
—¿De qué desea hablar? —Federico jalo su corbata un poco, de repente sintió que lo estaba ahorcando, Angus no parpadeo, era muy seguro de si mismo.
—Yo... —se aclaró la garganta, pensó que no se iba a poner nervioso ante Angus Mizell, pero se había equivocado, se sintió con confianza cuando su secretaria le anunció que el monstruo de los negocios aceptaba reunirse con él, pensó que todo sucedería de manera natural.
Mikel lo observa detenidamente, no se parecía a Mía su cabello era rojizo y no del tono miel de ella, sus ojos eran claros, pero no tenían el hermoso destello dorado de Mía.
Quizás era hija de algún familiar.
—¿Vive solo señor Bexley?
Federico sonrió por la oportunidad que le estaba dando Angus de hablarle de Carolina.
—No, con mi preciosa hija y mi esposa —espero que él preguntara algo más por su hija, pero no lo hizo.
—Solo un hijo tiene —afirma.
—Una hija, es una niña preciosa.
Mikel lo mira a los ojos con seriedad, realmente podía ser que Mía fuera de otra familia Bexley, pero Federico sintió que la mirada era acusadora y sintió pánico, quizás Angus Mizell lo había investigado.
—Y crié a una sobrina que quedó huérfana, hablar de Mía no era algo que deseaba, después de todo este hombre era el que su hija había elegido.
—¿,Vive con usted?
—No, está casada —miró la jarra de agua en la mesa del café —¿Le molesta si me sirvo un poco de agua?
—Adelante —Mikel se dio cuenta que Federico se había puesto nervioso cuando habló de la sobrina —¿A que familia pertenece el esposo de su sobrina?
—No pertenece a nuestro círculo social —sonríe —Así que no sabrá de quien le habló si le digo su nombre —Federico sentía que su cuerpo se había llenado de sudor, él desconocía quien era el esposo de Mía, la familia del hombre, realmente no le interesaba nada de la vida de ella, si estaba bien o no, lo tenía sin cuidado.
Mikel asiente, la sobrina no era Mía, por supuesto que como tío debía conocer al esposo de su sobrina, se puso de pie, no tenia más de que hablar con Federico.
—Tengo una reunión con unos inversionistas, lo acompaño a la puerta.
—Per...o señor Mizell, no hemos hablado de las acciones que deseo adquirir, si gusta podemos discutirlo está noche, lo invito a cenar a mi casa, ahí puede conocer a mi esposa e hija, es bellisima, no se arrepentirá.
Mikel avanza hacia la puerta.
—Creo su secretaria no investigo muy bien, las acciones no están en venta, gracias por la cena, pero declinó su invitación.
Abrió la puerta
—Oscar acompaña al Señor Bexley al ascensor —el secretario se puso de pie de inmediato.
—Vamos Señor Bexley —Federico se gira abruptamente hacia Angus.
—Podemos agendar la cena para la próxima semana.
Mikel no respondió se limitó a cerrar la puerta de su oficina. La reunión con Federico no había sido productiva en lo absoluto, sentía curiosidad por la mujer que su hermano había aceptado casarse.