La nueva luz

Capítulo 7 - La Voz De La Paz

 

Todos caminamos durante horas desde nuestra última parada por el wubu de hace rato; después de eso, no hicimos ni una sola parada para descansar y, en este punto, la brillante luna ya estaba afuera dando su energía.

—Amber… ¿no… no crees que es momento de descansar?

Comentó Ezra, bastante cansado por tanta caminata.

—¡Sí! Ya tengo los pies hinchados de tanto caminar, y mi pelo se esponjó por la humedad.

Reprochó Rubí con indiferencia.

—Ahg, bien, dormiremos aquí y continuaremos mañana al amanecer

Exclamó Amber, ya harta de tantas quejas del grupo.

Yo me quedé parada observando cómo Rubí y Ezra suspiraban aliviados de poder descansar, y sin negarlo, yo también estaba feliz. Aún tenía a Oliver entre mis brazos y, durante el viaje, Shey se pasó a mi hombro y se quedó dormida sobre él. Nos dispusimos a acomodarnos bajo un gigantesco árbol con bastantes plantas y un aspecto relajante. Rubí no tardó en acomodarse, pero Amber la interrumpió rápidamente.

—No te acomodes, tenemos que buscar algo de comer

Ordenó Amber, dirigiéndose a Rubí.

Rubí simplemente resopló con frustración antes de levantarse y acompañar a Amber para buscar algo de comida. Yo me quedé junto a Ezra, parados.

—¿Cómo no te has cansado de cargar a Oliver?

Preguntó Ezra, rompiendo el silencio.

—Lo estoy, pero no lo voy a soltar

Respondí.

—Déjamelo, descansa un momento.

Dijo Ezra mientras me arrebataba a Oliver de los brazos y se dirigía a sentarse bajo el árbol. Golpeó el césped a su lado, indicándome que me sentara allí. Lo hice y me senté a su lado.

—¿Ya recargaste energía lunar?

Pregunté a Ezra, evitando su mirada.

—No, y tampoco tengo planeado hacerlo. No he gastado mucha de ella hoy, no necesito recargarme por ahora

Explicó despreocupado.

—Oye, Ezra.

—Dime, cielo

Respondió, dirigiendo su mirada hacia mí.

—¿Cómo llegaste a los rechazados?

Pregunté dirigiendo mi mirada a él.

—Parece que le has estado haciendo esa pregunta a la mayoría de nosotros. Tienes una gran curiosidad… bueno, terminé allí sin querer.

—¿Sin querer?

Cuestioné con indiferencia.

—Sí, sin querer. Yo solía vivir en el mundo humano; mi apariencia solía ser la de un ser humano, hasta que cambié… mis padres adoptivos pensaron que era un demonio.

Respondióp con una sonrisa forzada.

—Después me echaron de casa como a una bolsa de basura. Sabía que si mis propios padres me dieron la espalda, los demás también lo harían, entonces escapé al reino de la magia… ya que sentía como si la luna me estuviera…

Elevó su mirada para toparse con la brillante luna creciente.

—Llamando, así que vine aquí. Y así fue como sin querer me topé con los rechazados.

Esta historia me dejó pensando un momento. Qué cruel era la vida para algunos. Él dijo que lo echaron de casa siendo solo un niño, no era justo. ¿Cómo podían ser los humanos tan crueles? Ya tenía mi fe en la humanidad casi acabada; estas historias solo terminaron con la poca fe que me quedaba.

—Lo lamento tanto, Ezra.

—Descuida, no es como si fuera tu culpa.

Me dedicó una sonrisa reconfortante y se la devolví.

Unos minutos después, se escuchó cómo Amber y Rubí habían regresado.

—¡Llegamos!

Avisó Amber, sentándose frente a nosotros junto a Rubí. Ambas dejaron unas frutas frente a nosotros.

—No es mucho, pero no hay tiempo para lujos.

Comentó Amber.

—Comida es comida.

Expresó Ezra juguetón antes de tomar una fruta y comenzar a comer.

—Muerto de hambre.

Reprochó Rubí.

—Sí soy.

Respondió Ezra con una sonrisa juguetona.

Pasamos los siguientes minutos comiendo y conviviendo entre nosotros, Ezra contando todo tipo de tonterías y chistes, haciendo reír a todos. Lo admito, esto se siente mejor que estar con mis amigas de la universidad.

Los minutos pasaron y nos dispusimos a dormir. Rubí se durmió junto a Oliver, y Amber junto a Ezra, yo me quedé con la pequeña Shey en mi regazo, listas para dormir. Mientras ya estaba casi soñando, escuché un sonido.

—Sara…

Resonó por mis tímpanos, ¿es..? Sí, totalmente es la voz que me trajo aquí. Abrí mis ojos de par en par, buscando dónde estaba esa pequeña bola de luz; no tardé mucho en encontrarla, estaba a unos metros de mí flotando como si nada.

—Ven…

Volvió a resonar por mis oídos. Esta cosa me estaba volviendo a llamar, pero, ¿por qué? Intenté despertar a los demás, pero la voz de la luz me detuvo, indicándome que solamente yo la siguiera. Dudé, pero tomé a Shey entre mis manos y la coloqué en el regazo de Amber antes de levantarme e ir tras la luz. La seguí por unos metros adentro del bosque.

—Sara…

Comenzó a cantar con su encantadora voz. Cuando la observé detenerse, hice lo mismo.

—Búscame.

Dijo como último antes de desaparecer.

—¿Ah? ¿¡Solo para eso trajo hasta aquí la luz desgraciada!?

Grité con frustración al cielo por haber venido aquí por nada, pero un enorme movimiento detrás de mí me hizo quedarme en silencio. Sentí una gran respiración tras de mí. No quiero voltear.

—¿Una Usagi? ¿Qué haces aquí, pequeña?

Habló una gruesa voz tras de mí. Me volteé con cautela y me topé con un gigante alce del tamaño de una montaña. Ay mamá, me voy a morir.

—¿Estás bien? Te ves pálida.

Probablemente lo estaba y mucho, pero cuando me logré calmar observé que este gigante no hacía nada amenazante sino que era… ¿amable?

—Ah… sí, sí estoy bien, disculpe.

Respondí bastante nerviosa en el interior.

—¿Qué haces aquí sola?

Preguntó el alce.

—No estoy sola, estoy con unos amigos, solo estaba siguiendo una voz que me llamó, pero ya no está…

Murmuré aún nerviosa.

—Interesante, ¿y puedo saber tu nombre, señorita?

—¿Ah? Oh sí, soy Sara.

Me presenté ante él.

—Un placer, Sara.




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