A la mañana siguiente, los rayos golpearon mis ojos con un brillo nevado. Al comenzar a caminar hacia nuestro destino, estuve en silencio la mayor parte del tiempo. Tenía mi mente hecha una papilla: ¿Quién era ese hombre extraño? ¿Cómo logré controlar ese escudo? ¿Lo controlé yo? ¿Y las plantas? Todo en mi mente era una ensalada de dudas y preguntas que nadie podía responderme. Mientras estaba centrada en mis problemas, la voz de Amber me sacó de mi burbuja.
—¿Sara? ¿Estás bien? Has estado callada todo el rato, normalmente no eres así, pareces un sgiik por lo mucho que hablas.
—¿Un qué? Ahg, no importa. Es que... No es importante.
Ignoré el problema, al igual que la mirada penetrante de Amber; era obvio que no me creía absolutamente nada.
—Sara, no soy tonta, es obvio que algo pasa. Habla.
Seguí evitando la mirada de Amber. Estaba dudosa de contarle lo que había pasado, porque probablemente terminaría regañándome por no hacerle caso desde un principio y por haberme metido en problemas, pero sabía que no podría ocultarlo por mucho tiempo.
—Bueno... La voz...
Antes de poder seguir hablando, escuché un gruñido de parte de Amber.
—¡Ah! Esa maldita voz otra vez, solo sabe separarte de nosotros y ponerte en peligro. ¿Ahora qué hizo?
Me preguntó con una mirada feroz y brillante, literalmente, sus ojos brillaban verde.
—Bueno... Por la noche me llamó, la seguí y me llevó a un lugar extraño, donde me encontré con algo aún más extraño...
Le conté cada pequeño detalle a Amber: cómo llegué allí, cómo este extraño chico y su felino loco me atacaron sin razón y casi me matan literalmente, el extraño escudo que me protegió, las plantas que me permitieron huir, todo.
Amber me prestó atención y me dejó hablar en todo momento sin interrumpirme hasta que terminé.
—Vaya... Jamás había escuchado algo así... Pero, repíteme, ¿cómo se veía ese chico?
—Ah... Pues se veía de unos veintitantos, cabello largo y blanco, era muy pálido, una ropa muy elegante, blanca y... negra, creo...
Describí lo mejor posible, intentando recordar cómo era ese chico.
—¿Llevaba un broche azul oscuro en el pecho, por casualidad?
Me preguntó de repente Amber.
—¿Un broche?
Lo pensé por unos segundos y recordé que, cuando este se me acercó mucho, un brillo proveniente de su ropa llamó mi atención. Parecía un broche, y lo vi de color azul. Entonces, debía de ser ese del que hablaba Amber.
—Sí, lo tenía. Creo que era una piedra o cristal, tal vez azul. ¿Por qué?
Amber abrió los ojos como platos, y su mirada se llenó de miedo y angustia. Su cara se volvió pálida y sin vida.
—Sara... Tenemos que largarnos de aquí lo antes posible. ¡Hey! Muchachos, debemos ir más rápido, debemos salir de aquí lo antes posible.
Todos miraron a Amber con una mezcla de confusión y preocupación.
—¿Sucede algo, mi lagartija?
Preguntó Ezra, con una voz preocupada, mientras analizaba la situación.
—Nos están siguiendo, la guardia Rady.
Ezra, Rubí y Shey pusieron todos la misma cara: una expresión de pánico y desesperación.
Yo estaba muy confundida. ¿Qué estaba pasando? ¿Quién nos seguía? ¿Qué es la guardia Rady? Tenía tantas preguntas, pero nadie me daba respuestas. Le preguntaba a Amber, y me decía que no era buena idea que yo lo supiera, que solo me apresurara a salir del bosque lo antes posible. Le preguntaba a Ezra y simplemente me decía que todo estaba bien, mientras me acariciaba el cabello y repetía que debíamos irnos. Rubí simplemente me ignoraba por completo. La frustración y el enojo me llenaron. Esto siempre pasaba; cuando algo tenía que ver con mi pasado, ellos simplemente guardaban silencio, y yo me tenía que aguantar. Estaba harta de eso.
—¡Ya es suficiente!
Grité al aire con enojo para que todos me escucharan, y lo logré, porque todos me voltearon a ver.
—Ya estoy harta de que, cuando pasan cosas que tienen que ver conmigo, ustedes simplemente no me lo quieran decir. Sé que soy humana y que tal vez no entienda las cosas de aquí, ¡pero si esto tiene que ver conmigo y una tontería que hice, tengo derecho a saber!
Me desahogué frente a todos ellos, y todo lo que dije era verdad. Yo no era tonta; tal vez no pudiera entender las cosas ahora, pero sabía que jamás lo lograría si nadie hablaba.
Todos se quedaron mirándome, algunos asombrados, otros molestos, y algunos comprensivos. Amber fue la primera en hablar.
—Chicos, vamos a tomar un descanso corto. Vigilen que no venga nada fuera de lo normal. Ven, Sara, sígueme.
Me indicó Amber mientras comenzaba a caminar hacia una dirección en el bosque.
Algo dudosa, la seguí. Tal vez me regañaría o me explicaría una tontería como siempre, pero esta vez no fue así.
Cuando ella se detuvo, quedamos frente a un lago de hielo y escarcha. Era muy bello. Amber tomó asiento frente a este.
—Esto me suena familiar.
Dije mientras me sentaba a su lado.
—Oye, Sara.
Volví mi mirada hacia Amber para prestarle atención.
—¿Ajá?
—Lamento que te sientas como una tonta. Te juro que no era mi intención. Simplemente... Sin ofender, pero eres una simple humana. No eres capaz de entender todo lo que sucede... o quiénes están haciendo cosas contra nosotros.
—¿A qué te refieres, Amber?
—Verás, ese tipo que viste, cabello blanco, vestimenta elegante... El broche azul... Todas esas características solo apuntan a una sola persona: Felix Loud.
Mi rostro mostró una mueca de confusión.
—¿Y ese quién es?
—Es el príncipe heredero del rey Ray. Sin intención de asustarte, pero ese chico es muy poderoso. El simple hecho de tener sangre de la realeza ya hace a alguien muy poderoso, pero Félix es conocido por ser un superdotado, entonces su poder es inmenso.
Ante la explicación de Amber, mi cerebro se llenó de información. No sabía cómo o qué reaccionar ante esto.
Editado: 21.10.2024