Al día siguiente, me desperté con el sonido suave del bullicio del mercado de Armire. Me desperecé y bajé las escaleras de la posada, donde el grupo ya estaba reunido. Amber se encontraba de pie frente a todos, con una expresión seria pero determinada.
—Buenos días a todos.
Hablo Amber, captando nuestra atención
—Necesitamos hablar sobre nuestros próximos pasos.
Ezra, Rubí, Shey y Oliver estaban sentados alrededor de una mesa, escuchando atentamente. Me uní a ellos, curiosa por lo que Amber tenía que decir.
—Nos quedaremos aquí hasta esta noche.
Continúo Amber.
—Partiremos cuando los animales de fuego estén dormidos para evitar peligros innecesarios.
—¿Animales de fuego? ¿Como el perro ardiente de ayer?
Preguntó Ezra, tratando de hacer una broma.
—Sí, algo así.
Respondió Amber, rodando los ojos.
Pero más grandes y más peligrosos.
—¿Entonces, qué vamos a hacer hasta entonces?
Pregunté, tratando de ignorar la imagen mental de animales de fuego acechando en la oscuridad.
—Podemos explorar un poco más el mercado, pero debemos ser cautelosos.
Comentó Amber
—Estamos en un territorio desconocido, y no sabemos quién o qué podría estar vigilándonos.
—Fantástico, más paranoia.
Murmuró Rubí con sarcasmo.
—No es paranoia, es precaución.
Replicó Amber, mirando a Rubí con severidad.
—Necesitamos llegar al reino de luz y electricidad lo antes posible. Allí nos quedaremos cuatro días. Eso es lo que tardaremos en recorrer el país entero sin parar más que para dormir y comer.
—¿Cuatro días sin parar? Espero que tengas un buen plan para eso, Amber
Dijo Ezra, levantando una ceja.
—Lo tengo.
Respondió Amber con firmeza.
—Y después de eso, iremos al reino del agua, donde las cosas se complicarán aún más. El guardián del lugar es muy exigente y estricto. Necesitaremos un plan sólido.
—¿Un plan? Genial, ya sabes lo bien que se nos da eso.
Comentó Ezra con una sonrisa sarcástica.
—Deberíamos usar el tiempo en el reino de luz y electricidad para planificar nuestra llegada al reino del agua.
Sugirió Shey, siempre optimista.
—Así estaremos preparados para lo que venga.
—Exactamente.
Apoyo Amber.
—En el reino de agua, iremos directamente a buscar la biblioteca. Pero está escondida, y solo los tritones y sirenas de la realeza saben dónde está. Será difícil encontrar a uno, ya que no suelen salir a la superficie.
—Bueno, eso suena... interesante.
Expresé , tratando de imaginar cómo sería buscar una biblioteca secreta bajo el agua.
—Será un desafío, pero confío en que lo lograremos.
Afirmó Amber, mostrando su liderazgo.
Pasamos el resto del día explorando el mercado, asegurándonos de no llamar demasiado la atención. Las calles estaban llenas de comerciantes vendiendo todo tipo de mercancías, desde joyas hechas de lava hasta frutas exóticas que nunca había visto.
—¡Miren esto!.
Exclamó Ezra, señalando un puesto de comida con frutas cubiertas de azúcar cristalizado.
—Esto se ve delicioso.
—¿No tienes miedo de que te queme la boca?
Pregunté con una sonrisa.
—Vivir al límite, Sara. Vivir al límite
Respondió Ezra, tomando una de las frutas y dándole un mordisco.
Rubí rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír ante la actitud despreocupada de Ezra. Mientras tanto, Shey se maravillaba con las telas coloridas y las joyas brillantes, siempre encontrando algo positivo en cada rincón del mercado.
—¡Miren estas telas!
Exclamó Shey, mostrando un trozo de tela brillante.
—Sería perfecto para hacer un vestido.
—Estamos en una misión, Shey, no de compras.
Habló Amber, pero su tono era más suave de lo habitual.
Finalmente, cuando el sol comenzó a ponerse y las llamas en las calles se atenuaron, nos reunimos nuevamente en la posada. Amber nos miró con seriedad, asegurándose de que todos estuviéramos listos para partir.
—Es hora de irnos.
Ordenó.
—Recuerden, manténganse juntos y estén atentos.
Salimos de la posada y comenzamos nuestro viaje bajo la luz de las estrellas, moviéndonos con cautela para evitar cualquier peligro. La noche estaba tranquila, y el calor del día había disminuido, haciendo el viaje más soportable.
—Espero que este plan funcione, Amber.
Hablo Rubí, mirando a su alrededor con cautela.
—Confía en mí, lo hará.
Respondió Amber con confianza.
Después de una caminata larga pero tranquila, llegamos a la frontera del reino de luz y electricidad. Las luces brillaban intensamente, creando un paisaje deslumbrante que contrastaba con la oscuridad de la noche.
—Bienvenidos al reino de luz y electricidad.
Exclamó Amber, sonriendo.
—Nuestro hogar durante los próximos cuatro días.
Nos quedamos maravillados ante la vista del reino de luz y electricidad, un paisaje deslumbrante de luces brillantes que iluminaban la oscuridad de la noche. Las estructuras parecían hechas de cristal y luz, reflejando un caleidoscopio de colores que nos dejaba sin aliento.
Nos adentramos en el reino, pero no habíamos avanzado mucho cuando una enorme figura se interpuso en nuestro camino. Un tigre de las nieves gigante, con ojos brillantes y un aire majestuoso, nos observaba desde la distancia. Era Everez, el guardián del reino.
—¿Quiénes sois y qué buscáis en mi dominio?
Su voz retumbó como un trueno, resonando en nuestros oídos.
Amber dio un paso al frente, tratando de mantener la calma.
—Somos viajeros en una misión importante.
Hablo Amber con firmeza
—Necesitamos pasar por tu reino para llegar al reino del agua.
Everez inclinó su enorme cabeza, observándonos detenidamente. Su presencia era imponente, pero había una calma en su mirada que sugería que era un ser racional y pacífico.
—Pocos tienen permiso para atravesar mi territorio.
Editado: 21.10.2024