La nueva niñera de Anya

Capítulo 1: Addison

Capítulo 1

Addison

Recoger tus cosas del lugar en el que creíste que ibas a empezar tu vida con otra persona es duro, y duele más cuando esa persona te mintió vilmente en la cara. Pero si es necesario poner tierra de por medio, lo voy a hacer y no voy a llorar por ello.

Ya he llorado lo suficiente las últimas dos semanas.

Meto mis cosas más necesarias en el auto mientras los chicos de mudanzas llenan el camión. Hace una semana me llamaron para avisarme que mi tía Johnson, la única familia que me quedaba, murió por insuficiencia cardíaca. Fui a su funeral en Payton Town, un pueblo pequeño al este de Texas, en el que lloré a mares por no haber podido ver a mi tía antes de que muriera y en el que le reclamé en voz baja por no decirme en nuestra última llamada que estaba enferma de gravedad. Después fui a la lectura del testamento, donde me dejaron todo lo que ella poseía.

No era gran cosa; unos cuantos miles de dólares en su cuenta bancaria y su casa en el pueblo. El abogado me sugirió venderlo en caso de que no quisiera vivir aquí, pero luego de lo que había pasado con mi ex novio, prefería conservarla y vivir aquí por un tiempo.

No estoy dejando nada de valor en este lugar. Ya no tengo trabajo, ni novio ni nada que me ate a Chicago. La muerte de mi tía ha llegado en el momento justo en el que necesito replantearme mi vida, analizar si estaba yendo por un buen camino y tomar las decisiones correspondientes.

Y, ¿quién sabe? Tal vez me guste la vida en Payton Town.

Los de la mudanza se van una hora antes que yo. Es un camino de 14 horas, tengo que detenerme un par de veces para reponer gasolina y comer algo. Es más de la 1 de la madrugada cuando por fin llego al pueblo. Quince minutos después, me deslizo por el camino de tierra mientras mis neumáticos se quejan.

Estoy atravesando una intersección cuando una camioneta se aparece en el camino y frena justo a tiempo antes de golpearme, saliéndose del camino.

Dios, no se puede tener tan mala suerte en la vida.

Me bajo del auto, rodeando el auto para ver al descerebrado que me ha sacado un susto de muerte.

—¡¿No ves por dónde vas?! —le grito al tipo lo suficientemente fuerte para dejarle claro mi enojo—. ¡Casi me matas!

Se trata de un ranchero en toda regla, luciendo sus pantalones vaqueros sucios, una camisa a cuadros, unas botas de cuero y un sombrero que se me haría sexy si no estuviera enojada con él.

—Si no te pasaras los cruces a toda velocidad, como si fueras la única persona en el mundo, no nos habríamos ni topado.

Otro motivo para dejar de lado lo sexy que puede ser el vaquero en cuestión.

—Oh, por Dios, eres un tonto —digo con cansancio—. No voy a hablar contigo, es muy tarde y estoy cansada.

Regreso al auto y continúo mi camino. No chocamos, no hay necesidad de extender esta conversación.

Bienvenida a Payton Town, Addison.

🌗

Pensé que ir a la tienda de comestible temprano me salvaría de tener que explicar a la gente quién soy y qué hago aquí, pero un grupo de señoras mayores con pinta de haber estado aquí durante la fundación del pueblo ya estaban en la tienda cuando llegué.

Me las topé en el pasillo de los lácteos, ellas estaban hablando ruidosamente sobre un acontecimiento que involucraba a una niña, su padre y la niñera, que parecía ser una de ellas.

Al principio, no se dieron cuenta de mi presencia y pude escuchar de lo que hablaban, lo que no me hacía mucho mejor que ellas.

Estoy escuchando una conversación medianamente a escondidas y no me apenó por ello.

—Es una chica buena, pero le hace falta una presencia femenina en casa, y no hablo de una niñera —comenta la más bajita y con el cabello más blanco que las otras.

—No creo que a Lucas Grady le cueste mucho encontrar una esposa, pero él no quiere —se queja otra mujer, una alta y con el cabello teñido de rubio cenizo, alzando la nariz con retintín—. Dicen por ahí que prefiere dormir con las turistas y mujeres de otros pueblos antes que salir con alguien de aquí.

La mujer de pelo blanco tuerce el gesto con evidente enojo.

—Es un mujeriego.

—Debe estar traumado por lo que hizo la madre de… —La tercera mujer, que se parece mucho a Viola Davis pero con más años encima, se detiene al darse cuenta de mi presencia y tengo que mirar a otro lado, fingiendo que no estoy escuchando—. Es la chica nueva, la sobrina de Margot.

Oh, genial, conocían a mi tía. Tiene sentido, mi tía tenía la costumbre de meterse en la vida de los demás con mucha frecuencia.

—Hola, linda —saluda la primera, mientras las tres se acercan a donde estoy mirando los diferentes tipos de yogurt—. Eres la sobrina de Margot, ¿no?

Les doy una sonrisa amable aunque quisiera irme corriendo. No creo que se tomen bien que huya de ellas y me parece que no es buena idea ganarse el odio de estas mujeres.

—Sí, soy la sobrina de Margot —confirmo, eligiendo el yogurt de durazno—. Me llamo Addison.

—Oh, sí, tu tía hablaba mucho de ti —dice rubia ceniza—. Lamentamos tu pérdida. Margot era amiga nuestra.




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